Domingo 23 de Febrero de 2014
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Las palabras del texto de hoy las hemos escuchado muchas veces en la iglesia. Sabemos lo del "diente por diente, ojo por ojo"... Y también sabemos lo de "poner la otra mejilla". Y también lo de "amaos unos a otros". Todo eso son palabras de iglesia; pero ¿qué pasa cuando salimos de la iglesia?
Nuestra realidad social y política está diciendo siempre todo lo contrario. Al enemigo ni agua. Y el que la hace, la paga. Y si piensa distinto... se convierte en enemigo. Si es de otro color, entonces es un extranjero y "mejor que se vaya a su país". Aquí no lo queremos. Porque son "delincuentes", porque vienen a quitarnos el trabajo o a robar.
Incluso dentro de la organización de la iglesia tampoco faltan los ejemplos de prepotencia, de abuso, de influencias de poder, de desprecio o poco aprecio hacia los más débiles, a los que son diferentes, a los que no piensan igual...
El texto de Mateo nos propones bastantes ejemplos de lo que puede significar "amar", "aceptar y acoger", "valorar y comprender", "ser personas de paz", gentes que construyen una sociedad basada en la compasión y la ternura por encima de poder, de armas, de razonamientos, de verdad o mentira, de agravios y ofensas... Porque "si sólo amáis a los que os aman..." Eso es lo que lo hacen todos.
Entrar en el reino de Dios, en ese mundo nuevo de solidaridad, de hermandad... conlleva todo eso. Tengo que ir aprendiendo a mirar con los ojos de Dios "que hace salir el sol sobre malos y buenos". Esa mirada comprensiva que intenta descubrir a la persona, a su necesidad y exigencia de felicidad, de humanidad, de cercanía y que, tal vez, la vida le ha llevado a acumular odio, rencor, ambición de poder y no sabe encontrar el camino hacia una felicidad plena...
Me duele la actitud de muchos poderosos, políticos y gentes importantes porque parece que sólo tienen ojos para su bolsillo, para su poder, para su ambición y sus intereses... y deseo que puedan descubrir que hay mucha mayor felicidad en la solidaridad, en la mesa compartida, en la alegría del pueblo que revive en medio de la compasión y la ternura hacia los más débiles y necesitados.
Yo creo que es así como Dios nos mira. A todos sin excepción! Expresado con esa imagen antigua y deliciosa de Dios que "manda la lluvia a justos e injustos"... Porque si sólo saludamos a los nuestros hermanos... ¿qué hacemos de extraordinario?
Texto del evangelio de Mateo (5,38-48)
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