domingo, 20 de agosto de 2017

Una mujer cananea

Domingo 20 de agosto de 2017

Estoy recordando ahora mismo las palabras que se cantan en la iglesia con frecuencia: "tu palabra es vida, tu cuerpo fraternidad..."
Imagen relacionadaNo sé cuál fue el pensamiento y la intención del que compuso esa canción; pero creo que son palabras muy acertadas. Y yo las entiendo de esta manera: La palabra de Jesús, su mensaje de buena noticia, es ante todo vida. No es conocimiento, no es devociones y rezos, no es manifestaciones más o menos piadosas. Es un modo de vivir, de actuar, de aplicar valores a nuestro de hacer y de entender.
Tu cuerpo, fraternidad... A menudo pienso y creo que nuestro modo de entender la eucaristía (tanto el sacramento como su celebración) no es el más evangélico. San Pablo escribía aquello de que "celebramos su muerte"... Se ha hecho tan hincapié en la presencia real de Jesús, en el milagro de la consagración, lo sagrado del momento y del lugar... que, me parece, que hemos olvidado el mensaje más importante: la fraternidad. La imagen que recogen los Hechos de los Apóstoles de la comunidad de seguidores que compartían, que se reunían y tenían todo en común... Que vivían el recuerdo del Maestro recordando sus palabras y buena noticia...
En fin, todo eso me ha venido a la mente al tiempo que recuerdo el texto de Mateo: "La mujer cananea que se puso a gritarle a Jesús pidiendo por su hija..."
En más de una ocasión encontramos en los textos de los evangelios escenas que nos hacen ver el cambio. El pueblo judío, en sus escritos y en su mentalidad, se sentía como el pueblo elegido, el que tenía el Mesías y la salvación... Para tener acceso a la salvación, tenías que hacerte judío. De ahí que siempre se apunta sorpresa y extrañeza cuando Jesús se refiere a alguien que no es judío... En el texto de hoy (una mujer cananea). En la parábola del "buen samaritano". En la "samaritana" a la que pide de beber... Más adelante, la primera comunidad también tuvo dificultades con eso mismo. Pedro en la casa del centurión. Pablo y las comunidades griegas (discusión en la reunión: tienen que circuncidarse?)...
Me pregunto si la iglesia católica (los cristianos en general) no hemos hecho lo mismo... Tal vez hemos dado más importancia a las normas, mandamientos y estatutos de la "organización" como iglesia, que a la "fe en Jesús de Nazaret", fe y estilo de vida que tiene como referencia a la buena noticia del reino. Un camino abierto a todos los hombres y mujeres de cualquier país, raza, color y cultura. Incluso me atrevería a decir que el "credo que recitamos" no refleja nuestra fe en Jesús, nuestra fe en su mensaje. Recitamos unos acontecimientos de su vida junto con ideas y argumentos de doctores y sabios de la iglesia. Pero no aparece el mensaje central en la vida de Jesús de Nazaret.

"Qué grande es tu fe...!" Cómo me gustaría que pudiera decir de mí eso mismo.
Texto del evangelio de Mateo 15,21-28

domingo, 13 de agosto de 2017

No tengáis miedo

Domingo 13 de agosto de 2017

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El texto del evangelio que hemos escuchado en la eucaristía de este domingo nos presenta la escena en la que Jesús camina sobre las aguas... Sus discípulos se asustan de ver lo que les parece un fantasma. Pedro le pide que le mande andar sobre el agua y ante la fuerza del viento, comenzó a hundirse...
Me llama la atención la palabra de Jesús: "Ánimo, soy yo, no tengáis miedo"...

Nuevamente escuchamos su palabra de ánimo. El domingo pasado lo escuchábamos en la visión de la transfiguración: No temáis!

Desde luego que no me sirve el comentario más socorrido que hemos escuchado en la celebración: Jesús tiene todo el poder, es el Señor y todo está sometido a él. O hacerse eco de la "multiplicación de los panes y los peces"...Creo que no es ése el mensaje, lo que Jesús de Nazaret quiere hacernos entender.

Ser seguidor suyo implica un compromiso en nuestra vida, intentar vivir a su manera y estilo. Adoptar una escala de valores que se acerquen a la buena noticia que él nos anuncia: la compasión, la solidaridad, ser "prójimo" de los sufren, de los que han caído en manos de los bandidos (y cuántos hoy en día han caído en sus manos)... Todo eso por encima de los rezos y devociones.
Y eso no es nada fácil.
Atribuir al demonio o al mundo las tentaciones que nos arrastran a una vida más cómoda y despreocupada, es demasiado sencillo. Lo digo porque la tentación la llevamos dentro de nosotros. El afán de enriquecerse, de llegar al poder, de ser famoso, de ser más que los otros... Todo eso nos lo proponen los medios de comunicación y nosotros mismos nos justificamos diciendo "por qué no?"

Deseando ser seguidores de Jesús de Nazaret, sentimos que no podemos, que el "viento" es demasiado fuerte, que nos hundimos en el mar, que parece que vamos contra corriente, que... "No tengáis miedo".
Mi oración va a ser la misma que Pedro cuando ve que se hunde en el agua...: Sálvame!  Para no tener miedo de mis propias debilidades. Para no sentirme incómodo de ir contra corriente y contra toda la propaganda que se nos hace. Para seguir confiando en el Maestro.
Texto del evangelio de Mateo 14,22-33

domingo, 6 de agosto de 2017

Levantaos, no temáis

Domingo 6 de Agosto de 2017

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Hoy, en la eucaristía, se nos propone la fiesta de la Transfiguración y los comentarios que escuchamos en la celebración se nos fueron hacia la vida eterna, nuestra transfiguración al final de los tiempos, y a poner toda nuestra esperanza en que, también nosotros, nos transfiguraremos como Jesús... Para ello tenemos que comenzar a transfigurar nuestra mente, nuestro corazón, incluso nuestras pasiones.

Claro que se hacen muchas lecturas de los textos del evangelio. Y abundan las interpretaciones que parecen auténticas invenciones dando una mezcla de razonamientos que, en definitiva, creo que no llevan a ninguna parte.

Una vez más, prefiero centrarme en lo que es lo más serio y lo más profundo del mensaje de Jesús de Nazaret: La Buena Noticia del reino de Dios.
En domingos pasados leíamos y escuchábamos las parábolas. El reino de Dios se parece...
El tesoro escondido, la perla preciosa, la semilla... Y la pregunta que me hacía: ¿He encontrado el tesoro? El proyecto de Jesús es para mí un tesoro?

La lectura de hoy nos presenta esa escena de la transfiguración. Con sus personajes tan escogidos y todo el simbolismo que incluye. Pero creo que lo importante es la conclusión que hace el narrador: "Es mi hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.
Ése es el convencimiento. Jesús es el camino hacia el reino de Dios. Su estilo y su modo de vivir. Ahí están la Ley y los Profetas. Y ése es el tesoro escondido. Escuchadlo!
Y la razón no es a causa de la "transfiguración", sino porque sus palabras, su vida, sus acciones nos llevan a creer que ése es el camino hacia la manera de ser hijos de Dios.

La segunda palabra que me llama la atención: Después de esa visión, Jesús se acercó y les dijo: "Levantaos, no temáis".
Creo que todos necesitamos esa palabra de aliento. La realidad que nos rodea y envuelve nos oprime, nos angustia, nos desanima... En este mundo globalizado los medios de comunicación nos sirven todos los días las desgracias y carencias, los dolores y sufrimientos, la opresión y la codicia, los abusos y la corrupción... Por otra parte se olvidan de las grandes multitudes anónimas que sobreviven en situaciones inhumanas, degradantes, olvidadas de la mano de... (llegamos a decir "olvidadas de la mano de Dios").
Por eso necesito, y supongo que casi todos, esa palabra de aliento: No temáis!
Con ése ánimo quiero rezar la oración de Jesús: Padre nuestro, que santifique tu nombre, que me esfuerce para que llegue tu reino, que sepa vivir a tu estilo y manera... El pan que necesitamos dánoslo ya hoy, perdona todo el mal que he hecho como al decir estas palabras yo también perdono, no me dejes caer en la tentación y líbrame del Malo. Amén
Texto del evangelio de Mateo 17,1-9:

Se acerca vuestra liberación

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