Domingo 15 de enero de 2017
En la celebración de la eucaristía de este fin de semana volvimos a escuchar un texto del evangelio de Juan. Utiliza la escena de Juan el Bautista en el Jordán que señala a Jesús de Nazaret y lo presenta como "el que es antes que él", "el que va a bautizar con el espíritu", el que nos puede guiar. Y el autor del evangelio insiste diciendo que "da testimonio de que es el hijo de Dios".
Es cierto que hemos escuchado estas expresiones tantas veces que apenas si les prestamos atención.
Cuando nos paramos a pensar en lo que nos quiere decir, no dejo de preguntarme quién es realmente para mí Jesús de Nazaret. ¿Se reduce, acaso, en cultura religiosa? ¿Ha supuesto en algún momento alguien que me haya impactado? No me refiero a que me haya parecido alguien especial; una persona que habla muy bien; que se comporte diferente y, tal como dicen, es muy buena persona...No! me refiero a si he llegado a tener un verdadero encuentro con él, si me ha convencido y ha comprometido la vida.
José Antonio Pagola, al comentar el evangelio de hoy, echa mano de unas palabras del papa Francisco y me parece que apunta en esa dirección:"...Francisco nos advierte que «a veces perdemos el entusiasmo al olvidar que el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas». Sin embargo no es así. El papa expresa con fuerza su convicción: «No es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra […] no es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo solo con la propia razón»..."
Efectivamente. No es lo mismo. No es igual razonar, dar mi opinión, intentar construir mi mundo, mi sociedad según mis razonamientos que dejarse llenar y conducir por el espíritu de Jesús de Nazaret (el mismo aliento de Dios).
Aquellos hombres y mujeres que le siguieron así lo experimentaron. La buena noticia del reino de Dios, el estilo de vida de Jesús se convirtió en lo más vital, en lo único necesario, en descubrir lo que realmente tiene importancia en este mundo.
Siempre recordaban la cantidad de parábolas que había utilizado el mismo Jesús de Nazaret para que lo entendieran: la perla preciosa, el tesoro escondido, la invitación a la boda, los criados vigilantes, etc. Lo que, de verdad, importa... Y es precisamente Jesús de Nazaret el que nos transmite el aliento de Dios mismo.
Al igual que Juan, yo también quiero poder decir: "Os aseguro que es él". Doy testimonio de ello.
Texto del evangelio de Juan 1, 29-34
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