Para centrarme mejor en el evangelio quiero recordar que los escritos de los evangelistas no son narraciones de historia, biografías o acontecimientos que se reseñan como si fueran las noticias que nos brindan los periódicos, las revistas o las diferentes cadenas de televisión.
Son los textos de una comunidad de creyentes. La expresión de su fe y de su convencimiento.A menudo hemos confundido el saber cosas sobre Jesús con el convencimiento y la fe en él.
La segunda cosa es que todo el texto del evangelio forma una unidad. La idea central que nos propone el evangelio es la buena noticia de que el reino de Dios ha llegado, que no perdamos el tiempo, que cambiemos de vida, que nos convirtamos para entrar en ese nuevo modo de vivir...
Y ahí llega el convencimiento de recoge Marcos: "Éste es mi hijo amado; escucharle".
Si nos entretenemos en la montaña, en los vestidos de un blanco deslumbrador, incluso en Moisés y Elías... puede que, al final, nos olvidemos del mensaje: "Escuchadle".
Toda la consideración que se hace Marcos de que no entendieron nada hasta el final cuando se toparon con la terrible ejecución en la cruz y que se les vino abajo todo que imaginaban del "reino de Israel"...
Lo entendieron en la "fracción del pan" (como los de Emaús), en la reunión de los hermanos en torno a la mesa, en el amor y solidaridad que crecía entre todos ellos ("mirad cómo se aman")... Todo un "resucitar de entre los muertos" que, sin entender bien lo que quiere decir, trata de expresar la nueva vida del reino de Dios, la compasión y la ternura de Dios que como un nuevo aliento da vida y esperanza a las nuevas comunidades.
Escuchadle!
Si yo lo acepto como mi Maestro, si acepto su palabra y su estilo de vida... eso significa un reto diario a cambiar mi vida, a romper con la rutina e intentar que mi modo de ser y de actuar muestre y dé a entender cuáles son los valores de mi vida, lo que me importa.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 2-10
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