domingo, 25 de septiembre de 2016

Un sistema que excluye

Domingo 25 de septiembre de 2016

Resultado de imagen de los sin papeles Una parábola que hace daño.
El texto del evangelio de este domingo ("el pobre Lázaro y el rico epulón..."), como sucede muchas veces, nos cuestiona, nos obliga que ser críticos con nosotros mismos... Especialmente en nuestra parte del mundo en el que hemos nacido.
Andamos a vueltas con elecciones, con los discursos y arengas de los políticos; los innumerables casos de corrupción, sobornos y trampas de toda clase... Y, al mismo tiempo, un día sí y otro también las imágenes de todos esos "condenados de la tierra" (retomando la imagen de Frantz Fannon) que van llegando a nuestras costas... siempre en busca de una tierra mejor, de una sociedad mejor, de de una vida mejor.
¿Cuál es nuestra respuesta? Parece que nadie la tiene. Nuestro sistema, nuestra sociedad, nosotros mismos, no queremos vernos implicados. Es como si todo eso no fuera cosa nuestra... No es mi problema!
Y mi mundo me va empujando hacia una realidad más pendiente del "consumo", de "tener y acumular", de "gozar y disfrutar"... sin pensar en los demás, con una respuesta que, a veces, hemos llegado a oír: "que se vayan!, que se vuelvan a su país..."

José Antonio Pagola comenta: "Según los observadores, está creciendo en nuestra sociedad la apatía o falta de sensibilidad ante el sufrimiento ajeno. Evitamos de mil formas el contacto directo con las personas que sufren. Poco a poco, nos vamos haciendo cada vez más incapaces para percibir su aflicción...
Hemos aprendido a reducir el hambre, la miseria o la enfermedad a datos, números y estadísticas que nos informan de la realidad sin apenas tocar nuestro corazón. También sabemos contemplar sufrimientos horribles en el televisor, pero, a través de la pantalla, el sufrimiento siempre es más irreal y menos terrible. Cuando el sufrimiento afecta a alguien más próximo a nosotros, no esforzamos de mil maneras por anestesiar nuestro corazón... "

Hace ya muchos años me impresionó algo que decía y escribía el Che Guevara (cito de memoria): "Nunca llegaré a ser libre mientras uno de estos pueblos sufra la opresión, la degradación, la injusticia y la humillación..." Porque todos somos un solo pueblo. Forman parte de mí.

Esta semana leía el comentario de Iñigo García Blanco (desde la Amazonía). Un movimiento que reclama a gritos un cambio de vida y de sistema... Escribía: "...el lema del grito se ha basado en palabras pronunciadas el pasado año por el Papa Francisco, cuando digiriéndose a los movimientos sociales en Bolivia afirmó que ‘este sistema es insoportable: excluye, degrada, mata’. Estamos cimentando la sociedad del descarte, donde pocos cuentan y muchos-nadie son nadie..."
 Es tremendo. Tenemos un sistema de vida que "excluye, degrada, mata"... Excluye a millones de personas para enriquecer (aún más) a unas pocas; degrada y mata a pueblos enteros para que unos países privilegiados puedan gastar, consumir y derrochar...

Nada. Tengo que ponerme a revisar mi actitud y mi estilo de vida. Cuidado con mi manera de hacer, de mirar, de acoger o rechazar... digan lo que digan los medios de comunicación y/o los políticos.
Texto del evangelio de Lucas (16,19-31)

domingo, 18 de septiembre de 2016

Tú eliges

Domingo 18 de septiembre de 2016

Resultado de imagen de ningun siervo puede servir a dos amosEl texto del evangelio de la eucaristía de hoy nos habla del "administrador injusto", del "dinero injusto" y de que tenemos que "elegir": O Dios o el dinero (como dios).
Como cada palabra de Jesús, nos pone en una situación de tener que decidir y elegir.
Durante la celebración, ya como despedida, cantaron una canción con el texto de San Juan de la Cruz: "Al atardecer de la vida, me examinarán del amor". Y lo estaba reflexionando y me decía a mí mismo: Efectivamente, al atardecer de mi vida me examinarán del amor... Ahí está la clave. Aunque (lo acabo de volver a leer) en la predicación, en los escritos religiosos, se explica y comenta diciendo que "si amamos a Dios, amaremos a nuestros hermanos"... Y se nos recomienda que hagamos "obras de caridad".
Creo que no es correcto. Ya lo comentaba San Juan en una de sus cartas: "A Dios nadie le ha visto. Si no amamos a los hermanos a quienes vemos, cómo vamos a amar a Dios. En eso conocemos que amamos a Dios, porque amamos a los hermanos..." (cito de memoria).

Y siguiendo con el texto del evangelio de hoy, me ha llamado la atención lo que dice J.A. Pagola: " (Jesús de Nazaret) Habla del dinero con un lenguaje muy personal. Lo llama espontáneamente «dinero injusto» «riquezas injustas». Al parecer, no conoce «dinero limpio». La riqueza de aquellos poderosos es injusta porque ha sido amasada de manera injusta y porque la disfrutan sin compartirla con los pobres y hambrientos.

Jesús viene a decir así a los ricos: «Emplead vuestra riqueza injusta en ayudar a los pobres; ganaos su amistad compartiendo con ellos vuestros bienes. Ellos serán vuestros amigos y, cuando en la hora de la muerte el dinero no os sirva ya de nada, ellos os acogerán en la casa del Padre». Dicho con otras palabras: la mejor forma de «blanquear» el dinero injusto ante Dios es compartirlo con sus hijos más pobres..."
Escuchando el evangelio y tomando nota de todo lo que nos afecta, hoy he preferido escuchar a personas más entendidas que yo y que me ayudan a captar mejor todo lo que supone querer seguir al Maestro Jesús de Nazaret. 
Fray Marcos lo comenta de la siguiente manera: "No hacen falta muchas cavilaciones para darse cuenta de que ponemos mucho más interés en los asuntos materiales que en los espirituales, no solo por el tiempo que les dedicamos, sino sobre todos por la intensidad de nuestra dedicación. Es lamentable que personas muy inteligentes y con varias carreras, tengan un nivel de conocimientos religiosos propios de un niño de primera comunión. En religión, lo único que se nos exigía era “creer”. 
No podéis servir a Dios y al dinero. No está bien traducido. El texto griego dicemamwna. Mammón era un dios cananeo, el dios dinero. No se trata, pues, de la oposición entre Dios y un objeto material, sino de la incompatibilidad entre dos dioses...
Podemos dar un paso más. A Dios no le servimos para nada. Si algo dejó claro Jesús fue que Dios no quiere siervos sino personas libres. No se trata de doblegarse con sumisión externa, a lo que mande desde fuera un señor poderoso. Se trata de ser fiel al creador, respondiendo a las exigencias de mi ser, desplegando todas las posibilidades de ser. Servir a un dios externo que puede premiarme o castigarme, es idolatría y, en el fondo, egoísmo. Hoy podemos decir que no debemos servir a ningún “dios”. Al verdadero Dios solo se le puede servir, sirviendo al hombre. Aquí está la originalidad del mensaje cristiano. Donde las religiones verdaderas o falsas ponen “Dios”, Jesús pone “hombre”. 
Es curioso que ni siquiera cuestionemos que lo que es legal puede no ser justo. Puesto que lo que tengo lo he conseguido legalmente, nadie me podrá convencer de que no es exclusivamente mío. Además, el dinero es injusto, no solo por la manera de conseguirlo, sino por la manera de gastarlo. Las leyes que rigen la economía, están hechas por los ricos para defender sus intereses. No pueden ser consideradas justas por parte de aquellos que están excluidos de los beneficios del progreso. Unas leyes económicas que potencian la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos, mientras grandes sectores de la población viven en la miseria e incluso mueren de hambre, no podemos considerarlas justas..."

Texto del evangelio de Lucas (16,1-13)

domingo, 4 de septiembre de 2016

No de cualquier manera

Domingo 4 de septiembre de 2016

Dibujo Evangelio 8 Septiembre ColorTodo el texto del evangelio de esta semana suena duro, exigente, revolucionario. Considerarse discípulo, seguidor de Jesús de Nazaret, no es simplemente apuntarse o que le apunten a uno a una lista (registros de la parroquia donde te bautizan o lista de algún grupo o cofradía).

No, uno no pasa a ser seguidor de Jesús de cualquier manera.
Los políticos que surgen en nuestro país pidiendo y exigiendo un cambio también ponen condiciones y líneas rojas... Sólo que, en política, terminan llegando a acuerdos y pactos "por el bien de"... el país, el estado, el partido. Cualquiera sabe.

Me temo que en esto de ser o querer ser cristiano nos hemos ido adaptando a corrientes, modas, tradiciones, predicaciones y consejos. Y nuestra fe se ha ido haciendo más ligera, más "light" o descafeinada.
Pero Jesús tiene un modo de pensar bien claro: "Si alguno no pospone a su familia... no puede ser discípulo mío".
Y me gusta el comentario que hace J.A. Pagola: "...si no dejan a un lado los intereses familiares para colaborar con él en promover una familia humana, no basada en lazos de sangre sino construida desde la justicia y la solidaridad fraterna, no podrán ser sus discípulos..."
"...Si alguien solo piensa en sí mismo y en sus cosas, si vive solo para disfrutar de su bienestar, si se preocupa únicamente de sus intereses, que no se engañe, no puede ser discípulo de Jesús..."
"...No se puede ser cristiano de cualquier manera. No hemos de confundir la vida cristiana con formas de vivir que desfiguran y vacían de contenido el seguimiento humilde, pero responsable a Jesús..."

Y ese mundo nuevo (hecho de solidaridad fraterna, de justicia, de compasión y ternura) es el objetivo. Porque no creo que la finalidad de ser cristiano sea la práctica de devociones, rezos, misas, retiros, charlas y conferencias... Se trata más bien de tener un corazón entregado a esa auténtica "revolución" en la relación de las personas. A todos los niveles; pero sobre todo hacia los más débiles y desgraciados, aquellos que, incluso, carecen de hogar, de familia, de casa y de trabajo.
Jesús nos cuestiona hasta lo más íntimo de nuestras vidas.
Cristiano? Sí; pero no de cualquier manera.

Texto del evangelio de Lucas (14, 25-33)

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