...y a tu prójimo como a ti mismo
29 de octubre 2023
Domingo a domingo leemos y escuchamos el evangelio que nos ayuda a reflexionar y hacer nuestro el mensaje de la Buena Noticia de Jesús de Nazaret. Parábolas, comentarios, modos de actuar... Todo ello nos encamina hacia una purificación de nuestro modo de pensar y de vivir.
Hoy, el texto de Mateo (cap. 22), nos propone la pregunta que le hacen a Jesús: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» Todos conocemos la respuesta. La aprendimos en el Catecismo y nos la han comentado muchas veces.
Quizás la dificultad mayor que encontramos es la misma que tenían los que escuchaban a Jesús. Como bien explica Fray Marcos: "Para un judío, prójimo era el que pertenecía al pueblo y, a lo sumo, el prosélito. Jesús desbarata esa barrera y postula que todos somos exactamente iguales para Dios. El cristianismo no siempre ha sabido trasmitir esta idea de igualdad y hemos seguido creyendo, como los judíos de todos los tiempos, que nosotros somos los elegidos y que Dios es nuestro Dios."
La propuesta que nos hace el evangelio, el mensaje de Jesús, debería ser tan sencillo como eso: Amar como él mismo amaba. Vivir a su manera. Adoptar y hacer nuestro el estilo de hijos de Dios. Viendo y escuchando a nuestras comunidades cristianas daría la impresión de que nos refugiamos en el mandamiento de "Amar a Dios sobre todas las cosas... y porque amo a Dios voy a misa los domingos (incluso entre semana), doy limosna a algún pobre, hago caridad dando la ropa que ya no me sirve o está pasada de moda..." Y así Sería toda una adaptación a medida para nosotros.
Pero ¿es ésa la respuesta de Jesús?
Fray Marcos nos ayuda con su comentario: "Jesús no propone amor a Dios ni un amor a él mismo. Dios ni ama ni puede ser amado; es amor. La exigencia de Jesús no es con relación a Dios sino con relación al hombre. Cuando seguimos proponiendo los mandamientos de la “Ley de Dios” como marco para la vida de la comunidad, es que no hemos entendido el mensaje de Jesús. S. Agustín dijo: Ama y haz lo que quieras. Y Pablo: Quien ama ha cumplido el resto de la Ley. No se trata de una nueva Ley, sino de hacer inútil toda ley, toda norma, todo precepto".
Pienso que hemos aprendido mucha religión y hemos seguido un montón de normas y leyes que nos han distraído de lo que es esencial, de lo único importante. Cantábamos una canción que decía que "al atardecer de la vida me examinarán del amor". Me digo a mí mismo que, día a día, tengo que preparar mi examen porque superarlo en mi vida, en todas las pequeñas cosas que voy haciendo, tiene que ser el objetivo de mi existencia.
Como escribe Fray Marcos: "El mayor peligro a la hora de comprender el amor evangélico es que lo confundimos con el deseo de que el otro me quiera. El deseo de que otro me ame es instintivo y no va más allá del egoísmo. La mayoría de las veces, cuando decimos te amo, en realidad queremos decir: “quiero que me quieras”. Esto no tiene nada que ver con el mensaje de Jesús."
Ver a las otras personas como prójimos, como mi otro yo, en los que se refleja Dios mismo. Y amarlos porque crece en mí la empatía, la solidaridad, la compasión, incluso la preocupación por lo que les pasa. Cuando sólo veo al extranjero, al africano, al inmigrante, al pordiosero... estaré haciendo caridad, pero me faltará ese paso último: el de amarlo. ¿Me importa quién es? ¿De dónde viene? ¿Qué le pasa? ¿Qué puedo hacer por esa persona?
"Al atardecer de la vida..., me examinarán del amor"
Texto del evangelio de Mateo (22,34-40)