El que quita el pecado del mundo
15 de enero 2023
A lo largo de nuestra vida (especialmente a través del Catecismo y de las predicaciones) hemos recibido toda una doctrina que, quizás, no nos ha hecho avanzar mucho en nuestra vida como seguidores de Jesús de Nazaret.
Nos enseñaron verdades y dogmas que nos daban esperanza y nos consolaban ante el poco avance experimentado en nuestra vida cristiana.
Y eran explicaciones bien fundamentadas en los escritos y enseñanzas de doctores de la Iglesia: -Con Adán y Eva entró el pecado original y así nos llegó a todos... Pero para salvarnos Dios mandó a su Hijo. Y muriendo en la cruz nos salvó del pecado y, a través de Él, alcanzamos la vida eterna.
El pecado de Adán y Eva trajo el pecado al mundo... Y todos nacíamos contaminados. Pero el sacrificio de Jesús nos limpiaba. Sólo teníamos que aceptar la fe y creer en el Hijo de Dios.
Todo nos venía dado. Nuestros primeros padres con el pecado original. Y la fe en Jesús y el bautismo que nos limpiaba y nos salvaba...
Reflexionando sobre todo ello me lleva a pensar que todo eso es demasiado simple, que la salvación no es algo que nos viene de fuera. Que quitar el pecado del mundo implica algo mucho más profundo y radical.
Siempre que participamos en la Eucaristía proclamamos eso que nos dice el texto del evangelio de hoy: Éste (Jesús) es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo... Lo proclamamos, lo afirmamos y lo creemos. ¿Pero cómo quita el pecado del mundo? Porque seguimos siendo testigos de un mundo lleno de pecado. Basta pensar en las guerras, en las injusticias, en la opresión, en los abusos, en los asesinatos machistas, en el hambre y miseria de tantos pueblos.
Jesús de Nazaret vivió de tal manera que ponía toda su mente y corazón en vivir al estilo de Dios haciendo que su Reino se fuera haciendo presente. Y esa vivencia (también su muerte en la cruz) es la que abre un camino nuevo en el mundo y es una invitación a seguir sus huellas.
"El modo de “quitar” el pecado, (como comenta Fray Marcos), no es una muerte vicaria expiatoria (que muere en lugar nuestro). Esta idea nos ha despistado durante siglos y nos ha impedido entrar en la verdadera dinámica de la salvación que Jesús ofrece. Esta manera de entender la salvación de Jesús es consecuencia de una idea arcaica de Dios. En ella hemos recuperado el mito ancestral del dios ofendido que exige la muerte del Hijo para satisfacer su justicia. Estamos ante la idea de un dios externo, soberano, justiciero y tirano. Nada que ver con la experiencia del Abba de Jesús. El “pecado del mundo” no tiene que ser expiado, sino eliminado... Y Jesús quitó el pecado del mundo escogiendo el camino del servicio, de la pobreza, de la entrega hasta la muerte..."
De esa manera Jesús fue marcando ese camino hasta el último momento: "El que quiera ser el primero, se haga esclavo de los demás." "Os he lavado los pies, haced vosotros lo mismo". "Amaos unos a otros..." "Si tu hermano tiene algo contra tí, deja tu ofrenda y ve a reconciliarte..." Y tantas parábolas en las que nos indica el modo de vivir y de hacer.
Toda una vida entregada y vivida... Y ésa es la invitación a vivir como Él. Si nosotros, los seguidores de Jesús, hacemos nuestra esa vivencia ayudaremos a quitar el pecado (de nuestra vida y del mundo).
Y nuestra comunidad cristiana dará testimonio de que viviendo como él irá disminuyendo el pecado de nuestra sociedad.
Texto del evangelio de Juan (1,29-34):
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