Domingo 20 de noviembre de 2016
Hoy nos propone la celebración de la fiesta de "Cristo Rey"... Se ha repetido tanto que ya no nos llama la atención. "Rey del universo", "Rey de reyes", rey revestido de ricos ropajes, de toda una corte de ángeles y santos y santas... Rey que está por encima de todos los poderosos de este mundo.
Esa es la imagen que ha entrado en nuestra mente a través de las representaciones, de las charlas y sermones.
Pero, tiene algo que ver con la realidad de Jesús de Nazaret?
Creo que esa imagen está en el extremo opuesto del proyecto de Jesús, de su vida, de su estilo, de sus palabras, de la buena noticia del reino de Dios.
La cruz, que es el único trono que tuvo, fue el signo y símbolo del rechazo, de la exclusión, del mayor castigo y condena que se aplicaba a un hombre (especialmente aplicado a esclavos, asesinos y malhechores).
Los doctores y sabios de la iglesia han elevado tanto la figura de Jesús de Nazaret que la imagen de Jesús (rechazado, excluido, condenado y asesinado en la cruz) se ha cubierto de gloria, revestido de púrpura y rodeado de una corte celestial... de manera que la cruz termina convirtiéndose en un adorno que podemos lucir...
Entonces, ¿nos olvidamos de la cruz? Adoramos y reverenciamos al gran vencedor?
No sería más correcto centrarnos en el estilo de vida de Jesús? Su cruz, consecuencia del camino que siguió, del planteamiento de su proyecto (el reino de Dios).
José Antonio Pagola comenta hoy: "Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde solo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo...
Comenta un poco más adelante: "El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: «La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella»...
Llevar la cruz, decirse cristiano o seguidor de Jesús de Nazaret, no puede ser un adorno. Tiene que ser más bien la dirección o camino a seguir.
Lo que sigue está tomado de unos comentarios que hizo el papa Francisco en un encuentro con Movimientos Populares (III Encuentro Internacional):
"¿Qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto? Y así el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio, y no sólo el Mediterráneo… tantos cementerios junto a los muros, muros manchados de sangre inocente."
Texto del evangelio de Lucas (23,35-43)
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