domingo, 25 de mayo de 2014

Obras son amores

Domingo 25 de Mayo de 2014

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Mes gusta el refrán castellano: "Obras son amores y no buenas razones".
En la eucaristía de hoy nos enredaron hablando de la Santísima Trinidad y del Espíritu Santo... y apenas si nos comentaron esa palabra de Jesús: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos..."
Y no me refiero a los mandamientos tal como nos los han enseñado. No, es su palabra, su buena noticia, su llamada al cambio y conversión para convertirnos en criaturas nuevas que, ante todo, piensan y sueñan con un mundo más justo y solidario, que aspiran a una vida llena de compasión y ternura dispuesta a compartir y a dar incluso la vida por los hermanos.
Entiendo que cuando intentamos vivir de esa manera, Dios nos regala su aliento (que es su espíritu) y nos convertimos en hijos suyos, en la nueva humanidad. Y eso es lo que tiene que caracterizar a toda comunidad de seguidores de Jesús. Todo lo demás son elucubraciones de los hombres que según su saber y su cultura razonan e imaginan lo que jamás han visto. Y, desgraciadamente, proclamamos y convertimos en "palabra de Dios" lo que sólo es un producto de la pequeña mente humana.
"El que me ama..." = El que quiere seguir el camino del Maestro. De verdad, en serio.
"Guardará mis mandamientos" = Y el Maestro señala al prójimo, a los desvalidos, a los más pobres, a los humildes y despreciados, al que sufre, al oprimido... (Tuve hambre... Tuve sed... Estaba desnudo... Estaba en la cárcel...). Amar! Amar de verdad, no sólo con el pensamiento. Amar que es una entrega y un servicio, que es ayuda y solidaridad, que es compasión y ternura...
Obras son amores, y no buenas razones!
Texto del evangelio de Juan (14,15-21)

domingo, 18 de mayo de 2014

Yo soy el camino

Domingo 18 de Mayo de 2014.

Odres Nuevos - Evangelio 18_de_mayo_2014_color
Me gusta el detalle del título de José Antonio Pagola: "No te pierdas, yo soy el camino" (Y voy hacia el sur...)".
A mi modo de entender eso es precisamente lo que centra el mensaje de Jesús. Cuando nos habla y nos dice que él es el camino, sólo le falta decirnos que el camino es el hombre, el hermano, el que está a nuestro lado... Y casi siempre lo encontraremos en el "sur", en esas zonas y lugares en los que se amontona la humanidad, en los que abunda la miseria, la marginalidad, el desamparo, la falta de trabajo, la pobreza y el hambre... Todos los elementos que nos muestran la inhumanidad de una sociedad, de un mundo que adora el poder y el dinero y todo lo que puede dar, al tiempo que olvida a sus semejantes.
En nuestros encuentros de iglesia, en nuestras eucaristías, casi sin darnos cuenta nos quedamos mirando el cielo, añorando al Maestro y suspirando por el mundo del más allá. Y cuando nos dice que Él es el camino sólo acertamos a pensar que es el Hijo de Dios, que tiene palabras de vida eterna, que es el Señor, que sólo Él tiene la verdad, que sólo Él nos puede salvar... Y con esa nostalgia nos volvemos a nuestras casas y a nuestras rutinas...
Y nos olvidamos de su mensaje principal, de la buena noticia, de la conversión hacia los hermanos, de la compasión y la ternura, de que si no nos volcamos en los más débiles y necesitados jamás encontraremos el camino ni a nuestro Maestro.
Y en medio de tanta predicación y comentarios volvemos a repetir la petición de Tomás: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?..."
Rezo a Dios, nuestro padre, para que nos mande su aliento que nos permita entender el camino que nos señala Jesús. Amén.
Texto del evangelio de Juan (14,1-12)


domingo, 11 de mayo de 2014

Para que tengan vida y la tengan abundante

Domingo 11 de Mayo de 2014

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Odres Nuevos Evangelio 11 MAYO COLOR
El texto que nos han leído en la eucaristía de este domingo está tomado del evangelio de Juan y habla del Buen Pastor: su voz, conoce a sus ovejas, las llama por su nombre... Él es la puerta.
Sí, he escuchado el comentario muchas veces. Incluso he llegado a escuchar la importancia de los sacerdotes como "pastores" de la iglesia, de la comunidad de seguidores de Jesús.
Nos lo repitieron tantas veces que ya hemos asumido que la comunidad cristiana es como es: la jerarquía, los sacerdotes, los religiosos y finalmente los laicos. Somos el rebaño, los que tenemos que escuchar, los que decimos Amén.
¿Pero tiene que ser así? ¿Es realmente lo que quería decirnos Jesús, el Maestro?
Juan y los primeros seguidores hicieron una lectura de su palabra de acuerdo a sus tiempos, a su cultura, a su modo de entender. ¿Cómo lo entendemos hoy?
A mi me llama la atención su palabra final, algo así como su objetivo y finalidad: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante".
Cuando escuchamos su primer anuncio del reino de Dios, su buena noticia, es para hablarnos de una nueva vida, de un mundo y una sociedad más humana, más tierna y compasiva, más solidaria y justa. Se trata de la vida. Que los últimos, los olvidados, los oprimidos, los despreciados, los desheredados de esta tierra... sientan que Dios está de su parte, que nos los olvida, que lo que más desea es un mundo tan diferente... Y a esa tarea nos invita a todos sus seguidores. Que sea lo que más nos preocupa, lo que llevamos en nuestro corazón.
Y al escuchar hoy esa palabra siento que me remite, de nuevo, a su primer anuncio: el reino de Dios. Que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Una vida llena de compasión y ternura y en la que la fracción del pan, la eucaristía, el compartir es como el símbolo y el punto en el que encontramos la fuerza para intentar vivir esa vida a la que estamos invitados.
Texto del evangelio de Juan (10,1-10)

domingo, 4 de mayo de 2014

Al partir el pan

Camino de Emaús

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Odres Nuevos Evangelio 4 de mayo 2014 color
Frecuentemente la participación en la eucaristía del domingo resulta tan anodino y tan sin relieve que nos devuelve a la realidad de nuestras vidas sin sorpresas, sin ese algo que signifique el encuentro apasionante que nos cambia y nos motiva...
Camino de Emaús. Así les pasaba a aquellos discípulos de Jesús. Ellos se iban de Jerusalén con toda la carga y el peso de la pasión, del final, de la derrota. "Nosotros esperábamos..."
La diferencia enorme es que el Maestro les hace ver una historia diferente. Toda la pasión, el sufrimiento y la muerte aparecen en una lectura diferente. "¿No era necesario que padeciera...?" Lo que importa es el reino de Dios que sigue adelante... Y así entramos en la nueva vida, en la gloria de Dios.
Es verdad que se nos habla de que "venció la muerte" y "el pecado" y así nos salva a todos; pero hablamos de ello de forma tan espiritual que me temo que ya no entendemos nada de nada.
Jesús, con su palabra y con su vida, nos señala el camino hacia el reino, hacia la vida nueva de Dios. Y, precisamente debido a ese compromiso y a esa entrega, Jesús pasó por el sufrimiento, por el dolor, por la acusación, la condena y la muerte de cruz. Y si se dice que "venció la muerte y el pecado (también el dolor y la enfermedad)" no es porque a partir de ese momento iban a desaparecer. No, la muerte forma parte de nuestra vida física, de nuestro cuerpo. Con todas sus limitaciones y dolores. Lo que cambia es precisamente el sentido, la nueva lectura. "¡Qué necios y torpes sois para entender...!"
Así nos pasa a nosotros.
Al final del relato nos apunta el dato: "...cómo lo habían reconocido al partir el pan".
El estilo nuevo del grupo marcó de tal manera a los seguidores de Jesús que, entre las características que se recogen en los Hechos de los Apóstoles, se señala que eran asiduos en la fracción del pan.
Quiero entender que nuestra eucaristía, en cualquier comunidad de seguidores, debe ser menos espiritual y mucho más fraterna, solidaria y compasiva. Una acción que nos implique y nos comprometa, que incentive y aumente la relación compasiva con todos los que nos rodean y ayude a crear un entorno nuevo, una sociedad más justa a la manera de los hijos de Dios.
Texto del evangelio de Lucas (24,13-35)

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