Quiero hacerme eco e incorporar a mi blog este escrito del subcomandante insurgente Marcos. Él se explica mejor de todo lo que yo pueda decir:
El dolor de nuestros pueblos ha sido nombrado por quienes lo padecen desde hace 500 años.
El despojo y robo de tierras y recursos naturales, pero ahora con las ropas nuevas de la “modernidad”, el “progreso”, la “civilización”, la “globalización”. La explotación de cientos de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos, reproduciendo los tiempos y métodos de las encomiendas y las grandes haciendas de la época en que las coronas de Europa se impusieron a sangre y fuego. El desprecio que recibimos por nuestro color, nuestra lengua, nuestra forma de vestir, nuestros cantos y bailes, nuestras creencias, nuestra cultura, nuestra historia, de la misma forma que hace 500 años, cuando se discutía si éramos animales a quienes había que domesticar o fieras a quienes había que aniquilar, se referían a nosotros como inferiores.
Como antes, como hace 500 años, como hace 200 años, como hace 100 años. Sin embargo, algo ha cambiado. Nunca antes la destrucción había sido tanta y tan irremediable.
Nunca antes había sido tanta y tan incontrolable la brutalidad contra tierras y gente. Y nunca antes había sido tanta y tan grande la estupidez de los malos gobiernos que sufren nuestros países. Porque ocurre que lo que están matando es la tierra, la naturaleza, el mundo. Sin lógica de tiempo y lugar, catástrofes de temblores, sequías, huracanes, inundaciones, se empiezan a presentar en todo el planeta.
Allá arriba, en los gobiernos, no hay esperanza alguna. Ni para nuestros pueblos indios, ni para los trabajadores del campo y de la ciudad, ni para la naturaleza. Y para acompañar esta guerra en contra de la humanidad, una gigantesca mentira se ha levantado.
Se nos dice, se nos repite, se nos enseña, se nos impone, que el mundo caminó su historia para llegar a donde mandara el dinero, los de arriba ganaran y nosotros, el color que somos de la tierra, perdiéramos. La monarquía del dinero se presenta, así, como la culminación de los tiempos, el fin de la historia, la realización de la humanidad.
En estas tierras, que llamaron “nuevo mundo”, ellos impusieron su geografía. Hubo desde entonces “norte”, “sur”, “oriente” y “occidente”, y fueron acompañados de signos de poder y barbarie. Impusieron también su calendario: para arriba los días de reposo y bienestar, para abajo los días de desesperación y muerte.
Y celebran cada 12 de octubre el “día del descubrimiento de América”, cuando en realidad es la fecha del inicio de la guerra más larga de la historia de la humanidad, una guerra que dura ya 500 años y que tiene como objetivo la conquista de nuestros territorios y el exterminio de nuestra sangre. Hay una palabra que viene desde el origen mismo de la humanidad, y que marca y define las luchas de los hombres y mujeres de todos los rincones del planeta. Esta palabra es “LIBERTAD”. Es lo que queremos como pueblos, naciones y tribus originarias: LIBERTAD. Y la libertad no está completa sin la justicia y sin la democracia. Y no puede haber nada de esto, sobre el robo, despojo y destrucción de nuestros territorios, de nuestra cultura, de nuestra gente.
Un mundo sin mandones, eso es lo que parece imposible de imaginar para la gente de hoy. Son los pueblos originarios que miran su pasado, que guardan y cuidan su memoria, los que saben que es posible un mundo sin Dominador ni dominados, un mundo sin capital, un mundo mejor.
Subcomandante Insurgente Marcos
Encuentro de Pueblos Indígenas de América
Octubre 2007
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