17 de julio 2011 - 16º domingo tiempo ordinario
"La buena semilla son los que pertenecen al reino..."
Las parábolas de Jesús de Nazaret. Ejemplos y comparaciones del reino con aquellas cosas que la gente conocía bien, que hacían siempre, que entendían perfectamente...
El reino de Dios.
Todo eso que dice Jesús suena distinto. No despliega toda la lista de mandamientos. No presenta la página de prohibiciones. No amenaza con los castigos que nos van a caer. No nos señala como a pecadores que se van a ir al infierno. No nos grita en nombre de Dios todopoderoso...
El reino de Dios se parece...
Y nos habla del campo, de la siembra, de la cizaña y malas hierbas que crecen en nuestro campo, de la levadura que usa (usaba) cualquier mujer a hacer el pan. Cosas tan pequeñas, como tan sin importancia, que a nadie se le puede ocurrir que algo así puede cambiar este mundo.
Porque se trata de nosotros y de este mundo.
Todos sabemos cómo está el mundo que nos rodea. Entonces y ahora, los políticos, los poderosos, respiraban ambición y codicia. Y todo les parece poco. Se han puesto como objetivo tener más, poseer más, dominar más y harán todo lo que haga falta para conseguirlo. Y entre sus manejos y gestiones mucha gente se ve arrastrada y se quedan sin trabajo o sin casa, sin medios para vivir... Y mucha, mucha gente (ahora hablamos de millones de personas) terminan viviendo en la miseria, en el abandono y la pobreza.
Entonces y ahora, mucha, mucha gente se veía abocada a vivir de una manera inhumana.
Y Jesús nos viene a decir que Dios se ha acercado tanto a nosotros que se ha hecho "carne" para que volvamos a ser "humanos". Porque eso es lo que más preocupa a Dios: que seamos capaces de vivir y convivir como humanos, como imagen suya. Ser de verdad "criaturas" suyas pareciéndonos a Él. Hacer de nuestro mundo una gran familia en la que atendemos, en primer lugar, a los más desvalidos y débiles; en la que nos ayudamos unos a otros, compartimos lo que tenemos, no abusamos del hermano ni le causamos violencia; una familia en la que nuestro modo de actuar y de vivir indica claramente de quién somos hijos... porque somos su vivo retrato.
¿Verdad que suena a cuento?
¿Verdad que es pura fantasía?
¿Verdad que peca de ingenuo?
¿Cómo podría hacerse realidad? Todos sabemos cómo funciona el mundo. Todos sabemos y hemos oído hablar de las injusticias, de los atropellos, de los abusos, de la violencia, del enorme poder y también de la desfachatez de los grandes... ¿Quién podría cambiar todo eso?
Pues... "El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa"
¿Cómo es posible?
Todos lo habían experimentado, lo sabían, lo tocaban con sus manos... En nuestras casas de hoy, también lo experimentamos al preparar una tarta, un bizcocho, si hacemos pan... Un poco de levadura!
Otra comparación: "El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo..." Y luego crece y se hace como un árbol.
Y Jesús explica (o al menos el evangelio recoge la explicación del campo y la semilla de trigo) el sentido de sus cuentos y parábolas.
El campo es el mundo. El hijo del hombre siembra la buena semilla... Luego, en el mundo (en nuestro mundo de hoy, también) nace el trigo y nacen otras hierbas no buenas... Algo que no es lo que quiere el sembrador, algo que no quiere el dueño del campo, algo que no le gusta a Dios.
Hoy me ha llamado la atención esa palabra: "La buena semilla son los que pertenecen al reino". Y estoy entendiendo que al decir eso Jesús no nos está hablando de recibir el bautismo, de ir a misa, de rezar todas la oraciones, de cumplir no sé cuántos mandamientos... Porque pertenecer al reino, como lo dijo y explicó muchas veces, es hacer "su voluntad": y esa voluntad es "dar de comer al hambriento" ( o no permitir que pasen hambre), vestir al desnudo (no consentir que se queden en paro y no puedan ni comprarse lo indispensable para no andar desnudo), ayudar al desvalido y débil, etc. Y que si no hacemos eso nos dirá: "no os conozco".
Aunque hayamos hecho milagros, aunque ayunemos todos los días, aunque cumplamos todos esos mandamos y normas... "No os conozco". Si no hacemos eso, no pertenecemos al reino.
A Pablo le debió impresionar mucho y cuando escribía su carta a los cristianos de Corinto les decía aquello de: "Aunque hablara las lenguas de los ángeles..., aunque diera mi cuerpo a las llamas..., aunque hiciera maravillas..., si no tengo amor de nada me sirve".
Me llama la atención porque demasiado a menudo eso de la semilla lo he entendido y así me lo han explicado como "la palabra", lo que se predica, lo que se enseña, lo que se proclama... Y se identifica a esos sembradores como a los curas, a los obispos, a los frailes y monjas, a los catequistas... Personas que hablan, que predican, que enseñan, que dicen y dicen...
Y ahora creo entender que no se trata de nada de eso. No! La buena semilla son los que pertenecen al reino, esos que señalábamos antes. Personas que son como la levadura que se mezcla con la masa, que desaparece, que no llama la atención...; pero que hace que cambie, que se transforme, que surja algo nuevo y muy bueno.
Así es como entiendo a la comunidad cristiana, a los que intentamos pertenecer al reino. En cambio cuando queremos que la "levadura" se convierta en algo espectacular, de escaparate, que brille y se muestre a todo el mundo... me creo que entonces la levadura se queda sola y no sirve para nada, incapaz de fermentar y transformar la masa.
No tenemos que engañarnos. La levadura no es una institución que haya que mostrar y enseñar, atacar o defender, engalanar o adornar... La levadura es... simplemente levadura. Y cuando deja de serlo... la podemos tirar a la basura.
Que no me olvide nunca de que "la buena semilla son los que pertenecen al reino".
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