Domingo 5 de Enero de 2014
CC
Texto del evangelio de Juan (1,1-18)
Cuando Juan hace esa afirmación, nos parece evidente y razonable. Nadie, ningún hombre, ningún sabio, doctor, sacerdote, obispo o papa. Y sin embargo llegamos a hablar de Dios como si lo conociéramos de toda la vida. Afirmamos y aseguramos cosas hasta convertirlas en eso que llaman "dogma de fe", algo que hay que creer con los ojos cerrados.
Al pensar en todo esto esta mañana de domingo siento que nos hemos alejado tanto de la Buena Noticia de Jesús de Nazaret. El lenguaje del evangelio es sencillo y llano y mediante cuentos y parábolas nos dice el estilo y manera de Dios, algo tan profundo y tan vivido por él mismo que nos hace entrever cómo debe ser... El padre bondadoso del hijo pródigo, el dueño de la viña que contrata a última hora, el pastor que busca la oveja perdida, la mujer que busca la moneda... y tantos otras comparaciones.
Y aunque como dice "nadie lo ha visto", nos da otra pista: ..."se hizo carne y acampó entre nosotros". Quizás hemos centrado toda nuestra atención en el niño de Belén, en las fiestas de Navidad, en las representaciones y hemos olvidado las indicaciones que nos da Jesús mismo.
Porque no se trata de honrar, venerar y adorar a Jesús de Nazaret cuando nace; sino de vivir a su manera y estilo. Me creo que nos hemos quedado mirando al niño, nos enamoramos de él y olvidamos a los hermanos. Por eso nos encontramos con que las iglesias cristianas celebran estas fiestas al tiempo que nuestro mundo y nuestra sociedad sigue movida por los hilos del capitalismo y del consumo como si no tuviera nada que ver una cosa con la otra.
Entiendo que Dios acampa entre nosotros, carne de nuestra carne, y tenemos que descubrirlo y sólo podremos hacerlo si nos llenamos de ternura y compasión incluso hacia aquellos que nos hacen daño, hacia aquellos que nos oprimen con sus leyes, con sus imposiciones, con sus abusos y violencias... A ver si soy capaz de mirar y de actuar al estilo y manera de Dios.
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