domingo, 4 de octubre de 2015

De los que son como ellos es el reino de Dios

Domingo 4 de Octubre de 2015

En la celebración de la eucaristía de este fin de semana nos comentaron el texto de Marcos (capítulo 10, 2-16) en el que preguntan a Jesús sobre la ley del divorcio que estaba establecida entre ellos... ¿Puede uno divorciar a su mujer?

El comentario que escuchamos se mantuvo en las explicaciones que siempre hemos escuchado en la iglesia. La ley de Dios, el sacramento, lo que Dios ha unido...
Supongo que eso es lo ortodoxo, lo que hay que decir. Pero me parece que Jesús de Nazaret va mucho más allá de la ley, lo establecido, lo de siempre, lo que está mandado.

No hay que olvidar que lo que estaba establecido (y lo que le preguntan) es si el hombre puede despedir a la mujer, dejarla... La respuesta de Jesús es una apuesta por la parte más débil, la mujer, que era la que podía verse abandonada (y eso legalmente).
Justo a continuación el texto del evangelio de Marcos dice que "algunos trataban de acercar a Jesús a unos niños y niñas que correteaban por allí y que los discípulos de Jesús se lo impedían...
Y aparece la misma actitud: "Dejad que se acerquen... De los que son como ellos es el reino de Dios"
Estamos ante lo débil, lo que no tiene valor, lo marginado, lo no importante: mujeres, niños, extranjeros, inmigrantes, ancianos abandonados, enfermos olvidados, parados de larga duración. ¿Cuántas veces lo repite el Maestro? 
La Buena Noticia del reino nos tiene que dar la vuelta. Nuestra escala de valores tiene que sufrir un auténtico descalabro. Perder para ganar. Ser el último para ser más grande. Dar la vida para encontrarla. Y ver en esos últimos el espacio en el que crece, de verdad, el reino de Dios.
Los hombres que seguían a Jesús, sus discípulos, no lo entendían. Querían el reino de Dios, su poder, sus influencias... Comenta José A. Pagola: "Los discípulos se molestan y tratan de impedirlo...
Se han olvidado ya del gesto de Jesús que, unos días antes, ha puesto en el centro del grupo a un niño para que aprendan bien que son los pequeños los que han de ser el centro de atención y cuidado de sus discípulos.


En el reino de Dios y en el grupo de Jesús, los que molestan no son los pequeños, sino los grandes y poderosos, los que quieren dominar y ser los primeros.
En su comunidad se necesitan hombres y mujeres que buscan el último lugar para acoger, servir, abrazar y bendecir a los más débiles y necesitados...

El reino de Dios no se difunde desde la imposición de los grandes sino desde la acogida y defensa a los pequeños. Donde estos se convierten en el centro de atención y cuidado, ahí está llegando el reino de Dios, la sociedad humana que quiere el Padre..."

Por eso, volviendo al tema primero (del divorcio, del matrimonio), creo que sólo cuando centramos nuestra vida en esa manera nueva de vivir, entonces seremos capaces de amar de verdad y de vivir intensamente esa maravilla del amor entre un hombre y una mujer. No por la ley, por los sacramentos ni por lo más sagrado; sino porque el reino de Dios habrá comenzado a crecer entre nosotros.

Texto del evangelio de Marcos 10, 2-16


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