Una fiesta trasnochada
24 de noviembre de 2013
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Cada año me sucede lo mismo. Se anuncia y se celebra "la fiesta de Cristo Rey". Y aparecen (en nuestra cabeza) imágenes que siento que no sólo son antiguas, sino que nos meten ideas totalmente erróneas y trasnochadas.
Seguramente los que promovieron la fiesta lo hicieron con muy buena intención.
Jesús de Nazaret, el que nos anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios, el que movió y sigue moviendo a tanta gente para hacer que llegue a nosotros un mundo más justo y solidario, más compasivo y humano, es normal que queramos ponerlo en lo más alto para que todos lo conozcan... Pero de ahí a colocarle todas esas vestiduras y coronas y ponerlo en la lista de tantos reyes, emperadores, dominadores y poderosos que (en su mayor parte) sólo pensaban en su gloria, en su riqueza y su poder... es demasiado fuerte.
Ha sido la mejor manera de olvidar que Jesús murió ajusticiado, como un terrorista, como un revolucionario, como un rebelde, como un no creyente... Con sus visiones de mundo nuevo, de una relación con Dios diferente, con eso de salirse de las normas y lo establecido...
Preso, acusado, juzgado, condenado y ejecutado... En una cruz, el peor suplicio que se aplicaba en su tiempo.
Es para reflexionar, verdad?
Es por eso, quizás, que poniéndolo tan alto, tan alto (a la altura de Dios mismo) y haciéndolo todo tan espiritual y celestial... nos olvidaríamos de ese final tan siniestro.
Ahora se añade que todo fue "voluntad de Dios", que "lo hizo para salvarnos a todos", que "nos daba ejemplo", que por eso "Dios lo puso a su derecha y lo hizo rey del universo"... Y la cruz se convirtió en adorno, en colgante, en signo de autoridad, en dignidad de obispos y papas, en objeto de decoración. Incluso motivo de guerras y peleas "contra los infieles".
Casi me parece siniestro y burla del propio evangelio.
Me temo que el mismo Jesús de Nazaret nos diría: "No os conozco"... Porque tuve hambre y no me viste de comer (así está nuestro mundo hoy), "tuve sed"... y no me diste de beber, "estaba desnudo..." y no me vestiste, "me metieron en la carcel..." y no me visitaste.
Por eso, en esta sociedad que tenemos, me pregunto siempre qué es lo que estamos haciendo, que estoy haciendo para que llegue el reino de Dios, ese mundo justo, solidario, compasivo, humano al estilo de Dios...
Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):
Seguramente los que promovieron la fiesta lo hicieron con muy buena intención.
Jesús de Nazaret, el que nos anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios, el que movió y sigue moviendo a tanta gente para hacer que llegue a nosotros un mundo más justo y solidario, más compasivo y humano, es normal que queramos ponerlo en lo más alto para que todos lo conozcan... Pero de ahí a colocarle todas esas vestiduras y coronas y ponerlo en la lista de tantos reyes, emperadores, dominadores y poderosos que (en su mayor parte) sólo pensaban en su gloria, en su riqueza y su poder... es demasiado fuerte.
Ha sido la mejor manera de olvidar que Jesús murió ajusticiado, como un terrorista, como un revolucionario, como un rebelde, como un no creyente... Con sus visiones de mundo nuevo, de una relación con Dios diferente, con eso de salirse de las normas y lo establecido...
Preso, acusado, juzgado, condenado y ejecutado... En una cruz, el peor suplicio que se aplicaba en su tiempo.
Es para reflexionar, verdad?
Es por eso, quizás, que poniéndolo tan alto, tan alto (a la altura de Dios mismo) y haciéndolo todo tan espiritual y celestial... nos olvidaríamos de ese final tan siniestro.
Ahora se añade que todo fue "voluntad de Dios", que "lo hizo para salvarnos a todos", que "nos daba ejemplo", que por eso "Dios lo puso a su derecha y lo hizo rey del universo"... Y la cruz se convirtió en adorno, en colgante, en signo de autoridad, en dignidad de obispos y papas, en objeto de decoración. Incluso motivo de guerras y peleas "contra los infieles".
Casi me parece siniestro y burla del propio evangelio.
Me temo que el mismo Jesús de Nazaret nos diría: "No os conozco"... Porque tuve hambre y no me viste de comer (así está nuestro mundo hoy), "tuve sed"... y no me diste de beber, "estaba desnudo..." y no me vestiste, "me metieron en la carcel..." y no me visitaste.
Por eso, en esta sociedad que tenemos, me pregunto siempre qué es lo que estamos haciendo, que estoy haciendo para que llegue el reino de Dios, ese mundo justo, solidario, compasivo, humano al estilo de Dios...
Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
Pero el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.»
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
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