Domingo 13 de Julio de 2014
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Tantas veces hemos escuchado las parábolas y cuentos de Jesús de Nazaret que casi ya no prestamos atención. Y nos hacemos nuestras reflexiones o simplemente escuchamos lo que nos dicen en la eucaristía...
"El que tenga oídos que oiga".
"Salió el sembrador a sembrar y..."
Le damos vueltas a "la palabra de Dios", a "nuestras buenas obras", a "los frutos que producimos", y a otras tantas consideraciones. Sin embargo lo que importa es el mensaje central de Jesús: "el reino de Dios". Algo que no se explica, sino que se vive. Habría que decir: menos reflexiones y más vida, menos palabras y más ternura y compasión.
Como leía en el libro de José María Castillo: Jesús de Nazaret no nos explica quién es Dios, sino cómo podemos encontrarlo. No nos dice los misterios de la Santísima Trinidad, sino cómo sería nuestro mundo si viviéramos al estilo de nuestro padre (Dios). O sea es un acontecer, no una explicación ni una reflexión.
"Salió el sembrador a sembrar..." Así caminamos en este mundo, en esta sociedad. Entiendo que lo importante no es que vayamos "predicando" por ahí lo que llamamos la palabra de Dios. No, lo que importa es si mi vida va sembrando pedacitos de reino de Dios, si mi modo de hacer y de actuar va haciendo realidad una humanidad nueva en la que sea más importante la solidaridad y la compasión, el respeto y la ternura... comenzando por los más necesitados y los más débiles.
"El que tenga oídos que oiga"
Texto del evangelio de Mateo (13,1-23)
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