Domingo 9 de Marzo de 2014
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El texto de Mateo (4,1-11) sobre las tentaciones de Jesús, su ayuno en el desierto y sus respuestas a las tentaciones del diablo las he escuchado tantas veces que ya me las sé de memoria.
En otros tiempos (bueno, ahora lo siguen haciendo los que nos predican en la eucaristía) me gustaba reflexionar sobre lo que pudo ser tentación para Jesús de Nazaret y las respuestas que fue dando a lo largo de su vida.
Puede que, aún ahora, nos ayude todo eso; pero en estos momentos pienso que mi reflexión se centra más en mis propias tentaciones.
Al recibir el anuncio de la Buena Noticia del reino, mi vida se ve afectada y decido si doy un cambio a mi vida o sigo como siempre.
Cuando Jesús de Nazaret nos dice: "Convertíos, daos la vuelta, creed en la buena noticia...", me parece interesante, me gusta; pero mi tentación es seguir como siempre. Creo en lo que me dice; pero le pongo muchas dificultades. Me parece fenomenal eso de vivir en un mundo solidario, justo y compasivo; pero me cuesta aceptar plenamente la pobreza y la miseria de los más débiles, de los marginados, de los inmigrantes... compartiendo de verdad con ellos lo que tengo. Sería maravilloso un mundo a esa imagen de Dios (compasivo, lleno de ternura... "que hace salir el sol sobre buenos y malos"); pero le echo la culpa a los políticos y poderosos y yo me quedo esperando que esto cambie...
Mis tentaciones. ¿Qué hago? Con lo fácil que sería hacer algún milagro, no? Milagro de "panes y peces", milagro de ángeles que cambian a las personas o de políticos que bajan de su trono y caminan con los más necesitados...
Al final, la dinámica de Jesús es mucho más sencilla y va haciendo camino, día a día, con los que tiene cerca, con los que le rodean, tratando de hacer realidad ese reino de Dios en el que los últimos serán los primeros y los publicanos y las prostitutas pasarán delante... porque entendieron e hicieron realidad eso de convertirse, de darse la vuelta...
Texto del evangelio de Mateo (4,1-11)
En otros tiempos (bueno, ahora lo siguen haciendo los que nos predican en la eucaristía) me gustaba reflexionar sobre lo que pudo ser tentación para Jesús de Nazaret y las respuestas que fue dando a lo largo de su vida.
Puede que, aún ahora, nos ayude todo eso; pero en estos momentos pienso que mi reflexión se centra más en mis propias tentaciones.
Al recibir el anuncio de la Buena Noticia del reino, mi vida se ve afectada y decido si doy un cambio a mi vida o sigo como siempre.
Cuando Jesús de Nazaret nos dice: "Convertíos, daos la vuelta, creed en la buena noticia...", me parece interesante, me gusta; pero mi tentación es seguir como siempre. Creo en lo que me dice; pero le pongo muchas dificultades. Me parece fenomenal eso de vivir en un mundo solidario, justo y compasivo; pero me cuesta aceptar plenamente la pobreza y la miseria de los más débiles, de los marginados, de los inmigrantes... compartiendo de verdad con ellos lo que tengo. Sería maravilloso un mundo a esa imagen de Dios (compasivo, lleno de ternura... "que hace salir el sol sobre buenos y malos"); pero le echo la culpa a los políticos y poderosos y yo me quedo esperando que esto cambie...
Mis tentaciones. ¿Qué hago? Con lo fácil que sería hacer algún milagro, no? Milagro de "panes y peces", milagro de ángeles que cambian a las personas o de políticos que bajan de su trono y caminan con los más necesitados...
Al final, la dinámica de Jesús es mucho más sencilla y va haciendo camino, día a día, con los que tiene cerca, con los que le rodean, tratando de hacer realidad ese reino de Dios en el que los últimos serán los primeros y los publicanos y las prostitutas pasarán delante... porque entendieron e hicieron realidad eso de convertirse, de darse la vuelta...
Texto del evangelio de Mateo (4,1-11)
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