Domingo 2 de Marzo de 2014
Estaba escuchando el texto de Mateo (6,24-34) en la eucaristía de hoy y pensaba en lo difícil que se nos hace comprender y aplicar lo que nos dice Jesús de Nazaret: "No podéis servir a Dios y al dinero..."
Somos millones de personas las que decimos y creemos ser discípulos y seguidores del Maestro. Debería notarse, no?
Sin embargo apenas si nos diferenciamos de los demás.
El dinero es el amo del mundo. Podríamos decir que es el amo de nuestras vidas.
Por dinero se busca y se pelea. Los políticos y los poderosos (véase grandes empresas y negocios) ponen en el centro de sus decisiones al dinero. Los discursos políticos, los partidos, las propuestas y discusiones que nos presentan mantienen en el centro de su pensamiento al dinero. Incluso la gran preocupación que llena la vida de muchísimas personas es la de cómo ganar más dinero...
O Dios o el dinero.
Así de tajante, así de claro.
Y es que si ponemos a Dios, eso quiere decir que, antes que el dinero, están las personas (sobre todo los más débiles y necesitados); antes que las ganancias, la solidaridad; antes que las cuentas e intereses bancarios, la compasión y la ternura; antes que el prestigio y la fama, los que apenas tienen para subsistir, los sin trabajo, los sin casa, los sin papeles...
¿Qué pasaría si todos los que nos decimos "discípulos de Jesús de Nazaret" comenzáramos a vivir de esa manera?
No se puede "servir a dos amos"... No! No se puede servir al dinero y al mismo tiempo servir a Dios.
Texto del evangelio de Mateo (6,24-34)
Somos millones de personas las que decimos y creemos ser discípulos y seguidores del Maestro. Debería notarse, no?
Sin embargo apenas si nos diferenciamos de los demás.
El dinero es el amo del mundo. Podríamos decir que es el amo de nuestras vidas.
Por dinero se busca y se pelea. Los políticos y los poderosos (véase grandes empresas y negocios) ponen en el centro de sus decisiones al dinero. Los discursos políticos, los partidos, las propuestas y discusiones que nos presentan mantienen en el centro de su pensamiento al dinero. Incluso la gran preocupación que llena la vida de muchísimas personas es la de cómo ganar más dinero...
O Dios o el dinero.
Así de tajante, así de claro.
Y es que si ponemos a Dios, eso quiere decir que, antes que el dinero, están las personas (sobre todo los más débiles y necesitados); antes que las ganancias, la solidaridad; antes que las cuentas e intereses bancarios, la compasión y la ternura; antes que el prestigio y la fama, los que apenas tienen para subsistir, los sin trabajo, los sin casa, los sin papeles...
¿Qué pasaría si todos los que nos decimos "discípulos de Jesús de Nazaret" comenzáramos a vivir de esa manera?
No se puede "servir a dos amos"... No! No se puede servir al dinero y al mismo tiempo servir a Dios.
Texto del evangelio de Mateo (6,24-34)
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