Pues anda, haz tú lo mismo.
10 de julio 2022
El texto del evangelio de este fin de semana puede ayudarnos a "resetear" nuestra fe, nuestra religión.
Es la parábola del "Buen Samaritano".
La conocemos de memoria. Un jurista le pregunta a Jesús (tal vez con doble intención): "- Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida definitiva?" Y Jesús le pregunta a su vez lo que dice la Ley. Y el jurista responde muy adecuadamente: "- "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a ti mismo" (Dt 6,5; Lv 19,18)." Entonces pregunta el jurista: "- Y ¿quién es mi prójimo? "
Y ahí viene la parábola.
Y Fray Marcos hace el comentario: "Solo Lucas narra esta parábola del “buen samaritano”. Como todas, no necesita explicación. Lo único que exige es implicación. El oyente tiene que tomar partido después de oírla. Si no lo hace, la narración carece de sentido. Se nos invita a descubrir una manera nueva de ser religiosos, siendo más humanos. No basta tener muy buenas relaciones con el Dios del templo, aunque sea sacerdote o levita, hay que hacerse prójimo. La parábola nos propone dejar de considerarse a sí mismo el ombligo del mundo y poner en el centro al otro."
Eso de amar a Dios y al prójimo como a ti mismo lo aprendimos en el catecismo y, seguramente, así responderíamos si nos preguntaran cuál es el principal mandamiento. Y, siguiendo esa misma idea, decimos y oímos decir: Lo primero es amar a Dios. Luego amo a las otras personas porque así cumplo el primer mandamiento o porque también son hijos-hijas de Dios...
Como bien comenta Fray Marcos: -"La ayuda al miserable desde el estricto cumplimiento de la Ley no excluye el sentimiento de superioridad. Cumplo lo mandado pero no me involucro en la situación del otro. Lo hago “por amor a dios”. Esta es la trampa donde hemos caído. Lo que hizo el Samaritano está a años luz de esta actitud. Se aproxima, lo cura, lo venda, lo lleva a la posada…"
Si no soy capaz de descubrir al prójimo, a la persona que está ahí tirado a la vera del camino, olvidado, despreciado, sin medios, enfermo, sufriendo opresión e injusticia... Si no lo veo con los ojos de Dios, esa limosna que le doy, esa mirada... puede que me consuele a mí pensando que he cumplido con la Ley, pero habré pasado de largo y perdido de vista a Dios mismo.
Y José Antonio Pagola nos ofrece este comentario: -"Es difícil imaginar una llamada más provocativa de Jesús a sus seguidores, y de manera directa a los dirigentes religiosos. No basta que en la Iglesia haya instituciones, organismos y personas que están junto a los que sufren. Es toda la Iglesia la que ha de aparecer públicamente como la institución más sensible y comprometida con los que sufren física y moralmente."
"Si a la Iglesia no se le conmueven las entrañas ante los heridos de las cunetas, lo que haga y lo que diga será bastante irrelevante. Solo la compasión puede hacer hoy a la Iglesia de Jesús más humana y creíble."
Creo que es una buena invitación a leer y releer un montón de veces esta parábola al tiempo que nos preguntamos: -Y ¿quién es mi prójimo?"
Texto del evangelio de LUCAS 10, 25-37
No hay comentarios:
Publicar un comentario