Domingo 1 de diciembre de 2013
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"...Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa..."
Ya comenzó el tiempo de Adviento y hemos vuelto a escuchar la lectura del evangelio que nos invita a "vigilar y estar atentos"...
Recuerdo mi manera de vivirlo a lo largo de muchos años. Era algo como personal e íntimo. Tenía que prepararme para la "venida del Señor": Oraciones, actos de piedad, penitencias, obras buenas. Era todo un repertorio que parecía suficiente para luego celebrar la Navidad y dar comienzo a un año nuevo cargado de bendiciones.
Hoy en día me uno a la reflexión que hace José Antonio Pagola: "...la manera más fácil de falsear la esperanza cristiana es esperar de Dios nuestra salvación eterna, mientras damos la espalda al sufrimiento que hay ahora mismo en el mundo. Un día tendremos que reconocer nuestra ceguera ante Cristo Juez: ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, extranjero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Este será nuestro dialogo final con él si vivimos con los ojos cerrados."
Eso es algo que, desde hace un tiempo, se ha convertido como en un eco de mis reflexiones sobre el evangelio. "No podemos aislarnos en la religión, insiste J.A. Pagola, para no oír el clamor de los que mueren diariamente de hambre.
Y es que Jesús llega, sí; pero no en la forma de las figuritas de nuestras representaciones (belenes, nacimientos, felicitaciones y postales navideñas). Jesús, el Señor, viene bajo la piel de todos esos inmigrantes que trepan las barreras de Melilla y se hacen cortes con las cuchillas del mundo rico. Llega a través de la presencia de tantos desahuciados, de tantas personas en paro y sin un sueldo que ayude a la familia, de personas sin recursos, de ancianos olvidados, de personas que pasan hambre...
Y llega como el ladrón en la noche.
Mientras tanto a nosotros el consumo de nuestra sociedad nos pierde... Porque es Navidad, porque son fiestas, porque es costumbre, porque...
Hoy estuve en una manifestación convocada por "Evangelio, Justicia y Derechos Sociales - Católicos de Madrid". No éramos muchos. Quería ser un grito, un clamor por la mala situación en la que se ven los más pobres de nuestra sociedad... "Además de sentirnos exigidos a cambiar nuestro estilo de vida, nuestra opción por los pobres nos impide callar y permanecer quietos ante la situación..."
Al lado de la gran muchedumbre que llenaba plazas y comercios (compras de Navidad), estaba claro que apenas si éramos un granito de arena (o tal vez de levadura) y nuestra fuerza era tan pequeña. Pero no importaba.
Procuraré mantenerme en vela... porque llega el Señor.
Espero saber reconocerlo debajo de esos "disfraces" (hambre, sed de justicia, abandono, opresión y violencia).
Ya comenzó el tiempo de Adviento y hemos vuelto a escuchar la lectura del evangelio que nos invita a "vigilar y estar atentos"...
Recuerdo mi manera de vivirlo a lo largo de muchos años. Era algo como personal e íntimo. Tenía que prepararme para la "venida del Señor": Oraciones, actos de piedad, penitencias, obras buenas. Era todo un repertorio que parecía suficiente para luego celebrar la Navidad y dar comienzo a un año nuevo cargado de bendiciones.
Hoy en día me uno a la reflexión que hace José Antonio Pagola: "...la manera más fácil de falsear la esperanza cristiana es esperar de Dios nuestra salvación eterna, mientras damos la espalda al sufrimiento que hay ahora mismo en el mundo. Un día tendremos que reconocer nuestra ceguera ante Cristo Juez: ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, extranjero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Este será nuestro dialogo final con él si vivimos con los ojos cerrados."
Eso es algo que, desde hace un tiempo, se ha convertido como en un eco de mis reflexiones sobre el evangelio. "No podemos aislarnos en la religión, insiste J.A. Pagola, para no oír el clamor de los que mueren diariamente de hambre.
Y es que Jesús llega, sí; pero no en la forma de las figuritas de nuestras representaciones (belenes, nacimientos, felicitaciones y postales navideñas). Jesús, el Señor, viene bajo la piel de todos esos inmigrantes que trepan las barreras de Melilla y se hacen cortes con las cuchillas del mundo rico. Llega a través de la presencia de tantos desahuciados, de tantas personas en paro y sin un sueldo que ayude a la familia, de personas sin recursos, de ancianos olvidados, de personas que pasan hambre...
Y llega como el ladrón en la noche.
Mientras tanto a nosotros el consumo de nuestra sociedad nos pierde... Porque es Navidad, porque son fiestas, porque es costumbre, porque...
Hoy estuve en una manifestación convocada por "Evangelio, Justicia y Derechos Sociales - Católicos de Madrid". No éramos muchos. Quería ser un grito, un clamor por la mala situación en la que se ven los más pobres de nuestra sociedad... "Además de sentirnos exigidos a cambiar nuestro estilo de vida, nuestra opción por los pobres nos impide callar y permanecer quietos ante la situación..."
Al lado de la gran muchedumbre que llenaba plazas y comercios (compras de Navidad), estaba claro que apenas si éramos un granito de arena (o tal vez de levadura) y nuestra fuerza era tan pequeña. Pero no importaba.
Procuraré mantenerme en vela... porque llega el Señor.
Espero saber reconocerlo debajo de esos "disfraces" (hambre, sed de justicia, abandono, opresión y violencia).
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