Domingo 17 de Agosto de 2014
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El texto de Mateo que nos han leído hoy en la eucaristía es el de la mujer cananea. La mujer que le pide a Jesús que le ayude con su hija que tiene un demonio malo... A la respuesta de Jesús sobre lo de dar el pan a los hijos, no a los perros, le dice aquello de que "también los perros comen las migajas que caen de la mesa..." Y de ahí la exclamación: ¡Qué grande es tu fe!"
Me digo a mí mismo que nosotros (los cristianos, los católicos) nos creemos como con más derechos, como los "hijos" que comen el pan, como los elegidos y pueblo de Dios... Pero, ¿realmente es así?
Estos días me impresionaba la lectura de un comentario de José Mª Castillo: "Cuando llegue el momento supremo, la hora de la verdad definitiva, lo único que va a quedar en pie, lo que únicamente se va a tener en cuenta como criterio de salvación o perdición, no va a ser ni la piedad, ni la religiosidad, ni la espiritualidad, ni la fe, ni siquiera lo que cada cual ha hecho o ha dejado de hacer con Dios, sino que solamente se va a tener en cuenta una cosa, a saber: lo que cada cual ha hecho o ha dejado de hacer con los seres humanos..."
Y la mujer cananea es todo un ejemplo.
¡Qué grand es tu fe!
Fe en la manera de actuar de tanta gente sencilla, humilde, quizás hasta marginada y despreciada; pero que adoptan en su vida un estilo acogedor, amable, tierno y totalmente humano... Nada que ver con la religión, con la iglesia, con los ritos y ceremonias, con las novenas y rosarios, con lo más santo y religioso que nos rodea. Unos gestos y unos modos que desbordan humanidad y ternura, acogida y corazón.
¡Qué grande es tu fe!
Yo soy más bien como los discípulos "hombres de poca fe"... que puedo llegar a creerme muy discípulo del Maestro Jesús de Nazaret; pero que no ha adquirido el estilo sencillo y acogedor, las maneras solidarias y totalmente humanas.
Señor, auméntame la fe!
Me digo a mí mismo que nosotros (los cristianos, los católicos) nos creemos como con más derechos, como los "hijos" que comen el pan, como los elegidos y pueblo de Dios... Pero, ¿realmente es así?
Estos días me impresionaba la lectura de un comentario de José Mª Castillo: "Cuando llegue el momento supremo, la hora de la verdad definitiva, lo único que va a quedar en pie, lo que únicamente se va a tener en cuenta como criterio de salvación o perdición, no va a ser ni la piedad, ni la religiosidad, ni la espiritualidad, ni la fe, ni siquiera lo que cada cual ha hecho o ha dejado de hacer con Dios, sino que solamente se va a tener en cuenta una cosa, a saber: lo que cada cual ha hecho o ha dejado de hacer con los seres humanos..."
Y la mujer cananea es todo un ejemplo.
¡Qué grand es tu fe!
Fe en la manera de actuar de tanta gente sencilla, humilde, quizás hasta marginada y despreciada; pero que adoptan en su vida un estilo acogedor, amable, tierno y totalmente humano... Nada que ver con la religión, con la iglesia, con los ritos y ceremonias, con las novenas y rosarios, con lo más santo y religioso que nos rodea. Unos gestos y unos modos que desbordan humanidad y ternura, acogida y corazón.
¡Qué grande es tu fe!
Yo soy más bien como los discípulos "hombres de poca fe"... que puedo llegar a creerme muy discípulo del Maestro Jesús de Nazaret; pero que no ha adquirido el estilo sencillo y acogedor, las maneras solidarias y totalmente humanas.
Señor, auméntame la fe!
Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28
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