domingo, 5 de agosto de 2012

El pan que da vida al mundo


5 de agosto 2012 - 18º domingo tiempo ordinario
"No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida para siempre..."
Toda la reflexión que nos hace el evangelio de Juan nos ha empujado a razonar y argumentar sobre la vida espiritual, sobre la eucaristía, sobre la vida eterna...
Y, como en tantas ocasiones, vamos dejando de lado el mensaje inicial de Jesús de Nazaret. La buena noticia del reino se queda escondida y los sabios y doctores de la religión van aplicando sus razonamientos que, sermón tras sermón, inculcan en la gente sencilla toda una serie de verdades y doctrinas a las que señalan como "dogma" y "palabra de Dios".
Sin embargo, respetando lo que puedan decir todos los doctores y sabios de la iglesia, si no centramos todo lo que escribe Juan en su evangelio y lo miramos en el contexto de la buena noticia de Jesús, nos alejamos totalmente del camino de reino de Dios.
Palabras de Jesús:
-No sólo de pan vive el hombre... (que se cita en las tentaciones del desierto)
-El que beba del agua que yo le daré no volverá a tener más sed (en el diálogo con la samaritana)
-...el hombre que construyó un granero más grande para guardar su cosecha. Desgraciado! Esta misma noche te pedirán tu alma... (el reino de Dios se parece...)
-Buscad ante todo el reino de Dios
-De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma...!
-No os preocupéis tanto por lo que vais a comer o beber... Mirad las flores del campo y los pájaros del cielo...
Y junto a todo eso...
-Venid, benditos de mi padre, porque estuve enfermo, tuve hambre, tuve sed, estaba en la cárcel... y me atendisteis... Entrad en el reino.
Son las obras de Dios, son la referencia...


A partir de ahí, escucho las palabras del texto de hoy.
La comida a la que nos invita... Es la humanidad nueva, la solidaridad y la justicia, vivir al estilo de Jesús. Unidos a los hombres y mujeres que parece que ya casi no les queda "humanidad", reducidos como están a la mera subsistencia, intentamos compartir nuestra vida repitiendo constantemente el gesto que señala Jesús (dar de comer, vestir, visitar, apoyar, hacer posible una vida más justa y humana).
Como dice José Antonio Pagola: "Jesús quiere despertar en ellos un hambre diferente. Les habla de un pan que no sacia solo el hambre de un día, sino el hambre y la sed de vida que hay en el ser humano. No lo hemos de olvidar. En nosotros hay un hambre de justicia para todos, un hambre de libertad, de paz, de verdad. Jesús se presenta como ese Pan que nos viene del Padre, no para hartarnos de comida sino “para dar vida al mundo”.
Tengo que ir percibiendo esas señales de Jesús de Nazaret. Quiero empezar a sentir esa hambre diferente, esos deseos de vida más justa y solidaria... Y al unirme a todo el grupo o comunidad de seguidores de Jesús, celebro (como dice Pablo) su vida, su muerte y su vida nueva... Ese gesto, que tanto hemos repetido, de comulgar y darnos la paz... quiero que me encamine hacia esa manera de ver y entender mi vida. Porque ése es el único pan que da vida a nuestro mundo.
Creo que no es justo entender todo esto en base a "mi vida eterna", como si la eucaristía fuera una medicina que me salva y me transporta a otra dimensión prescindiendo de la realidad que me rodea, de mis hermanos, de esta humanidad...
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,24-35):
En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaún.
Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les dijo: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Ésta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.»
Le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?»
Jesús les contestó: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.»
«¿Y qué señal puedes darnos –le preguntaron– para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: “Dios les dio a comer pan del cielo.”»
Jesús les contestó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.»
Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.»
Y Jesús les dijo: «Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.»

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