Domingo 20 de octubre de 2013
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Me llama la atención en el texto del evangelio de este domingo esa palabra final de Jesús de Nazaret: "Cuando venga el hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?"
Supongo que en toda época y sociedad se ha vivido la parábola que propone Jesús a sus discípulos. El juez injusto que ni teme a Dios ni le importan los hombres... Poderosos, políticos, empresarios, gobernantes, jefes, directores, incluso a niveles más bajos, que su manera de pensar y de actuar es la que cuenta la parábola.
Y nosotros, los que nos llamamos seguidores de Jesús, nuestro Maestro, somos espectadores de una realidad dura y compleja en la que los pobres, los humildes, los inmigrantes, los que menos posibilidades tienen (los marginados y olvidados) tratan de sobrevivir y presentan el rostro de una humanidad violentada, oprimida y despreciada...
Y rezamos en nuestras iglesias o en nuestras casas: "Que venga tu reino...!" Que llegue tu justicia. Que se haga realidad la humanidad nueva...
Y nos preguntamos, como hace Jesús, ¿Es que Dios no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?
Seguro que el clamor de tantas personas que sufren esa violencia en sus carnes llega a los oídos de Dios. Seguro que ese clamor ya le ha puesto dolor de cabeza y de corazón...
Me pregunto si nosotros, seguidores y discípulos, gritamos también a tantos "jueces injustos", si nuestras oraciones se convierten en clamor, en gritos y exigencias de justicia y solidaridad, si nuestra actitud y modo de actuar puede llegar "a fastidiar" a políticos y gobernantes, a los poderosos, a los jueces, a los empresarios, a los que mandan y dirigen nuestra sociedad.
O acaso vamos perdiendo la fe y confianza en la buena noticia del evangelio.
El aviso que da Jesús: "encontrará fe en esta tierra", no nos lo dice también a nosotros?
Siempre me lo pregunto: ¿Creo de verdad en ese mundo nuevo del que habla Jesús? Acepto, seriamente, que Dios es nuestro padre y nos pide que seamos hermanos? Doy más importancia a la compasión o a la ley? Me preocupa más la iglesia y las cosas religiosas o el mundo que nos rodea con tantas injusticias, tanto abuso y tanto atropello?
Me pregunto si la fe que tenemos es una fe de iglesia en lugar de una fe en el mensaje de Jesús...
Espero que no se nos apague la fe en Jesús de Nazaret.
Texto del evangelio de Lucas (18,1-8)
Supongo que en toda época y sociedad se ha vivido la parábola que propone Jesús a sus discípulos. El juez injusto que ni teme a Dios ni le importan los hombres... Poderosos, políticos, empresarios, gobernantes, jefes, directores, incluso a niveles más bajos, que su manera de pensar y de actuar es la que cuenta la parábola.
Y nosotros, los que nos llamamos seguidores de Jesús, nuestro Maestro, somos espectadores de una realidad dura y compleja en la que los pobres, los humildes, los inmigrantes, los que menos posibilidades tienen (los marginados y olvidados) tratan de sobrevivir y presentan el rostro de una humanidad violentada, oprimida y despreciada...
Y rezamos en nuestras iglesias o en nuestras casas: "Que venga tu reino...!" Que llegue tu justicia. Que se haga realidad la humanidad nueva...
Y nos preguntamos, como hace Jesús, ¿Es que Dios no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?
Seguro que el clamor de tantas personas que sufren esa violencia en sus carnes llega a los oídos de Dios. Seguro que ese clamor ya le ha puesto dolor de cabeza y de corazón...
Me pregunto si nosotros, seguidores y discípulos, gritamos también a tantos "jueces injustos", si nuestras oraciones se convierten en clamor, en gritos y exigencias de justicia y solidaridad, si nuestra actitud y modo de actuar puede llegar "a fastidiar" a políticos y gobernantes, a los poderosos, a los jueces, a los empresarios, a los que mandan y dirigen nuestra sociedad.
O acaso vamos perdiendo la fe y confianza en la buena noticia del evangelio.
El aviso que da Jesús: "encontrará fe en esta tierra", no nos lo dice también a nosotros?
Siempre me lo pregunto: ¿Creo de verdad en ese mundo nuevo del que habla Jesús? Acepto, seriamente, que Dios es nuestro padre y nos pide que seamos hermanos? Doy más importancia a la compasión o a la ley? Me preocupa más la iglesia y las cosas religiosas o el mundo que nos rodea con tantas injusticias, tanto abuso y tanto atropello?
Me pregunto si la fe que tenemos es una fe de iglesia en lugar de una fe en el mensaje de Jesús...
Espero que no se nos apague la fe en Jesús de Nazaret.
Texto del evangelio de Lucas (18,1-8)
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