Domingo 24 de Abril de 2016
El texto de la eucaristía de este fin de semana, tomado del evangelio de Juan, me ha dejado con una pregunta y con una oración: Soy discípulo de Jesús de Nazaret? En qué se nota?
Y es que el texto hace que me revise a fondo.
Los que nos llamamos "discípulos de Jesús", cristianos, (los de ahora) en qué se nota que lo somos...? Cuál es nuestra señal? Que vamos a misa? Que rezamos nuestras oraciones? Que obedecemos lo que nos dice el Papa, los obispos, los sacerdotes? Que recibimos los sacramentos? Realmente lo que todo eso significa es que somos "gente de iglesia" más o menos piadosos, pero ¡vaya! gente de misa.
Lo que pasa es que no es ésa la señal que da Jesús. José Antonio Pagola lo comenta así:«La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros». Lo que permitirá descubrir que una comunidad que se dice cristiana es realmente de Jesús, no será la confesión de una doctrina, ni la observancia de unos ritos, ni el cumplimiento de una disciplina, sino el amor vivido con el espíritu de Jesús. En ese amor está su identidad..."
Hay una canción que se repite en la eucaristía de estos domingos. Dice así el estribillo: "Te conocimos, Señor, al partir el pan. Tú nos conoces, Señor, al partir el pan"... Y me quedo reflexionando. A Jesús de Nazaret, su mensaje y su estilo, lo reconocemos en el gesto de "partir el pan". Y todo su mensaje se centra en el partir y compartir. Y él nos reconoce como seguidores suyos al actuar así (porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estaba desnudo y me vestisteis, en la cárcel y me visitasteis...). O sea que nuestra identidad, nuestro carnet de socio, no es otro que el amor. Y no hace falta investigar mucho para encontrarse con textos como el de Pablo cuando habla del amor y dice aquello de: "aunque hable todas las lenguas, aunque haga milagros, aunque entregue mi cuerpo a las llamas... si no tengo amor no sirve de nada". Y Juan en su carta primera comenta: "si no amas al hermano a quien ves, no amas a Dios (a quien no ves)..."
Cito otra parte del comentario de J.A. Pagola: Eric Fromm llegó a decir que «el amor es un fenómeno marginal en la sociedad contemporánea». La gente capaz de amar es una excepción.Los cristianos hemos hablado mucho del amor. Sin embargo, no siempre hemos acertado o nos hemos atrevido a darle su verdadero contenido a partir del espíritu y de las actitudes concretas de Jesús. Nos falta aprender que él vivió el amor como un comportamiento activo y creador que lo llevaba a una actitud de servicio y de lucha contra todo lo que deshumaniza y hace sufrir el ser humano..."
Y es que el texto hace que me revise a fondo.
Los que nos llamamos "discípulos de Jesús", cristianos, (los de ahora) en qué se nota que lo somos...? Cuál es nuestra señal? Que vamos a misa? Que rezamos nuestras oraciones? Que obedecemos lo que nos dice el Papa, los obispos, los sacerdotes? Que recibimos los sacramentos? Realmente lo que todo eso significa es que somos "gente de iglesia" más o menos piadosos, pero ¡vaya! gente de misa.
Lo que pasa es que no es ésa la señal que da Jesús. José Antonio Pagola lo comenta así:«La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros». Lo que permitirá descubrir que una comunidad que se dice cristiana es realmente de Jesús, no será la confesión de una doctrina, ni la observancia de unos ritos, ni el cumplimiento de una disciplina, sino el amor vivido con el espíritu de Jesús. En ese amor está su identidad..."
Hay una canción que se repite en la eucaristía de estos domingos. Dice así el estribillo: "Te conocimos, Señor, al partir el pan. Tú nos conoces, Señor, al partir el pan"... Y me quedo reflexionando. A Jesús de Nazaret, su mensaje y su estilo, lo reconocemos en el gesto de "partir el pan". Y todo su mensaje se centra en el partir y compartir. Y él nos reconoce como seguidores suyos al actuar así (porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estaba desnudo y me vestisteis, en la cárcel y me visitasteis...). O sea que nuestra identidad, nuestro carnet de socio, no es otro que el amor. Y no hace falta investigar mucho para encontrarse con textos como el de Pablo cuando habla del amor y dice aquello de: "aunque hable todas las lenguas, aunque haga milagros, aunque entregue mi cuerpo a las llamas... si no tengo amor no sirve de nada". Y Juan en su carta primera comenta: "si no amas al hermano a quien ves, no amas a Dios (a quien no ves)..."
Cito otra parte del comentario de J.A. Pagola: Eric Fromm llegó a decir que «el amor es un fenómeno marginal en la sociedad contemporánea». La gente capaz de amar es una excepción.Los cristianos hemos hablado mucho del amor. Sin embargo, no siempre hemos acertado o nos hemos atrevido a darle su verdadero contenido a partir del espíritu y de las actitudes concretas de Jesús. Nos falta aprender que él vivió el amor como un comportamiento activo y creador que lo llevaba a una actitud de servicio y de lucha contra todo lo que deshumaniza y hace sufrir el ser humano..."
Texto del evangelio de Juan (13,31-33a.34-35)
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