16 de junio 2013 - 11º domingo Tiempo ordinario
«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.»
Hoy, en la eucaristía de este domingo, nos han hecho el comentario del texto de Lucas y los de las otras lecturas centrando la atención en la conversión, en el amor de Dios, en el cambio de vida... Y me estaba recordando mi propia experiencia y vivencia siguiendo la tradición más ortodoxa de la religión católica. ¡Cuántos pecados! ¡Cuántas confesiones! ¡Cuántos exámenes de conciencia! ¡Cuántas penitencias!... para terminar siempre como en un círculo vicioso como el niño que está aprendiendo a escribir y comete tantas faltas que, a cada paso, tiene que estar borrando y corrigiendo... Y termina por ver únicamente las faltas cometidas, los borrones, las manchas sin entender siquiera las palabras que está escribiendo.
Pablo, en esas cartas que escribía a aquellas comunidades de seguidores de Jesús tiene un lenguaje diferente. Bueno, quiero decir que su manera de explicar, sus comentarios, están muy lejos de la manera del Maestro, Jesús de Nazaret. Tiene un lenguaje como de escuela, con muchos argumentos y ejemplos rebuscados, más propios de maestros y estudiantes de la escuela de teología o rabínica y totalmente alejados de la realidad cultural de nuestro tiempo. Aún con todo, señala que lo que nos salva es la fe = fiarnos y creer en el mensaje del Maestro, estar convencidos del nuevo estilo de vida que nos anuncia y nos propone.
El otro día, una señora de esas que hablan en la iglesia y pertenece al consejo parroquial... le preguntaba a un muchacho que nos ayuda en el reparto de alimentos en Cáritas que si creía en Dios... Y durante un rato le dio la charla... Supongo que para ella significaba su manera de ser mensajera del evangelio, predicar la buena noticia.
Me sentí incómodo. Y veía en su persona el modo y manera de la iglesia que "predica" el evangelio y habla y habla... en medio de un mundo que vive y respira, que ama y que odia, que goza y que sufre, que espera y también se desespera.
¿Que si creo en Dios? ¿Que si amo a Dios? ¿Que si me convierto a Dios?
Lo primero que me vino a la mente fueron las palabras de Juan, en una de sus cartas: A Dios nadie le ha visto. Si no amas a tus hermanos a los que ves, cómo vas a amar a Dios...
Entiendo que hemos desenfocado el mensaje de Jesús.
Al amar a mis hermanos entiendo que Dios me perdona.
Al amar entiendo que Dios me salva.
Al ser solidario con los más débiles y necesitados me estoy convirtiendo.
"Porque tiene mucho amor" dice Jesús de la mujer...
Sin darnos cuenta nos hemos hecho más exigentes y duros que los más estrictos fariseos y escribas. Y juzgamos según el cumplimiento de las leyes. ¿Dónde se ha quedado el amor? ¿Dónde está la compasión y la ternura?
Si no amamos, si no desarrollamos la ternura y la compasión... es que no hemos entendido nada del mensaje de Jesús. Y el amor, la ternura y la compasión son de carne y hueso o si no... sólo son palabras.
"Porque tiene mucho amor"...
Pablo, en esas cartas que escribía a aquellas comunidades de seguidores de Jesús tiene un lenguaje diferente. Bueno, quiero decir que su manera de explicar, sus comentarios, están muy lejos de la manera del Maestro, Jesús de Nazaret. Tiene un lenguaje como de escuela, con muchos argumentos y ejemplos rebuscados, más propios de maestros y estudiantes de la escuela de teología o rabínica y totalmente alejados de la realidad cultural de nuestro tiempo. Aún con todo, señala que lo que nos salva es la fe = fiarnos y creer en el mensaje del Maestro, estar convencidos del nuevo estilo de vida que nos anuncia y nos propone.
El otro día, una señora de esas que hablan en la iglesia y pertenece al consejo parroquial... le preguntaba a un muchacho que nos ayuda en el reparto de alimentos en Cáritas que si creía en Dios... Y durante un rato le dio la charla... Supongo que para ella significaba su manera de ser mensajera del evangelio, predicar la buena noticia.
Me sentí incómodo. Y veía en su persona el modo y manera de la iglesia que "predica" el evangelio y habla y habla... en medio de un mundo que vive y respira, que ama y que odia, que goza y que sufre, que espera y también se desespera.
¿Que si creo en Dios? ¿Que si amo a Dios? ¿Que si me convierto a Dios?
Lo primero que me vino a la mente fueron las palabras de Juan, en una de sus cartas: A Dios nadie le ha visto. Si no amas a tus hermanos a los que ves, cómo vas a amar a Dios...
Entiendo que hemos desenfocado el mensaje de Jesús.
Al amar a mis hermanos entiendo que Dios me perdona.
Al amar entiendo que Dios me salva.
Al ser solidario con los más débiles y necesitados me estoy convirtiendo.
"Porque tiene mucho amor" dice Jesús de la mujer...
Sin darnos cuenta nos hemos hecho más exigentes y duros que los más estrictos fariseos y escribas. Y juzgamos según el cumplimiento de las leyes. ¿Dónde se ha quedado el amor? ¿Dónde está la compasión y la ternura?
Si no amamos, si no desarrollamos la ternura y la compasión... es que no hemos entendido nada del mensaje de Jesús. Y el amor, la ternura y la compasión son de carne y hueso o si no... sólo son palabras.
"Porque tiene mucho amor"...
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