28 de agosto 2011 - 22º domingo tiempo ordinario
"¿De que le sirve al hombre ganar todo el mundo entero si arruina su vida?"
Hace casi 500 años un muchacho joven quedó tan impresionado con estas palabras que cambió totalmente su vida. Se llamaba Francisco de Jasso Azpilcueta. Estudiaba en París. Con todo un porvenir brillante... Cargos, títulos, honores, poder, riqueza...
Hasta que un amigo, Ignacio, comenzó a decirle y repetirle eso "de qué le sirve al hombre..."
Y en la vida de Francisco de Javier (así es como lo conocemos) quedó grabado para siempre. Esas palabras de Jesús de Nazaret cambiaron toda su vida y todos sus intereses.
La lectura de hoy apunta varias cosas: la dificultad, la tensión y el futuro tan malo y doloroso que se le presentaba a Jesús de Nazaret; el camino del reino que no tiene nada que ver con las grandes manifestaciones, con el poder, con la gloria y honores; los nuevos valores que tenemos que descubrir tan diferentes a los que tanto se proclaman...
Aunque todas esas cosas y referencias son interesantes, prefiero comenzar por centrarme, una vez más, en lo que es el punto de mira de la buena noticia: el reino de Dios, el nuevo estilo de vida...
Soy consciente de que al tomar ese camino, no voy a encontrar facilidades. Poco a poco tienes la impresión de que te alejas del camino "ortodoxo" y tradicional. Tampoco eres políticamente correcto. Tienes toda la pinta de ser de izquierdas, revolucionario, inconformista.
Tampoco me tientan los anuncios y propuestas de consumo, al menos menos que antes.
El poder me queda lejos. Ya sólo soy un jubilado. Pero qué vacío y hueco es el poder y todas sus apariencias. Sólo me duele que los que mandan no tengan más ojos que para sí mismos, su dinero, su poder, su apariencia.
En cuanto al dinero, nunca he tenido mucho dinero. Y ahora, con mi pequeña pensión de jubilado, tampoco me hago ilusiones y quedan en mí mayores aspiraciones.
En esas condiciones todo es demasiado fácil, verdad?
Sí y no. Lo que importa no es nada de eso; sino qué hago con mi vida. Porque "de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida"... De qué me sirve "ganar" o "perder" el mundo entero... Sí, digo también perder porque el acento no está ya en ganar o perder el mundo entero... sino en la decisión que tomo del nuevo camino, el que Jesús de Nazaret señala: el que hace que nos coloquemos del lado de unos y no de otros; el que hace que cargamos con una o con muchas cruces; el que hace que descubramos a Dios hecho carne en tantos hombres y mujeres que, aparentemente, son como el desperdicio de nuestro mundo... Esa decisión nos va llevando poco a poco a ver y valorar nuestro mundo de otra manera. Y entiendo que jugar nuestra vida buscando la gloria, el poder, el dinero, el aparentar y figurar... eso es "arruinar mi vida".
Y comienzo a entender algo de lo que supuso para mi paisano Francisco de Javier las palabras de Jesús: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida...?"
Muy a menudo he oído comentar el evangelio de hoy centrando toda la explicación en la cruz, en el sufrimiento, en que hay que negarse a sí mismo... para llegar a la resurrección o para subir al cielo.
Supongo que es de lo más tradicional y ortodoxo; pero me quedo con la impresión de que todo eso es secundario, que no es lo central y lo más importante.
Y se echa mano de una última frase que dice que al final de los tiempos "vendrá a juzgar y a pagar a cada uno según su conducta..." Tiempo de juicios y balances.
Pero eso, dicho y adornado con la cultura judía de aquel tiempo, ya lo había comentado Jesús en otras ocasiones. Y nos advierte para que no nos engañemos porque no todo el que dice "Señor, Señor, entrará en el reino de Dios". Porque habrá muchos que dirán que han predicado, que han enseñado, que han hecho milagros y él dirá: "No os conozco"... Porque lo importante es ver y descubrir a Dios escondido y hecho carne en los pobres, en los hambrientos, en los que están en la cárcel, los desvalidos, los empobrecidos, los que sufren violencia, los ilegales, los despreciados... Entonces habremos dado pasos en el nuevo camino del reino de Dios. Entonces no "arruinaré" mi vida; sino que la enriqueceré, aunque vaya perdiendo todo...
Felices los que comprendan esa palabra de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario