domingo, 26 de febrero de 2017

La justicia del reino de Dios

Domingo 26 de Febrero de 2017

Resultado de imagen de no podéis servir a dios y al dineroEl texto que hemos escuchado (seguimos con Mateo en el capítulo 6) se presta a hacer consideraciones sobre la "providencia de Dios". Que Dios es nuestro padre, que sabe lo que necesitamos, que no nos preocupemos del comer y del vestir, que él nos dará todo lo que nos haga falta...
Y, ante eso, se nos queda la pregunta: ¿Si no me ocupo yo de buscar el trabajo y los medios para comer y vestir... quién me lo dará? Especialmente en nuestra sociedad en la que manda el consumo y una agresividad competitiva, cómo entender las palabras de Jesús de Nazaret.
"No podéis servir a Dios y al dinero". Así lo proclama Jesús. 
¿A quién sirvo yo? 
Así comenta José A. Pagola: " El Dinero, convertido en ídolo absoluto, es para Jesús el mayor enemigo para construir ese mundo más digno, justo y solidario que quiere Dios. Hace ya veinte siglos que el Profeta de Galilea denunció de manera rotunda que el culto al Dinero será siempre el mayor obstáculo que encontrará la humanidad para progresar hacia una convivencia más humana..."
Podemos decir que nuestro mundo, nuestra sociedad, se mueve siguiendo las pautas de la economía (del dinero), del negocio y ganancias, del poder e influencias (siempre de fondo el dinero). A todo eso se le dan nombres de empresas, de negocios, de operaciones en bolsa, de intercambios comerciales. Pero todo (y todas las personas que están detrás) obedecen al mismo "dios", el dinero. Y ésa es la cara de nuestra sociedad.

Continúa el comentario de J.A.Pagola: "La lógica de Jesús es aplastante: «No podéis servir a Dios y al Dinero». Dios no puede reinar en el mundo y ser Padre de todos sin reclamar justicia para los que son excluidos de una vida digna. Por eso no pueden trabajar por ese mundo más humano querido por Dios los que, dominados por el ansia de acumular riqueza, promueven una economía que excluye a los más débiles y los abandona en el hambre y la miseria...

"Buscad, ante todo, el reino de Dios y su justicia..."
Ahí estaría la clave para entender bien la manera de pensar y de vivir de Jesús de Nazaret. Si queremos ser seguidores de Jesús, nuestro primer paso es la "conversión" a la manera de entender el reino de Dios y su justicia.
¿Cómo entiende y cómo quiere Dios la vida de las personas? Cómo es posible percibir y entender la justicia de Dios en un mundo en el que tantos millones de personas sufren hambre, la marginación, la opresión y el desprecio. Y esa marea de inmigrantes llegando a las costas europeas para encontrarse con leyes y normas de rechazo, de exclusión. O los muros con alambradas y concertinas para rechazar y evitar que entren en "nuestro paraíso"... (Sí, no es el presidente Trump el primero. También las tenemos nosotros).
Y cómo se hace cada vez más precario el contrato laboral... Y cómo las compañías eléctricas aumentan sus ganancias mientras las familias más pobres se ven expuestas a la carencia de lo más necesario.
"El reino de Dios y su justicia..." 

Texto del evangelio de Mateo (6,24-34)


viernes, 17 de febrero de 2017

A la manera de Dios

Domingo 19 de Febrero de 2017

Resultado de imagen de nuestra miradaContinuamos con el texto de Mateo (en el capítulo 5). En él se recoge toda una serie de indicaciones que son como las señales para entrar en el estilo de la Buena Noticia.
Muchas veces hemos escuchado esos textos: "Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente; pero yo os digo... Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo; pero yo os digo..."
Y ahí entra la "manera de Dios".
Jesús de Nazaret nos habla de "amar a tu enemigo", poner la otra mejilla", "rezar por los que te persiguen"...
Una vez más, el estilo de Jesús nos desconcierta, nos descoloca, nos pone las cosas difíciles... Como que exagera. Que no puede ser. Y, desgraciadamente, nuestros educadores en la fe, nuestros guías, nos han hablado más de un Dios justiciero y hasta castigador que del modo de entender y de vivir de Jesús. Parecía que el pecado era lo más importante. De ahí las amenazas de los castigos (y hasta del infierno) y de la necesidad constante de más y más penitencia.
Jesús, desde su experiencia de Dios, nos habla de la Buena Noticia del reino de Dios. Y nos habla del "padre que acoge al hijo pródigo", o nos presenta la imagen del "pastor" que busca la oveja perdida. Un Dios que nos mira y acoge a todos, que no va distinguiendo a unos de otros. Que hace "llover" para todos sin distinción.
Por eso, reflexionando sobre todo esto, mi deseo es ir consiguiendo ver, mirar y actuar "a la manera de Dios", a la manera del Dios de Jesús de Nazaret.
José Antonio Pagola comenta el texto de hoy con pensamientos que te hacen reflexionar (como siempre). A lo que se decía antiguamente Jesús contrapone su propia visión: "Amar a los enemigos": "Jesús lo hizo. Sin respaldo alguno de la tradición bíblica, distanciándose de los salmos de venganza que alimentaban la oración de su pueblo, enfrentándose al clima general que respiraba en su entorno de odio hacia los enemigos, proclamó con claridad absoluta su llamada: «Yo, en cambio, os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen».
Su lenguaje es escandaloso y sorprendente, pero totalmente coherente con su experiencia de Dios. El Padre no es violento: ama incluso a sus enemigos, no busca la destrucción de nadie. Su grandeza no consiste en vengarse, sino en amar incondicionalmente a todos. Quien se sienta hijo de ese Dios no ha de introducir en el mundo odio ni destrucción de nadie..."
Cuánto rencor, cuánto odio, cuánta envidia, cuánto de todo eso hemos ido encontrando incluso en las comunidades de cristianos. Hasta parecía justificado. Pero resulta totalmente imposible seguir a Jesús de Nazaret si no vamos cambiando nuestra mirada y nuestra vida: "A la manera de Dios".
Texto del evangelio de Mateo (5,38-48):

sábado, 11 de febrero de 2017

No basta con cumplir la ley

Domingo 12 de Febrero de 2017

Resultado de imagen de habeis oido que se dijo ojo por ojo y diente por dienteEn nuestra formación religiosa hemos escuchado y repetido tantas veces eso "cumplir los mandamientos", hacer las cosas "como Dios " y tantas otras expresiones que nos hacían "legales" = cumplidores de la ley que apenas si nos afecta el texto que nos ofrece Mateo en la lectura de este domingo... "No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas..."  Jesús nos señala un modo bien distinto de entender. 
Sí, ya sabéis lo que se dijo antiguamente... y va enumerando los mandamientos (esos que también nosotros aprendimos). Sólo que en cada uno de ellos marca una gran diferencia.
"Si vuestra justicia no es mayor que la de los que siguen al pie de la letra las leyes..."
"El que se deje llevar de la cólera..." "Si vas a presentar tu ofrenda... (si vas a misa) y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra tí..."

Aprendimos a ser "legales", cumplidores de leyes, y dejamos a un lado el estilo y manera de pensar y vivir que presenta Jesús de Nazaret.
Si hasta el presentar la ofrenda a Dios, el ir a misa, se deja para reconciliarse primero con el hermano... Si primero es el "hombre", antes que el sábado (o el domingo), eso me da a entender que lo más importante es la atención al hermano, el sentido de humanidad y solidaridad. Es algo que Jesús fue repitiendo a lo largo de toda su vida. Su actitud, sus parábolas, todo nos da a entender que para él "cumplir la ley" era poner en el centro la compasión y la ternura especialmente hacia los últimos, los olvidados, los marginados, los más débiles.

Por muy legal que yo sea, si no empiezo a asimilar el estilo y manera de actuar de Jesús de Nazaret, no entraré en el reino de Dios. Así de contundente.

Y José Antonio Pagola comenta de esta manera: "Por eso, según Jesús, no basta cumplir la Ley, que ordena «no matarás». Es necesario, además, arrancar de nuestra vida la agresividad, el desprecio al otro, los insultos o las venganzas. Aquel que no mata cumple la Ley, pero, si no se libera de la violencia, en su corazón no reina todavía ese Dios que busca construir con nosotros una vida más humana.

Según algunos observadores, se está extendiendo en la sociedad actual un lenguaje que refleja el crecimiento de la agresividad. Cada vez son más frecuentes los insultos ofensivos, proferidos solo para humillar, despreciar y herir. Palabras nacidas del rechazo, el resentimiento, el odio o la venganza..."

Por ahí comienza nuestra conversión. Si me indigna la actitud de políticos y gobernantes, si me parece fatal la actitud de nuestra sociedad ante las grandes situaciones de injusticia, de dejadez, de abandono y hasta de desprecio... será mejor que comience yo mismo a hacer mi pequeño mundo más humano y solidario, más atento y compasivo.

Texto del evangelio de Mateo (5,17-37)

viernes, 3 de febrero de 2017

Ser sal de la tierra

Domingo 5 de Febrero de 2017

Resultado de imagen de sal y luz del mundoEl texto de Mateo que vamos a escuchar en la celebración de la eucaristía de este fin de semana nos ofrece dos imágenes claras y sencillas. Algo que la gente sencilla, especialmente las mujeres que siempre andaban con las tareas de la casa, podían entender mejor que nadie.

Jesús de Nazaret les dice: "Vosotros, vosotras, sois la sal de la tierra..." "Vosotros, vosotras sois la luz del mundo..."
Son expresiones que hemos escuchado muchas veces. Y nos las han explicado. Y creo que hemos llegado a pensar que, efectivamente, "somos la sal y la luz de la tierra". Tal vez por el simple hecho de estar bautizados o por ir a misa o por rezar muchas oraciones.
Pero, ¿somos de verdad sal de la tierra? ¿nuestra presencia en el grupo en el que estamos, en la comunidad, en el barrio en que vivimos... es como la sal en la comida?
Si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que es una comparación exigente y nada fácil.
Jesús cuando anuncia la Buena Noticia lo primero que nos pide es "convertirnos", cambiar nuestro estilo de vida... Ese cambio lo presenta y lo visualiza con el ejemplo de la sal. Un elemento que no es para guardar y conservar, sino para echarlo y disolverlo en la comida, por ejemplo. Ahí está la fuerza de la parábola.
José Antonio Pagola lo comenta así: "Las dos metáforas coinciden en algo muy importante. Si permanece aislada en un recipiente, la sal no sirve para nada. Solo cuando entra en contacto con los alimentos y se disuelve en la comida puede dar sabor a lo que comemos. Lo mismo sucede con la luz. Si permanece encerrada y oculta, no puede alumbrar a nadie. Solo cuando está en medio de las tinieblas puede iluminar y orientar. Una Iglesia aislada del mundo no puede ser ni sal ni luz..."

Entiendo que es exigente y duro porque lo que importa no es que yo "tenga sabor", sino que mi vida se vaya deshaciendo en dar sabor al mundo, a las personas que me rodean. De ahí el comentario claro de Jesús: "si la sal se vuelve sosa... no sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente..."
Dar sabor a nuestro mundo (tal vez sólo al pequeño mundo que me rodea), que sepa a humanidad, a solidaridad, a mirada tierna y cariñosa (especialmente hacia aquellos que no cuentan, que están marginados, que incluso son despreciados).

Lo mismo ocurre con la luz. Si yo tengo luz y sólo me sirve a mí para mirarme en el espejo, para gozar con las cosas buenas que tengo (mi fe, mi religión, mi bautismo, mis prácticas religiosas)..., de poco sirve. Y nuestro mundo, nuestra sociedad seguirá manteniendo ese estilo en el que lo importante es el consumo, el tener, el yo primero... Lo dice el que manda ahora en el imperio americano ("America first"). Bueno, creo que muchos terminamos diciendo lo mismo. Mientras tanto la insistencia de las imágenes nos hablan de un mundo en el que la miseria, el hambre, las terribles carencias de muchos intentan encontrar alguna solución en las playas de los países más ricos.

Ser sal y ser luz... Ése es el reto que nos plantea nuestro Maestro.
Texto del evangelio de Mateo (5, 13-16)

Se acerca vuestra liberación

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