domingo, 16 de mayo de 2010

Testigos




16 de mayo 2010 - Domingo, fiesta de la Ascensión
-"...les habló del Reino de Dios.
-Recibiréis fuera para ser mis testigos
-Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?
-Que Dios, el padre, ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza.
-Vosotros sois testigos

La celebración de hoy, la Ascensión, como es algo que celebramos cada año, se presta a escuchar expresiones que se han convertido en tópicos en el lenguaje de la iglesia: "Jueves que relucen más que el sol..." (cuando se celebraba en jueves, igual que el Corpus y Jueves Santo); la subida de Jesús al cielo, el que está sentado a la derecha del Padre, etc.
Son expresiones de religiosidad, de doctrinas antiguas que apenas si tienen eco en nuestra vida diaria.
Casi podría decir que suenan como la pregunta de los discípulos a Jesús: Es ahora que vas a restaurar la soberanía de Israel? Cuándo nos vas a llevar al cielo? Cuándo nos vas a colocar a la derecha de Dios? Cuándo nos vas a premiar todo lo que hacemos?
Me temo que, a lo largo de nuestra vida, seguimos planteando a Jesús y a nosotros mismos preguntas parecidas. Y tenemos que volver a releer y escuchar la respuesta de Jesús.
Lo primero que me llama la atención es eso que dice. "...y apareciéndose durante 40 días les hablaba del Reino de Dios".
En la eucaristía de los domingos pasados descubrimos siempre ese tema que en Jesús se convierte en el estribillo, en el motivo de su vida, en su gran pasión: el Reino de Dios.
Ahora que ha superado la prueba de la pasión y muerte... "les habló del Reino de Dios".
Es su palabra. Es el tema. Es la buena noticia!
Y en cuanto nos desviamos de ahí, comenzamos a decir cosas que pierden el sentido. Que cuándo va a restaurar la soberanía de Israel. Que cómo será el juicio final. Que cómo será el cielo. Que si restaremos a la derecha de Dios...
Cuando se escribieron los evangelios (tener en cuenta que se escribieron muchos) aquellos hombres y mujeres (Lucas entre ellos) todavía tenían en su recuerdo el tema preferido de Jesús: El Reino de Dios. Y cuando quieren expresar que superó todas las pruebas y volvió al Padre echan mano de una imagen que ya encontraban en la biblia: La ascensión al cielo (como el profeta Elías). Y quizás, más de uno se quedó suspirando y echando de menos a Jesús. Así aparecen "dos hombres vestidos de blanco que les dicen: Galileos, qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?" Y añaden eso de que "volverá tal como le habéis visto marcharse". Y a lo largo de los siglos, generaciones y generaciones de discípulos se han quedado suspirando por su vuelta. ¿Cuándo vendrá el Señor? Ven Señor y restáuranos!
Y son preguntas y súplicas que se parecen a la que hacían los discípulos.
Creo que hemos dejado de lado la parte importante: el Reino de Dios. Tenemos que darle la vuelta a la frase: ¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? Lo que importa es el Reino de dios. Esa es la palabra. Ese es su mandato. Ese tiene que ser el motivo de nuestra vida... Y de eso tenemos que ser testigos.
Me parece que "ser testigos" no se refiere a que vayamos contando hechos acaecidos, como puede ocurrir en un juicio. Porque nosotros hablamos de los que nos han dicho, de la larga tradición de la iglesia... Y tradición es lo que se cuenta de una generación a otra.
Por el contrario, pienso que tenemos que ser testigos del Reino de Dios. El tema central de la vida de Jesús, su motivo, su ilusión, su obsesión, es lo que nos ha transmitido...
Dice Jesús: "recibiréis fuerza para ser mis testigos". Y no se refiere a ser testigos de los que pasó, su pasión y muerte. Testigos de lo que le hacía vivir: el Reino de Dios.
Me atrevo a decir que si eso es lo importante, todo lo demás no debería de preocuparnos. Como decía Jesús, todo eso nuestro Padre ya se ocupa de ello. Podemos dejarlo en sus manos. Que cómo será? Que cuándo volverá? Que si iremos al cielo?
Ayer me decía un amigo (señor mayor, más que yo) que le preocupaba eso de la eternidad, lo que haya después de la muerte...
Supongo que eso nos preocupa o nos ha preocupado a casi todos. Es entonces cuando vendrá Jesús a salvarnos? Iremos al cielo?
Insistimos en ello una y otra vez. Aparecemos como niños asustados ante lo incierto del futuro, sobre todo cuando se trata de la muerte.
Jesús de Nazaret también paso por ahí. la pasión y la muerte. Y ponen en sus labios un grito bien fuerte: "Por qué me has abandonad?" Y también una palabra de aceptación y de entrega: "En tus manos encomiendo mi espíritu".
Y Pablo en su carta a los cristianos de Éfeso les dice eso de que "pido a dios, el padre, que ilumine los ojos de vuestro corazón para que os haga comprender cuál es la esperanza a la que os llama..."
Y para mí, la esperanza no es la recompensa que me pueda dar Dios. Creo que no es eso. En más de una ocasión he dicho que todo lo que esperamos y creemos es don de dios, es un regalo. Por lo tanto, no espero una recompensa por lo que he hecho. Dios, nuestro padre, no me va a pagar nada, no me va a agradecer nada. El es el padre, que me regala su casa, que me acoge, que me prepara una fiesta siempre que quiera volver...
Y mi esperanza es él. No, mi recompensa.
Y ser testigo va a significar que mi vida, mi actitud, la manera como desarrollo mi actividad, mi actitud con las otras personas, lleva ese sello y esos modales:
-Vivir como hermanos
-No hacer distinción de personas
-Amar y respetar a los otros
-Mostrar que en mi vida es más importante ser persona que tener dinero, cosas...
-Entender y sentir que si alguien sufre y lo pasa mal, yo también sufro. Es parte de mí
-Que por eso, los más débiles, los más pobres, los que podríamos decir "desheredados de la tierra" son los preferidos de dios que no soporta la injusticia y la opresión, el abandono y el desprecio.
De todo eso quiero ser testigo. Seguir el camino marcado por Jesús.
De lo demás, es mejor dejarlo en manos de Dios. El es nuestra esperanza.
Como decía Jesús: "Si vuestro hijo os pide pan, no le dáis una piedra... Pues si vosotros siendo malos hacéis eso con vuestros hijos, cuánto más no hará vuestro padre que está en el cielo que hacer salir el sol sobre buenos y malos..."
Viviendo de ese modo nos quitamos de encima tanta preocupación y miedo por el futuro, por el más allá, por el juicio final, por el cielo o el infierno.
El es nuestra esperanza.
Y nosotros somos testigos del Reino de dios.
Que el Padre ilumine los ojos de nuestro corazón. Amén.

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