sábado, 23 de enero de 2010

Creo en los otros

Leía en un periódico de estos días...
"No creo en dios, creo en los otros... Y ellos están ahí"
Dos afirmaciones cargadas de intención e intensidad.
Que alguien no crea en Dios después de ver tragedias como las de Haití, creo que lo entiendo. Es la pregunta que inquiera y deja al hombre lleno de insatisfacción...
¿Dónde estaba Dios todopoderoso y bueno cuando iba a ocurrir el terremoto?
¿Qué culpa tenían los haitianos para recibir tan tremendo "castigo"?
¿Y los niños y las niñas? ¿Y los ancianos? ¿No tenían ya suficiente con la pobreza, la miseria, las enormes carencias que arrastraban en sus vidas?
¿Dónde estaba él?
Acostumbrados y adoctrinados a ver y entender a Dios como el gran curandero de la humanidad, el que puede salvarnos de cualquier mal, el que (si se lo pedimos) nos concede hasta el aprobar un examen, encontrar trabajo o que haya lluvia y buenas cosechas... Cómo explicar y entender las situaciones reales de la vida?
El cáncer que se le ha diagnosticado a la madre, el accidente mortal de un amigo, el quedarse en paro con una familia a cargo, los miles de inmigrantes que nos llegan, las injusticias esparcidas por ese vasto mundo de Dios...
Sencillamente, el hombre tiene muy difícil entender y asumir todo eso.
De ahí, la duda, la rebeldía, el rechazo de una religión que nos enseña ese tipo de fe.
Eso a la primera afirmación.
La segunda: "Creo en los otros...los que están ahí".
La periodista se extendía en el recuerdo de los muchos, muchísimos voluntarios que han ido a ayudar: los bomberos, los médicos, la Cruz Roja, las innumerables ONGs, los miles de voluntarios dominicanos sin titulaciones, sin nombre, sin publicidad que (aunque nadie los cita) se presentaron inmediatamente para salvar y rescatar...
Bueno, me gustaría matizar
Cierto que todos esos están allí. Llegaron como verdaderos ángeles para ayudar, para curar, para sacar de los escombros, para librarlos de tanta calamidad, repartir agua y comida...
Tengo que reconocerlo. Están allí. Y todos nos sentimos un poco representados, como si ocuparan nuestro lugar y fueran nuestras manos, nuestros ojos y oídos.
Y nos llena de emoción y admiración al mismo tiempo.
Pero el detalle que quiero añadir es el siguiente: "Ellos están allí". Y ellos son los haitianos, los pobres, los hambrientos, los heridos, los huérfanos, las viudas, los muertos...
Entonces la segunda afirmación yo cambiaría refiriéndome a ellos, a los haitianos.
Y al decir "creo en ellos..." mi mente y mi corazón van recorriendo tantos y tantos "Haití": Rwanda, Rep. Dem. del Congo, Rep. Dominicana, Afganistán, Irán, Irak...
Y mucho más cerca de nosotros: los inmigrantes que nos llegan en pateras, los hombres y mujeres africanos (también llegados en pateras) que vienen a clase de español en las aulas de la ONG Karibu, los miles y miles de personas empobrecidas y marginadas.
"Creo en ellos". Ellos están ahí y precisamente ahí es donde se manifiesta ese Dios en el que no cree la periodista y mucha otra gente.
Jesús de Nazareth señala el camino del Reino, de otro tipo de relación y de mundo. Y hablaba de los últimos, de los pobres, de los "donnadie".
Al decir que "otro mundo es posible" estamos diciendo esa nueva manera.
Y sólo cuando sepamos ver y creer en ellos, empezaremos a vislumbrar ese Reino.
Y Dios estará ahí (donde siempre ha estado). Y no hará falta que mantengamos ese otro dios curandero, hechicero, arreglatodo al que cebemos llamar, implorar y solicitar que venga a solucionar nuestros problemas y desaguisados...
Afirmaremos entonces, muy rotundamente, "creo en los otros... están ahí".

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