sábado, 30 de marzo de 2024

Aún no habían entendido

...que tenía que resucitar

31 de marzo 2024  


Pascua de Resurrección

Hemos seguido la Cuaresma y acabamos de celebrar la Semana Santa. A pesar de la lluvia hemos vuelto a vivir y contemplar las manifestaciones de religiosidad, de fervor y de entusiasmo al paso de las procesiones.

Por otra parte nos siguen llegando imágenes, vídeos y presentaciones referentes a Jesús y su pasión. Todo ello son aspectos que refuerzan y alimentan toda la tradición de la Iglesia.
Sin embargo tengo la sensación de que no encaja bien con el mensaje del evangelio. Toda esa devoción, todas esas representaciones de la pasión, todas las procesiones y toda esa compasión hacia Jesús que sufre, que lo martirizan y lo matan en la cruz me parece muy emotivo, muy humano también; pero creo que no es en esa dirección que apunta el evangelio.
Me llamó la atención las explicaciones que daba una persona hablando de la pasión y muerte de Jesús. Parecía que fuera un médico forense analizando cada detalle de lo que debió ser...
A todo ello, el domingo (Pascua de Resurrección) añadimos el gran triunfo de Jesús: Está vivo. Ha resucitado. (Y podemos imaginar los aplausos, los vivas, el entusiasmo de sus seguidores. Hemos ganado!) Y me recuerda a los triunfos en el fútbol o en cualquier otro deporte.
¿Es eso la fe? ¿Simplemente creemos que Jesús venció, superó a la muerte y nosotros somos sus fans que le seguimos llenos de entusiasmo?

Desde hace mucho tiempo he querido compartir con amigos y conocidos mis reflexiones sobre el evangelio, mi búsqueda de una vida más entregada siguiendo las huellas del Maestro. Me parecía que todo ello podía ayudar a otras personas. Ojalá haya sido así. 
Hoy en día, con la ayuda de muchos maestros y maestras (grandes estudiosos y conocedores del evangelio), entiendo que en el seguimiento de Jesús me sobran las palabras. Entiendo bien lo que dice Juan en su evangelio: "Aún no habían entendido..."
Me doy cuenta que lo que me falta, sobre todo, es eso que llaman paso pascual. La Pascua vivida por Jesús de Nazaret y a la que yo mismo estoy llamado.

Tomo prestadas las palabras de José Arregi para expresar el punto en el que me encuentro: -"El cristianismo es "fe" en la resurrección, pero la "fe en la resurrección" no consiste en creer que Jesús resucitó, sino en revivir aquella experiencia humana profunda -o, si se quiere, aquella honda inspiración vital- que llevó a los primeros cristianos a confesar la resurrección"...
"...Una inspiración vital que les brotaba de dentro los llevó a reconocer al crucificado como figura viviente en su memoria y en su vida de cada día, y el reconocimiento y la memoria de su figura viviente les resultó inspirador de vida".

Esa experiencia pascual es la que tiene que ir despertando en mi vida y sólo cuando se haga carne de mi carne mi vida podrá expresar lo mismo que sintieron y vivieron aquellos hombres y mujeres que hicieron suya la vida misma de Jesús.
Entiendo que cada persona tiene que llegar a esa vivencia. Los primeros seguidores. Pablo en su camino de Damasco tuvo una experiencia vital que lo marcó para toda su vida y de fariseo convencido y militante pasó a vivir la vida de Cristo como él lo expresa en sus cartas llegando a aquella profundidad con la que dice que "si no tengo amor..." de nada sirve saber lenguas o profetizar o hacer grandes sermones.

Deseo que todo lo que pueda decir sea un eco de esa vivencia pascual y no fruto de estudios, razonamientos o conocimientos de otras personas.

Y termino citando de nuevo a José Arregi: -"Deberíamos decir que Jesús resucitó en su vida. En su proclamación de las Bienaventuranzas, en sus relatos parabólicos provocadores, en su comensalía abierta y conflictiva, en su praxis sanadora... La Vida resucita en nosotros, en nuestra vida, en la medida en que vivimos de verdad"

Texto del evangelio de JUAN 20, 1-9


jueves, 21 de marzo de 2024

Domingo de Ramos

"Verdaderamente este hombre era hijo de Dios"

24 de marzo 2024

Con la celebración de este domingo (Domingo de Ramos) damos comienzo a la Semana Santa. Cierto que ya no es una celebración popular y social como era antiguamente. En muchísimos lugares se continúa con los pasos y procesiones que tiene mucho de tradición popular, de devoción y emociones de todo tipo; pero sin el aspecto riguroso que se nos inculcaba en otros tiempos.

La celebración de nuestras comunidades cristianas ha ido adquiriendo ese tono más íntimo y reflexivo centrándonos en una vivencia que quiere acercarse más al mensaje profundo del evangelio.

La introducción que hacemos a la Semana Santa es esa especie de triunfo de Jesús entrando en Jerusalén. Ramos y palmas que parecen decir que, finalmente, lo reconocen como ganador. Pero se impone la dura realidad que nos trae la lectura de la Pasión narrada por el evangelista Marcos.

Y ahí viene la primera pregunta y reflexión.

-Siendo Jesús de Nazaret una persona tan buena, tan atenta y compasiva, tan cercana a los pobres, a los marginados, a los más necesitados... ¿Por qué lo mataron?

Probablemente todos tenemos respuestas y explicaciones que hemos ido recibiendo a lo largo de nuestra vida religiosa... Pero creo que nos ayudará a profundizar el comentario que ofrece Fray Marcos: -"La muerte de Jesús es la consecuencia directa de un rechazo frontal y absoluto por parte de los jefes religiosos de su pueblo. Rechazo a sus enseñanzas y a su persona, por intentar purificar su religión. No pensemos en un rechazo gratuito y malévolo. Fariseos, escribas y sacerdotes no eran gente depravada que se opusieron a Jesús porque era bueno. Eran gente religiosa que pretendía ser fiel a la voluntad de Dios, que ellos encontraban en la Ley. También para Jesús era prioritaria la voluntad del Padre, pero no la buscaba en la Ley sino en el hombre. Su muerte manifiesta lo radical de la oposición."

Me parece importante que afinemos nuestra espiritualidad y nuestro modo de entrever y reflexionar sobre la muerte de Jesús.

"Hay explicaciones teológicas de la muerte de Jesús que se siguen presentando a los fieles, aunque la inmensa mayoría de los exégetas y de los teólogos las han abandonado hace tiempo. No debemos seguir interpretando la muerte de Jesús como un rescate exigido por Dios para pagar la deuda por el pecado. Además de ser un mito ancestral, está en contra de la idea de Dios que el mismo Jesús desplegó en su vida. Un Dios que es amor, que es Padre, no casa muy bien con el Señor que exige el pago de una deuda hasta el último centavo. Ni podemos ofender a Dios ni Él se puede sentir ofendido."


Me gustaría que cada uno de nosotros tuviera tiempo de hacer una relectura de la pasión y muerte de Jesús. Sin prisas, en silencio, en una contemplación callada. Os dejo aquí, pues, la reflexión que Fray Marcos ofrece para nuestra lectura del domingo:

 -"Para los discípulos la muerte fue el revulsivo que los llevó al descubrimiento de lo que era verdaderamente Jesús. Durante su vida lo siguieron como el amigo, el maestro, incluso el profeta; pero no pudieron conocer el verdadero significado de su persona. A ese descubrimiento llegaron por un proceso de maduración interior, al que solo se puede llegar por experiencia. La muerte de Jesús les obligó a esa profundización en su persona y a descubrir en aquel Jesús de Nazaret, al Señor, al Mesías, al Cristo y al Hijo. En esto consistió la experiencia pascual. Ese mismo recorrido debemos hacer nosotros.

A nosotros hoy, la muerte de Jesús nos obliga a plantear la verdadera hondura de toda vida humana. Jesús supo encontrar, como ningún otro ser humano, el camino que debemos recorrer todos para alcanzar plenitud humana. Amando hasta el extremo, nos dio la verdadera medida de lo humano. Desde entonces, nadie tiene que romperse la cabeza para buscar el camino de mayor humanidad. El que quiera dar sentido a su vida no tiene otro camino que el amor total, hasta desaparecer.

Texto del evangelio de MARCOS 15, 1-39


jueves, 14 de marzo de 2024

Si el grano de trigo no muere...

...Permanece él solo

17 de marzo 2024

Avanzamos en la Cuaresma con este quinto domingo (o semana de Pasión) siguiendo con la lectura del evangelio de Juan.

Toda una especie de discurso del que podríamos destacar toda una serie de pensamientos.
Quizás podríamos subrayar el título que he propuesto: "Si el grano de trigo una vez caído en la tierra no muere, permanece él solo; en cambio, si muere, produce mucho fruto."
Es un texto que todos conocemos y que, seguramente, nos ha hecho reflexionar en más de una ocasión. Con esa imagen antigua que todo el mundo conocía en la vida de los pueblos, nos provoca y nos señala el camino y el precio que todos debemos pagar si queremos que nuestra vida tenga sentido de verdad.

Todo el mensaje del evangelio mantiene una dinámica y una unidad total. Desde el principio, desde aquel primer llamamiento a la conversión y cambio de vida a la insistencia en la última cena de amaos unos a otros como yo os he amado. Igualmente todo el conjunto de parábolas que encontramos en el evangelio apuntan a lo mismo: El hijo pródigo; el Buen Samaritano; la oveja perdida... La atención que presta a los más necesitados, a los marginados, a los que están fuera de la Ley...

Y la consecuencia de esa vida es la que ya Jesús mismo intuía... Si el grano de trigo no muere...
Porque, como escribe José Arregi, "(Jesús) no fue crucificado por ninguna "necesidad divina", sino por la vida que llevó. La cruz no es, pues, lo que salva, sino aquello de lo que hay que salvar la vida·"

Como comenta Pepa Torres Pérez "El mesianismo de Jesús es un mesianismo descalzo que nos invita como iglesia a situarnos al lado de los perdedores y perdedoras de la historia para, desde abajo y desde dentro, señalar que es urgente y necesario otro mundo posible, sin primeros ni últimos, e ir alumbrándolo, desde la práctica de la gratuidad y el amor generoso, que antepone el bien común a los intereses  privados"
"Esta lógica chirria frontalmente con el individualismo dominante, el sálvese quien pueda, la meritocracia, o el no todas las vidas importan, que son algunos de los dogmas con que el capitalismo neoliberal coloniza nuestras conciencias y sensibilidad. Pero el evangelio nos hace otra propuesta alternativa: la  Fraternidad, que se  construye desde un nosotros inclusivo y no desde el yo narcisista."

De ahí que, una y otra vez, aparezca en el mensaje de Jesús ese punto que tanto nos cuesta: "El que quiera venir en pos de mí, que tome su cruz y me siga..." Y también: "el que quiera salvar su vida (su alma), la perderá; pero el que pierda su vida (su alma) por causa de Mí, la hallará..."
Porque el seguimiento de Jesús trae como consecuencia el perderse a sí mismo, el desapego, el tener la vista puesta más en los demás que en uno mismo.
Y es que, como escribe José Antonio Pagola: -"Cuando uno ama y vive intensamente la vida, no puede vivir indiferente al sufrimiento grande o pequeño de las gentes. El que ama se hace vulnerable. Amar a los otros incluye sufrimiento, «compasión», solidaridad en el dolor. «No existe ningún sufrimiento que nos pueda ser ajeno» (K. Simonow)."

Todavía nos cuesta aceptar esa norma que proponía Jesús: "En todo momento nuestra referencia tiene que ser "el hermano", el prójimo, el que me necesita, el que tiene alguna queja contra mi... ("Si al ir a presentar tu ofrenda ante el altar... deja allí tu ofrenda y ve a reconciliarte con tu hermano; el hombre es antes que el sábado (el Sabbat - el Domingo);...porque tuve hambre y me disteis de comer..."). 
Vivir esa entrega a los demás sabiendo que eso nos lleva a una plenitud de vida y caminamos hacia esa fuente de vida que es Dios mismo.


Texto del evangelio de JUAN 12, 20-33


jueves, 7 de marzo de 2024

La luz ha venido al mundo

"...y los hombres han preferido las tinieblas"

10 de marzo 2024

Para la celebración de este domingo Imma Calvo nos ofrece esta introducción: -"En esta cuarta semana de Cuaresma, el evangelio de Juan recurre a la luz para hablar de la salvación, entendida como plenitud de vida. Esa forma de vivir que encuentra sentido a las cruces y dificultades, que no juzga y va contra el mundo y no se esconde tras las sombras de la falsedad. Una luz que no tenemos que ir a buscarla. Está dentro. Dejemos que brille."

Y Rosario Ramos escribe, también, un hermoso comentario resumido en estas palabras: -"Jesús, a través de este discurso, concentra tres mensajes en uno y que puede ayudarnos a redirigir nuestra vida para avanzar en un camino más auténtico. Somos eternidad, somos plenitud, somos luz; somos llamad@s a bendecir, incluir, liberar, nunca a maldecir, excluir y condenar. Así podremos vencer “las tinieblas” que nos desplazan de lo esencial."

El evangelio de Juan, utilizando un lenguaje lleno de símbolos, nos habla de la experiencia de su comunidad de seguidores de Jesús. Para aquella comunidad, para aquellas personas, seguir las huellas de Jesús fue encontrar sentido a su vida. Caminando tras él, viviendo a su estilo, descubrieron la luz que iluminó sus vidas, que dio sentido a todo lo que hacían. Había personas que aceptaron y acogieron el mensaje. Otras siguieron su camino indiferentes a la invitación que les sugería un mundo nuevo, una humanidad nueva.

Hoy en día, siguiendo el ritmo y la cadencia de las celebraciones religiosas, también a nosotros se nos habla de salvación: Misa-eucaristía; devociones y rezos; predicaciones y retiros de preparación para la Semana Santa y la Pascua.

-¿Cómo entendemos eso de la salvación? ¿Es algo religioso? ¿O se trata de algo que afecta a mi vida?

Fray Marcos nos ayuda a centrarnos y entender un poco mejor lo que significa: -"Hablar de salvación es plantearse el sentido último de la vida. Sería desplegar las más elevadas posibilidades humanas. El término “salvación” tiene connotación negativa y eso es muy peligroso a la hora de entender el evangelio. El pensar en la salvación en términos negativos ha paralizado nuestra vida espiritual. He creído que, si elimino el pecado, estoy salvado. Salvarse no es evitar la condenación, sino llevarnos a plenitud de ser, al límite las posibilidades de nuestro verdadero ser."

Esa luz que ha venido al mundo de la que habla Juan, habitualmente, la aplicamos a Jesús de Nazaret. Y lo hacemos refiriéndonos a él de muchas maneras: Nuestro Salvador, nuestro Redentor, nuestro Camino, el que quita el pecado del mundo, el que nos da nueva vida... Y muchísimas otras invocaciones. Es nuestra esperanza de que nos salve. Al final es nuestro deseo que (alguien de fuera) venga a rescatarnos, nos libere y nos lleve a la vida eterna. De ahí que, por medio de nuestras súplicas y oraciones (nuestra vida religiosa), confiamos en que, de una forma u otra, al final nos salvará.

Realmente ¿es ése el mensaje del evangelio? Eso de preferir las tinieblas a la luz ¿qué puede significar? ¿Cuáles son los objetivos de mi vida? Aceptar la luz, al igual que ser buen seguidor de Jesús (buen cristiano) no es ser más religioso, sino mejor persona, con unos valores de integridad, de solidaridad, compasión, ternura y entrega (siguiendo las huellas dejadas por Jesús de Nazaret).


"La verdadera salvación -comenta Fray Marcosno puede venirme de fuera; tiene que surgir de lo más hondo de mi ser. Desde ahí, Dios hace posible mi plenitud. Hay que tener claro que me salva totalmente Dios y me salvo totalmente yo. La acción de Dios y la del hombre, ni se suman ni se restan ni se interfieren, porque son de naturaleza distinta. "Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti" (S. Agustín). Todo lo que depende de Dios ya está hecho. Para que se complete mi salvación solo falta lo que depende de mí."

Por eso tengo miedo de que, en más de una ocasión, hayamos preferido las tinieblas, el modo de vivir y entender que nos proponen las modas, lo que se lleva, el consumo, el gozar de la vida sin preocuparme de los demás, la comodidad de lo mío olvidando esa parte de la humanidad que no tiene opciones y (damos por sentado) que el destino, su mala suerte, les ha hecho nacer en lugares y situaciones que su vida sea realmente infrahumana.

Llamados a ser luz es intentar que nuestros deseos, nuestros sueños, nuestras palabras y nuestros hechos, sean luz que ilumina mi pequeño mundo, mi entorno... Llamados a salvarnos unos a otros descubriendo y acogiendo a ese Dios (el de Jesús de Nazaret) que está y vive en todo y en todos y al que no acabamos de descubrir y de acoger.


Texto del evangelio de JUAN 3, 14-21


Se acerca vuestra liberación

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