27 de marzo 2016
Pascua de Resurrección
He escuchado esta mañana las reflexiones que nos hicieron en la eucaristía. Nos hablan de la "resurrección" de Jesús de Nazaret y citan el evangelio como si se tratara de noticias del periódico. Se entretienen en detalles que toman por "históricos" y sentía que perdíamos de vista la profundidad y el compromiso que conlleva.
Digo creer en Jesús de Nazaret y, tal como proclamaban los primeros seguidores suyos, creo que su mensaje, su vida, es más fuerte que la muerte, que la violencia, que la opresión... Incluso más grande que la religión misma.
No resulta fácil seguir sus huellas y proclamar que ese otro mundo (más solidario, más justo, más humano, más a la manera de Dios) es posible.
A nosotros nos toca vivir esta sociedad que mide sus éxitos amontonando dinero y poder, influencias y dominio sobre otras personas y sobre la naturaleza misma.
Las noticias de los periódicos y de la televisión nos recuerdan una y otra vez los "frutos" conseguidos: atentados y guerras, refugiados y gentes arrinconadas en los campamentos, barcazas y pateras que transportan los deshechos de países y sociedades...
Qué significa entonces "que ha resucitado"?
Acusado, juzgado y condenado... Colgado de la cruz (el paso más vergonzoso y denigrante para cualquier persona).
Significa simplemente que "murió por nuestros pecados"? Que nos salvó de la muerte?
Seguimos contemplando los pecados de nuestro mundo. La muerte física y moral forma parte de nuestra experiencia.
Juan, en el texto del evangelio leído esta mañana dice esta frase: "Hasta entonces no habían entendido la escritura..."
Entender, qué?
Tal vez que el reino de Dios, ese modo nuevo de ser hombre-mujer, pasa por esa muerte. Como el grano que si no muere no germina y da fruto nuevo. O la levadura que hace fermentar la masa. O la comunidad de seguidores que se convierten en pan que se da en alimento y vino que da nueva energía para seguir al Maestro.
Creo que me conviene profundizar en palabras como ésas a ver si llego a entender, de verdad, la Escritura. O, como dice Pablo en otro texto que nos han leído, a ver si me convierto en levadura nueva para que en mi comunidad, en mi grupo, entre los que me rodean, pueda hacerse realidad "ese mundo nuevo" al estilo de nuestro padre Dios.
Texto del evangelio de Juan 20, 1-9
Pascua de Resurrección
He escuchado esta mañana las reflexiones que nos hicieron en la eucaristía. Nos hablan de la "resurrección" de Jesús de Nazaret y citan el evangelio como si se tratara de noticias del periódico. Se entretienen en detalles que toman por "históricos" y sentía que perdíamos de vista la profundidad y el compromiso que conlleva.
Digo creer en Jesús de Nazaret y, tal como proclamaban los primeros seguidores suyos, creo que su mensaje, su vida, es más fuerte que la muerte, que la violencia, que la opresión... Incluso más grande que la religión misma.
No resulta fácil seguir sus huellas y proclamar que ese otro mundo (más solidario, más justo, más humano, más a la manera de Dios) es posible.
A nosotros nos toca vivir esta sociedad que mide sus éxitos amontonando dinero y poder, influencias y dominio sobre otras personas y sobre la naturaleza misma.
Las noticias de los periódicos y de la televisión nos recuerdan una y otra vez los "frutos" conseguidos: atentados y guerras, refugiados y gentes arrinconadas en los campamentos, barcazas y pateras que transportan los deshechos de países y sociedades...
Qué significa entonces "que ha resucitado"?
Acusado, juzgado y condenado... Colgado de la cruz (el paso más vergonzoso y denigrante para cualquier persona).
Significa simplemente que "murió por nuestros pecados"? Que nos salvó de la muerte?
Seguimos contemplando los pecados de nuestro mundo. La muerte física y moral forma parte de nuestra experiencia.
Juan, en el texto del evangelio leído esta mañana dice esta frase: "Hasta entonces no habían entendido la escritura..."
Entender, qué?
Tal vez que el reino de Dios, ese modo nuevo de ser hombre-mujer, pasa por esa muerte. Como el grano que si no muere no germina y da fruto nuevo. O la levadura que hace fermentar la masa. O la comunidad de seguidores que se convierten en pan que se da en alimento y vino que da nueva energía para seguir al Maestro.
Creo que me conviene profundizar en palabras como ésas a ver si llego a entender, de verdad, la Escritura. O, como dice Pablo en otro texto que nos han leído, a ver si me convierto en levadura nueva para que en mi comunidad, en mi grupo, entre los que me rodean, pueda hacerse realidad "ese mundo nuevo" al estilo de nuestro padre Dios.
Texto del evangelio de Juan 20, 1-9