sábado, 31 de julio de 2010

Revestíos de la nueva condición


1 de agosto 2010 - Domingo 18º tiempo ordinario

-Vanidad de vanidades, todo es vanidad!
-Despojaos de la vieja condición humanas... y revestíos de la nueva condición
-Guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.

Para todos los que deseamos seguir a Jesús de Nazaret siempre tenemos presente la pregunta de cómo tengo que hacer para ser su discípulo, para vivir como persona que cree en la Buena Noticia, en el Reino de Dios.
Nuestro tiempo no es como el de entonces, nuestra situación económica y social es totalmente diferente, nuestros medios de comunicación están muy lejos de aquellos...
Por otra parte, actualmente escuchamos tantos mensajes, tantas verdades o medias verdades, tantas explicaciones que llegamos a dudar incluso de aquellos que se presentaban como los guías y portadores de la única verdad, absoluta y exclusiva.
Dada, pues, nuestra situación y admitiendo que en todas partes podemos encontrar valores y verdades, actitudes y acciones que nos encaminan hacia nuestro Padre común, entiendo que para nosotros que seguimos a Jesús de Nazaret, nuestra referencia más cercana e iluminadora es la que el mismo Jesús nos mostró.
Pablo, seguidor suyo, entusiasta y apasionado (y tan cercano a El en el tiempo) será también de gran ayuda a la hora de marcar el camino.
Las lecturas de hoy vienen a subrayar una actitud que debe dirigir nuestra vida.
En la primera, tomada de un libro antiguo de la Biblia, encontramos la reflexión de alguien que ha acumulado experiencia y sabiduría a lo largo de su vida:
"Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejar su porción a uno que no ha trabajado... ¿Qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones...? Sufrir y penar... todo es vanidad!"
Preguntas y respuestas que todos hemos tenido más de una vez. ¿No nos ha tocado acudir al tanatorio? ¿No hemos acompañado a amigos y familiares en los momentos de la muerte de alguien querido y cercano? Vanidad de vanidades. No somos nada! Cómo se pasa la vida! Al final, para qué tanto trabajar, tanto penar y sufrir...! Todo es vanidad!
Y cuando muere alguien conocido, alguien famoso, artista de cine, escritor, político, deportista, poseedor de grandes fortunas... Al final, como todos, vanidad de vanidad!
Esa sensación que se ha metido en la mentalidad y sentimiento de todos. Y durante siglos (podríamos decir que siempre) los directores y maestros del pensamiento, los predicadores de religiones, terminaban apelando a esa filosofía: "Este mundo es un valle de lágrimas y de destierro. La vida verdadera está más allá, después de la muerte..." Y se nos instruía para que aprendiéramos resignación y paciencia, que aguantáramos lo que fuera porque el premio estaba más allá. Y el Reino de dios se convertía en algo lejano, que no era de este mundo y que sería el premio de los buenos, de los que habían soportado mejor el dolor y la miseria, la pobreza y la necesidad...
Lo hemos escuchado tantas veces que no es necesario explicar o comentar más.
Lo que sucede es que si leemos el evangelio ateniéndonos a las palabras de Jesús, si escuchamos los comentarios de Pablo, podemos ver y descubrir otro camino.
Jesús no nos habla de un Reino de Dios lejano, para después de la muerte... Jesús habla del reino que ya está aquí, dentro de nosotros. No escuchamos en sus palabras esa especie de lamento del hombre sabio, lleno de experiencia y de vida que dijo aquello de "vanidad de vanidades, todo es vanidad".
Jesús insiste en que el reino está aquí y que depende de cada uno el aceptarlo y acogerlo. Que es cosa nuestra el abrir bien los ojos, el ver y mirar alrededor para actuar y vivir a la manera de Dios.
Cuando habla y explica cómo es Dios, no es para que lo sepamos y nos lo creamos solamente. No! Nos indica cómo es y cómo actúa Dios, nuestro padre, para que hagamos y vivamos como El, para que el reino se haga realidad en nuestra vida.
Entonces, teniendo claro eso, las palabras de hoy -como respuesta al problema de reparto de herencias y riquezas- vienen a mostrar y subrayar una actitud importante para entrar en el nuevo estilo de vida. Y es lo que se llama el "desapego", el no codiciar, no agarrarnos a, no hacer depender nuestra felicidad de... nuestros bienes, de lo que tenemos, de todo esto que nos rodea: dinero, casa, salud, familia, posición, cualidades, dotes, etc. "Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes"
Pablo en otra carta 8diferente del texto que leemos hoy, llegó a decir que viviéramos "como sino..." Que tienes bienes, vive como si no los tuvieras. Que estás casado, que tienes medios... Vivir sin amarrarnos a ello.
Y es que tenemos que centrar nuestra vida en la manera nueva del reino de Dios.
Y en la carta de hoy (escrita a los cristianos de Colosos) dice: "Despojaos de la vieja condición humana... y revestíos de la nueva condición".
Así, de esa manera, el reino de Dios va entrando en nuestra vida y poco a poco nos vamos pareciendo a Dios.
Entonces esta vida es camino y peregrinación hacia la casa del Padre de todos y durante todo el tiempo intentamos sacar de nosotros mismos la mejor imagen de nuestro padre... y viviendo de esa manera la despedida de nuestros familiares y amigos al acabar esta vida se convierte en un "hasta luego", hasta que la familia humana vuelva a reencontrarse en el principio y fin de toda vida, Dios mismo.
Que ése sea todo nuestro afán y ambición. Amén.

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