El más grande vosotros será vuestro servidor
5 de noviembre 2023
Seguimos escuchando y leyendo el evangelio de Mateo. Hoy nos presenta dos imágenes contrapuestas: En la cátedra de Moisés han tomado asiento los Letrados y los Fariseos... Y va desgranando actitudes y gestos que nos hablan del poder, de las apariencias, de su presentación ante el público... con una gran exigencia en todo lo referente a las Leyes y a la práctica de la religión.
Siempre nos ha gustado esa manera de echar en cara a los de arriba su falta de coherencia, su fariseísmo (como decimos ahora), su decir y no hacer, reclamar a los otros lo que ellos no hacen.
Lo fuerte es que todo eso seguimos viéndolo ahora mismo: En los grandes y poderosos (dentro y fuera de la Iglesia), en los políticos, en los gobernantes que cargan y exigen a los demás lo que ellos mismos no hacen nunca.
Así pues, nos consolamos cuando escuchamos esas palabras. Pero hay una segunda parte que va dirigida a todos nosotros, a todas las personas que decimos que somos seguidores del Maestro. En este capítulo y en otros del evangelio Jesús nos marca las líneas que deben dirigir nuestra manera de vivir y de actuar: -A nadie llaméis "Rabbí" (maestro) porque uno solo es vuestro Maestro... - A nadie llaméis "padre", porque uno solo es vuestro Padre... -El más grande de vosotros será vuestro servidor ... --Todos sois hermanos.
¿Cómo nos comportamos nosotros? Seguimos mirando a los de arriba como dependientes, como personas sometidas, halagando y alabando a dichas personas porque están arriba, porque mandan, porque tienen el poder... Y los vemos como superiores. En la política y en la Iglesia.
Como escribe José Antonio Pagola: -"La Iglesia tendrá que cambiar mucho, pero lo importante es que cada uno reavivemos nuestra fe, que aprendamos a creer de manera diferente, que no vivamos eludiendo a Dios, que sigamos con honestidad las llamadas de la propia conciencia, que cambie nuestra manera de mirar la vida, que descubramos lo esencial del evangelio y lo vivamos con gozo."
En más de una ocasión me ha parecido ver en nuestra comunidad cristiana una actitud de refugiados. En el entorno de nuestra Iglesia, en sus celebraciones, su religiosidad, en sus oraciones y devociones... Es como si todo eso ya respondiera por mí. Y yo viviría mi fe como un eco de todo ello. Incluso he llegado a percibir cierto miedo a que nos arrebaten todo eso... Que si aumentan los seguidores del Islam, que algunos atacan nuestra religión, que la prensa y los medios de comunicación se agarran a los escándalos que aparecen en la Iglesia…
Sigue comentando José A. Pagola: -"La Iglesia tendrá que despertar su confianza y liberarse de cobardías y recelos que le impiden contagiar esperanza en el mundo actual, pero cada uno somos responsables de nuestra alegría interior. Cada uno hemos de alimentar nuestra esperanza acudiendo a la verdadera fuente."
Cada uno de nosotros está invitado a seguir al Maestro. La invitación a la fiesta, a la boda, a la nueva vida del Reino de Dios, va dirigida de manera personal. Ni las oraciones, ni los sacramentos, ni la práctica religiosa llegarán a ser una verdadera respuesta si no hago mía la vivencia de Dios, nuestro Padre, que me invita a vivir como hermano, a mirar con compasión al que me necesita, a rehacer y repensar los Valores de mi vida. Porque cuando digo: Dios es mi padre (mi papá) y me quiere... ¿Me ha llegado bien adentro? ¿Lo creo y lo siento así?...
Desde esa mentalidad y vivencia Jesús de Nazaret proclamaba: "Felices los pobres..., los mansos..., los que trabajan por la justicia..., los que lloran..." Esos son los hijos de Dios, los que han encontrado el tesoro escondido, la perla preciosa, los que albergan en su interior una alegría que nadie les puede quitar...
Todos somos hermanos. Y cuando llegamos a ese nivel mis ojos ven a los hermanos y hermanas (especialmente en aquellas personas que más nos necesitan). Ni religión, ni raza, ni sexo, ni color, ni riqueza, ni pobreza, ni lengua ni costumbres... Nada de todo eso puede ser una barrera. Todos somos hermanos.
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