7 de Julio de 2019
"El evangelio de Lucas de este domingo nos habla de la tarea evangelizadora de los discípulos de Jesús. Se nos dice, simbólicamente, que fueron setenta y dos, pero nada sabemos de sus nombres. Brota espontáneamente el agradecimiento a esos cristianos anónimos de todos los tiempos, que con su ejemplo y su vida, han sido los verdaderos transmisores de la fe a lo largo de los siglos hasta llegar a nosotros..." (Inma Calvo -amigos@feadulta.com- en la introducción de los comentarios de ecleSALia.net)
Lo comentaba el domingo pasado. Frecuentemente hemos escuchado y asumido que todo eso de evangelizar y anunciar la buena noticia del reino de Dios era cosa de los "misioneros y misioneras". Ellos eran los enviados, los especialistas de la Iglesia que ponían su vida al servicio del evangelio y se iban lejos a predicar a los pueblos que no conocían al Señor y su Buena Noticia. Incluso ahora, cuando se quiere defender a la institución Iglesia, apelamos a todo lo que hacen esos hombres y mujeres en las "misiones".
Creo, sin embargo, que no era ésa la intención y proyecto de Jesús de Nazaret. Lucas habla de setenta y dos "enviados"... Imagino que todos los primeros seguidores (hombres y mujeres) sentían y vivían el impulso y "vocación" de comunicar y anunciar que "el reino de Dios ha llegado"...
Fray Marcos lo comenta así: "No penséis que se trata de enviar a un número de especialistas en comunicación. No se trata de enviar a unos cuantos escogidos. Ni siquiera dice que fueran discípulos. Presupone que todo cristiano por el hecho de serlo, tiene la misión de proclamar la buena noticia que él vive. El modo de esa predicación puede ser diferente, pero la base, el fundamento de toda predicación, es la vida misma del cada cristiano. Vivir como cristianos es la mejor predicación y la que convence. En cada instante estamos predicando, para bien o para mal..."
Y ahí estamos todos nosotros. Es cierto que no siempre la Iglesia como institución ha sido una buena anunciadora del reino de Dios; pero también es muy cierto que la mayoría de nosotros nos hemos conformado con decir Amén a lo que nos dijeran los predicadores y doctores... Como que eso del evangelio y de las misiones era cosa de curas y monjas. Y si hoy, en la eucaristía, el cura nos dijera "id y anunciad que el reino de Dios ha llegado...", nos llevaríamos una sorpresa tremenda. ¿Yo? ¿Anunciar el evangelio" ¿Decir a la gente que el reino ha llegado, que Dios está cerca...? Casi seguro que le diríamos que de eso nada. Que lo haga él que para eso es cura...
Probablemente siempre hemos tenido la impresión de que para eso había que estudiar mucho, saber muchas cosas, hablar y explicarse bien... O sea tener un don o una vocación.
Pienso que es un error. Me gusta cómo lo comenta Fray Marcos. Dice así: “El reino, que es Dios, está cerca”. Nada de peroratas teológicas, ni discursitos apologéticos, ni propagandas ideológicas. Lo único que un ser humano debe saber es que Dios le ama. Predicar el reino, que es Dios, es hacer ver a cada ser humano que Dios es algo cercano, que es lo más hondo de su propio ser, que no tiene que ir a buscarlo a ningún sitio raro, ni al templo ni a las religiones ni a las doctrinas ni a los ritos ni al cumplimiento de la norma. Dios es (está) en ti. Descúbrelo y lo tendrás todo..."
Claro, si yo empiezo a sentir y a vivir esa buena noticia... casi sin decir una palabra iré comunicando una paz y un estilo de vida muy diferente de lo que el marketing y el consumo nos imponen día a día. Y yo también seré uno más de los "setenta y dos" enviados.
Hoy, 6 de julio, dan comienzo las fiestas de San Fermín... Y habrá mucha fiesta, mucha comida y bebida... Y, es de suponer, mucha alegría; pero si vivimos al estilo de Jesús de Nazaret, nuestra vida tendrá un punto que nada ni nadie puede dar... Aupa! Vayamos y anunciemos que el reino de Dios ha llegado.
Texto del evangelio de Lucas (10,1-12.17-20)
No hay comentarios:
Publicar un comentario