domingo, 28 de febrero de 2016

Deja todavía... a ver si da fruto

Domingo 28 de Febrero de 2016

Todavía nos queda, al menos en el subconsciente, las enseñanzas y comentarios escuchados en nuestras iglesias referentes al pecado, al castigo, a la condenación eterna. Y se nos hace cuesta arriba entender la actitud y comportamiento del padre del "hijo pródigo". Como que nos gusta más aquello de "el que hace la paga", o "diente por diente". Incluso lo de un juicio final en el que se pueda mandar a más de uno a la "condenación eterna" (nada menos que eterna).
Y ahí entra la parábola que leemos en la eucaristía de este domingo (3º de cuaresma) sobre la "higuera" que no da fruto... “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?”
Algo así nos gustaría. A todos esos que no dan fruto... "córtalos", acaba con ellos!  Y, sin pensar demasiado, hacemos una lista bien larga.
Durante mucho tiempo aceptamos como un hecho el que las desgracias, las enfermedades, todo lo malo que nos pasaba era como un castigo de Dios por nuestros pecados o como una prueba al menos... Y surge dentro de nosotros, incluso con violencia, un "por qué" gritado a Dios... Por qué a mí? O en general, por qué el hambre en el mundo, la violencia de las guerras, de la muerte de tantos niños... Y pienso ahora mismo en todos los inmigrantes y refugiados, en los que sufren la marginación y la violencia, en los que no tienen ni un techo, ni comida...
Lucas recoge el comentario que hace Jesús ante la violencia y la desgracia: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así?..."
Acaso nosotros somos mejores que todos esos inmigrantes y refugiados, o que los que sobreviven en medio de toda clase de carencias? No, no soy mejor que ellos. Y como dice Jesús mismo: "Si no nos convertimos, todos pereceremos".
Comenta J.A. Pagola: "Jesús no piensa en un Dios «justiciero» que va castigando a sus hijos e hijas repartiendo aquí o allá enfermedades, accidentes o desgracias, como respuesta a sus pecados..." 
"A Dios no lo encontraremos sino identificándonos con las víctimas. No lo descubriremos protestando de su indiferencia o negando su existencia, sino colaborando de mil formas por mitigar el dolor en el mundo entero. Entonces, tal vez, intuiremos entre luces y sombras que Dios está en las víctimas, defendiendo su dignidad eterna, y en los que luchan contra el mal, alentando su combate..."
Por eso dice Jesús en la parábola:  “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”.» 
Vuelve a insistir el Maestro: "Convertíos, cambiad de vida, daos la vuelta..." A ver si somos capaces de hacer que el reino de Dios se vaya haciendo presente en nuestra vida. Que se haga carne de nuestra carne en una sociedad solidaria, justa, fraterna en la que las personas sean lo más importante (verdadera encarnación de Dios).

Texto del evangelio de Lucas 13, 1-9


sábado, 20 de febrero de 2016

Escuchadle

Domingo 21 de Febrero de 2016

Metidos ya en la Cuaresma, el texto de Lucas que se nos propone este fin de semana es el referente a lo que llamábamos a la "transfiguración".
Todavía recuerdo ciertas explicaciones y comentarios escuchados en otros tiempos en los que casi nos parecía ver la escena como en una glorificación de Jesús y los personajes que le acompañan. Era como si el cielo (al que colocábamos allá arriba) hubiera bajado sobre aquella montaña... Y lo entendíamos tal y como lo dice el evangelio.
Creo que, finalmente, nos perdíamos lo más importante, el mensaje que aquellos primeros seguidores de Jesús de Nazaret querían transmitir: Jesús era tan especial que no encontraban palabras adecuadas para que lo pudieran entender los demás. Aquel hombre les transmitía algo muy especial. Sentían que estaba tan en sintonía con Dios que era como si les hablara Dios mismo. Su manera de ser, sus acciones, su estilo, sus palabras...
Esa impresión llena todo el texto de los evangelios. Lo encontraremos en los relatos de los "signos" que hacía (los milagros). También en sus parábolas. En los relatos de después de la Pascua (los discípulos de Emaús).
Así lo entendieron y así nos llega a nosotros...
"Éste es mi hijo, el escogido, escuchadle".
Ése es el punto. Prestar atención, escuchar, centrarnos en el Maestro.
Así lo comenta J.A. Pagola: "Los evangelios no son libros didácticos que exponen doctrina académica sobre Jesús. Tampoco biografías redactadas para informar con detalle sobre su trayectoria histórica. Son «relatos de conversión» que invitan al cambio, al seguimiento a Jesús y a la identificación con su proyecto..."
Porque realmente toda nuestra vida, como seguidores de Jesús de Nazaret, tiene que ir marcada por su mensaje y su estilo. Y su primera llamada es: "Convertíos, cambiad de estilo de vida y creed en la buena noticia".
Son las dos cosas: Darnos la vuelta y empezar a ver y entender nuestra vida como la más humana posible. En la que la persona (aún la más pobre y miserable, la más marginada, la más olvidada) es más importante que todos los poderosos y sus riquezas; más válida que todas las finanzas y todos los imperios.
Y la segunda cosa: la buena noticia. Que el reino de Dios está ya aquí. Que es posible esa sociedad, esa humanidad de la que habla. Que sí, que es posible. A pesar de todo lo que digan los políticos, la Unión Europea o Estados Unidos o quien sea...
Mira que me desazona el escuchar todos los días en las Noticias la cantidad tan grande de corrupción, de trampas, de engaños y abusos... Pero quiero escuchar al Maestro. Él me marca el camino mucho mejor que cualquier partido político.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 9,28b-36


sábado, 13 de febrero de 2016

No me dejes caer en la tentación

Domingo 14 de Febrero de 2016

Comenzamos en la iglesia el tiempo de Cuaresma. Todavía hoy, el nombre de cuaresma va asociado a seriedad, penitencia, viacrucis, sermones que nos hablan de la conversión de nuestros pecados...
Y el texto del evangelio que nos proponen es de "las tentaciones" de Jesús en el desierto. Así lo leemos en el evangelio de Lucas.
Supongo que todo esto que ha sido tradición en la iglesia durante tantos cientos de años bien se merece un respeto y, seguro, dentro de toda esa práctica encontramos valores que a más de uno nos ayudaron en nuestro caminar.
Hoy, sin embargo, y en medio de tantas noticias de corrupción política y económica, en medio de un ambiente social enrarecido y relleno de multitud de personas marginadas, violentadas y pagando en sus carnes el ansia y el afán desmedido de los poderosos... hoy pienso y reflexiono y apenas si consigo rezar con toda humildad las palabras de Jesús de Nazaret: "No me dejes caer en la tentación"...
Una tentación insidiosa e insistente: El poder, el dinero, el consumo desmedido, el goce inmediato, el olvido de las personas que me rodean...
No me dejes caer en la tentación!
Porque, aún reconociendo la magnitud de la corrupción que los jueces van sacando a la luz, quiero cuidarme de lanzar piedras contra todos ellos y comenzar por ese pequeño paso de humildad pidiendo a nuestro Padre que no me deje caer.

Unos párrafos de José Antonio Pagola sobre el texto de hoy: "En la primera tentación se habla de pan. Jesús se resiste a utilizar a Dios para saciar su propia hambre: “no solo de pan vive el hombre”. Lo primero para Jesús es buscar el reino de Dios y su justicia: que haya pan para todos...  En la segunda tentación se habla de poder y de gloria. Jesús renuncia a todo eso. Jesús no buscará nunca ser servido sino servir... En la tercera tentación se le propone a Jesús que descienda de manera grandiosa ante el pueblo, sostenido por los ángeles de Dios... Sólo una vida de servicio humilde a los necesitados manifiesta su Amor a todos sus hijos.
Texto del evangelio de Lucas 4,1-13

sábado, 6 de febrero de 2016

Por tu palabra echaré las redes

Domingo 7 de Febrero de 2016

En estos últimos días me preguntaba hasta qué punto "creo en Jesús de Nazaret".

Y no es una pregunta retórica. Tampoco es una pregunta sencilla.
A menudo hemos dado una respuesta llena de prácticas piadosas, de conocimientos recibidos en las charlas y comentarios de iglesia, de devociones y sacramentos que, digámoslo así, completan los requisitos para llamarse cristiano.
Pero siento que ésa no es una buena respuesta.
Roger Lenaers en su libro "Otro cristianismo es posible" me ha ayudado mucho a comprender el alcance de la pregunta. Creer en Jesús de Nazaret.
Está muy lejos del saber y de la acumulación de conocimientos.
Significa mucho, mucho más que todas las prácticas piadosas y devociones.
Creer en Jesús... Diría que, ante todo, es un enamoramiento. Y ahí entra todo lo que podemos llegar a pensar y a decir de la persona a la que decimos amar con todo el corazón.
"Por tu palabra, echaré las redes..." Es lo que le dice Pedro (que es un pescador de toda la vida) para volver a echar las redes en un lago en el que ha pasado toda la noche sin pescar ni un solo pez y que conoce de toda la vida.
Por tu palabra. Por tí. Porque me fío. Porque pongo toda mi fe en tí...

Aquí seguimos tratando de digerir los resultados de las últimas elecciones. Cada uno según su manera de pensar y según su criterio, ha puesto su confianza en un político o en otro... Sus palabras, sus promesas, sus proyectos... ¿Serán verdaderas? ¿Me puedo fiar?
A medida que crecemos en edad también vamos acumulando experiencias. Y los políticos y sus promesas son... palabras que lleva el viento (al menos en muchos casos).

De ahí mi pregunta de hoy. Creo en Jesús de Nazaret? Me fío? Asumo su proyecto como algo vital, como algo que implica toda mi vida?
Naturalmente no hablo de conocer y aceptar los milagros, saber sus palabras, cumplir con ritos y mandamientos eclesiásticos... No, estoy pensando en un estilo de vida que me comprometa hasta la raíz. Y su manera de hacer, su proyecto, es que el reino de Dios llegue a nosotros, que se haga realidad en mí.
Se trata de ese cambio y conversión que ponga nuevos ojos y nuevo corazón para ver a Dios que se encarna en los más débiles y desvalidos de manera que me compromete y afecta hasta lo más profundo.
"Por tu palabra..."


Texto del evangelio de Lucas 5,1-11


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