Domingo 21 de Junio de 2015
Hoy me quedo con la palabra de Jesús de Nazaret: "¿Por qué sois tan cobardes?
Y sin embargo me veo siempre con esa duda que me impone la realidad de la sociedad que me rodea. Los valores que me venden cada día a través de los medios de comunicación: ganar más y más dinero, ser famoso, tener influencias, escalar puestos en la sociedad... al tiempo que contemplamos con desgana y desánimo los innumerables inmigrantes que llegan a nuestras costas, los que se han quedado sin trabajo, los que se han quedado sin casa, los que viven en la calle, los marginados.
Me duele saber y constatar los incontables casos de corrupción (en la política, en la administración, en el deporte, en las empresas...) alternando con la otra cara de nuestro mundo (la pobreza, la injusticia, la falta de solidaridad y humanidad)...
Y resuenan dentro de mí las palabras de Jesús: "¿Por qué sois tan cobardes?"
Y tengo que recordar la parábola del "grano de mostaza"... precisamente cuando me digo a mí mismo que no soy nadie, que no puedo cambiar las cosas, que todo eso me supera...
Quizás es porque me quiero poner como meta cambiar toda la sociedad, cuando en realidad lo que importa es que yo sea yo mismo viviendo a la manera de Jesús de Nazaret. Que ya sé que no soy nadie importante, que no tengo medios ni poder... Soy sólo eso: un grano de mostaza. Aceptar de verdad el cambio y poner todo mi empeño en actuar con la compasión y ternura del Maestro justo donde estoy y me encuentro. Porque por encima de la tormenta, del viento y de las fuertes olas, él está con nosotros. Y el Dios de Jesús, al que llamamos "papá o mamá", es el que actuará en el cambio de nuestro mundo. Y hará que la pequeña semilla de mostaza (nosotros) lleguemos a germinar y a crecer como elemento solidario, fraterno y compasivo.
Así que... "¿Por qué sois tan cobardes?"
Y termino sonriendo porque tiene razón. Voy a ver si soy de una vez el pequeño grano de mostaza y camino con la vista puesta en Dios, nuestro papá, que me lleva de su mano (como hacíamos nosotros con los niños).
Y no me refiero a la tormenta en el lago, a lo que puede parecer una anécdota más de las acciones del Maestro... Quiero pensar y creer que Jesús iba mucho más allá de calmar las olas y el viento.
Me digo a mí mismo que soy, o al menos lo intento, seguidor de Jesús. Que acepto su buena noticia del reino de Dios y que trato de hacer el cambio en mi vida. Un cambio de valores, de puntos de vista, de prioridades.Y sin embargo me veo siempre con esa duda que me impone la realidad de la sociedad que me rodea. Los valores que me venden cada día a través de los medios de comunicación: ganar más y más dinero, ser famoso, tener influencias, escalar puestos en la sociedad... al tiempo que contemplamos con desgana y desánimo los innumerables inmigrantes que llegan a nuestras costas, los que se han quedado sin trabajo, los que se han quedado sin casa, los que viven en la calle, los marginados.
Me duele saber y constatar los incontables casos de corrupción (en la política, en la administración, en el deporte, en las empresas...) alternando con la otra cara de nuestro mundo (la pobreza, la injusticia, la falta de solidaridad y humanidad)...
Y resuenan dentro de mí las palabras de Jesús: "¿Por qué sois tan cobardes?"
Y tengo que recordar la parábola del "grano de mostaza"... precisamente cuando me digo a mí mismo que no soy nadie, que no puedo cambiar las cosas, que todo eso me supera...
Quizás es porque me quiero poner como meta cambiar toda la sociedad, cuando en realidad lo que importa es que yo sea yo mismo viviendo a la manera de Jesús de Nazaret. Que ya sé que no soy nadie importante, que no tengo medios ni poder... Soy sólo eso: un grano de mostaza. Aceptar de verdad el cambio y poner todo mi empeño en actuar con la compasión y ternura del Maestro justo donde estoy y me encuentro. Porque por encima de la tormenta, del viento y de las fuertes olas, él está con nosotros. Y el Dios de Jesús, al que llamamos "papá o mamá", es el que actuará en el cambio de nuestro mundo. Y hará que la pequeña semilla de mostaza (nosotros) lleguemos a germinar y a crecer como elemento solidario, fraterno y compasivo.
Así que... "¿Por qué sois tan cobardes?"
Y termino sonriendo porque tiene razón. Voy a ver si soy de una vez el pequeño grano de mostaza y camino con la vista puesta en Dios, nuestro papá, que me lleva de su mano (como hacíamos nosotros con los niños).
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