Domingo 2 de Septiembre de 2018
Como cada semana me gusta acercarme a la iglesia del barrio y unirme al grupo que celebra la eucaristía: escuchamos el evangelio, compartimos la fracción del pan, nos damos la paz y también tenemos tiempo de reflexionar si andamos tras las huellas de Jesús de Nazaret.
Cierto que tenemos el peligro de caer en la rutina, de hacer siempre lo mismo. Sí, pero también está nuestro empeño en seguir escuchando su palabra y nuestro deseo de ser sus seguidores.
Estos días estaba leyendo un libro de Fray Marcos ("Divina Humanidad") y entre otras muchas cosas me llamó la atención el comentario que hace sobre la "humanidad" de Jesús: "Y crecía en estatura, sabiduría y gracia ante Dios y los hombres". Lo que predicó no le vino de nacimiento sino de una prolongada experiencia de treinta años. Entre líneas se puede entrever que lo que Jesús quiso proponer a sus discípulos fue: yo he tenido una experiencia de Dios, tened también vosotros esa experiencia y daréis sentido pleno a vuestra vida..."
Ésa es la pregunta que me hago: Cómo vivir al estilo de Jesús de Nazaret. Cómo tener "experiencia" de Dios; vivirlo como algo esencial, como primer valor en la categoría de valores que cada uno se hace.
A partir de ahí, entiendo que toda la religiosidad, los ritos, los rezos y devociones, todo eso los puedo continuar en la medida que me ayuden a vivir esa experiencia de Dios... Que Jesús no me diga a mí también lo que leemos en el texto de Marcos: "Esta gente me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí..."
Texto del evangelio de Marcos (7,1-8.14-15.21-23)
No hay comentarios:
Publicar un comentario