Domingo 10 de Mayo de 2015
Seguimos con la lectura del evangelio de Juan. Tanto en el texto del evangelio como en sus cartas aparece una exigencia clave: Amar.
Jesús de Nazaret, a lo largo de toda su vida, nos anuncia la buena noticia de Dios: Cómo lo experimenta él mismo, cómo lo vive. Y se trata de Dios como "Abbá"= papá o mamá... Una experiencia tan especial que quiere expresar en todas las parábolas... Nada de "Señor Todopoderoso" o "Creador del Universo" o "Juez de todas las criaturas"... Y las imágenes (tan cercanas y fáciles de entender) nos muestran al "pastor", a la "mujer" que busca la moneda, al "padre" que celebra la vuelta del hijo, los lirios del campo, los pájaros del cielo...
A Juan se le quedó tan grabado! Y en un alarde define a Dios como "amor". Así, sin más!
También eso de la alegría es otro detalle. Me temo que el ambiente de iglesia no es precisamente "alegre". Todo resulta demasiado serio, demasiado solemne, demasiado religioso ... Parece hasta triste.
¿Recordáis cómo se comportan dos personas enamoradas? Ni serias, ni solemnes, ni religiosas, ni siguiendo normas...
Jesús de Nazaret, a lo largo de toda su vida, nos anuncia la buena noticia de Dios: Cómo lo experimenta él mismo, cómo lo vive. Y se trata de Dios como "Abbá"= papá o mamá... Una experiencia tan especial que quiere expresar en todas las parábolas... Nada de "Señor Todopoderoso" o "Creador del Universo" o "Juez de todas las criaturas"... Y las imágenes (tan cercanas y fáciles de entender) nos muestran al "pastor", a la "mujer" que busca la moneda, al "padre" que celebra la vuelta del hijo, los lirios del campo, los pájaros del cielo...
A Juan se le quedó tan grabado! Y en un alarde define a Dios como "amor". Así, sin más!
Una vez más diría que, especialmente entre los cristianos, nos encontramos con una palabra que ha perdido el sabor. Escuchamos las palabras de Juan en la iglesia, en la celebración de la eucaristía, y nos saben a eso, a iglesia, a cosa religiosa...; pero son palabras sin fuerza, sin emoción, sin sangre. Y se habla, también, de mandamiento. Algo tan contrario a la dinámica misma del amor. Lo que nos hace ver lo alejados que andamos de la vida real, de la vida de hombres y mujeres que "aman". Un sentimiento y una fuerza que nos conmueve y nos transforma, que nos hace vibrar y nos hace temblar por dentro, que ilumina nuestra mirada y nos llena de una vida especial...
Que os améis! Con un amor que es carne y sangre, es pan y vino, es entrega y solidaridad, es compasión y ternura...
Y volvemos a las palabras de Jesús de Nazaret: "Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba enfermo y me visitaste..."
Quiero recordar un texto y comentario de José María del Castillo en el que dice que "encontramos a Dios al humanizarnos". Porque no es que nos hagamos "divinos" al seguir los pasos de Jesús; sino que simplemente nos hacemos más humanos. Al estilo de Dios, nuestro papá. Al estilo de Jesús, nuestro Maestro.
Diría que si amamos, nos hacemos más humanos. Igualmente diría que sólo el amor me hace más hombre, más mujer, más persona... Y todo lo que me aleja del amor, de la compasión, de la ternura, de la solidaridad, eso es lo "inhumano" que hay en mí. Es la enfermedad que nos deshumaniza (la ambición, el deseo de poder, el afán de dinero, de ser más que los demás, el tener más y más...).
"¡Que os améis!"
Así, sin más. Ése es el camino de nuestra Maestro, Jesús de Nazaret.
Y si nuestra mayor aspiración es "ser más humanos", ése es el modo de conseguirlo
José Antonio Pagola comenta: "Ser cristiano no es en primer lugar un asunto doctrinal, sino una cuestión de amor." Y añade: "Jesús no presenta este mandato del amor como una ley que ha de regir nuestra vida haciéndola más dura y pesada, sino como una fuente de alegría: «Os hablo de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud».También eso de la alegría es otro detalle. Me temo que el ambiente de iglesia no es precisamente "alegre". Todo resulta demasiado serio, demasiado solemne, demasiado religioso ... Parece hasta triste.
¿Recordáis cómo se comportan dos personas enamoradas? Ni serias, ni solemnes, ni religiosas, ni siguiendo normas...
"Que os améis!"
Texto del evangelio de Juan 15, 9-17
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