18 de Agosto de 2013 - domingo 20º tiempo ordinario
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división.
Palabras del Maestro difíciles de comprender. Nos cuesta aceptar a Jesús en esas expresiones de "prender fuego", "división", "ruptura"...
Por eso en las explicaciones y comentarios nos han hablado de "prender fuego en el mundo" como del amor de Dios que prende en todos los corazones... También nos dijeron que al hablar de la división (en la familia, entre las personas más queridas) hace referencia a aquello que dijo: "el que prefiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí..."
Con todo ello nos quedábamos en un plano espiritual que apenas afectaba a nuestra vida, a nuestro entorno, al mundo que nos rodeaba.
Supongo que, como en tantas cuestiones, puede haber muchas interpretaciones; pero, por encima de todo, prefiero centrarme en lo que es su gran mensaje, ese estribillo que suena a lo largo de toda su vida. El reino de Dios. Su buena noticia.
Aún entendiendo que lo más entrañable de su mensaje es que Dios es nuestro padre, que nos ama, que no olvida ni siquiera a los más pequeños y humildes... Es más que da su preferencia a los que aparecen en nuestro mundo como los más olvidados y despreciados. A pesar de todo eso, nos aclara que, precisamente por eso, la buena noticia del reino de Dios no trae paz a este mundo, sino división.
Porque este mundo no acepta que esos últimos, esos desgraciados sean iguales a los demás, que tengan los mismos derechos, que merezcan respeto, atención, cuidados... Y mucho menos que sean los "preferidos de Dios".
La actitud y manera de vivir el reino de Dios creará división, sí. Creará polémica, palabras duras, acusaciones, condenas y atropellos y hasta castigos de muerte...
Este mundo nuestro, esta sociedad nuestra, que provoca y produce tanta hambre, tanta violencia, tanto abuso, tanto desprecio y tanta desigualdad... se merece el fuego. Sí, señor. Y colocarnos del lado de los últimos y desfavorecidos de este mundo provocará en nosotros verdadera angustia. Y experimentaremos división y ruptura incluso con las personas más cercanas porque iremos descubriendo que el reino de Dios afecta hasta lo más profundo de nuestras vidas y que no vale contentarnos con palabras piadosas y reflexiones espirituales.
"¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división."
Por eso en las explicaciones y comentarios nos han hablado de "prender fuego en el mundo" como del amor de Dios que prende en todos los corazones... También nos dijeron que al hablar de la división (en la familia, entre las personas más queridas) hace referencia a aquello que dijo: "el que prefiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí..."
Con todo ello nos quedábamos en un plano espiritual que apenas afectaba a nuestra vida, a nuestro entorno, al mundo que nos rodeaba.
Supongo que, como en tantas cuestiones, puede haber muchas interpretaciones; pero, por encima de todo, prefiero centrarme en lo que es su gran mensaje, ese estribillo que suena a lo largo de toda su vida. El reino de Dios. Su buena noticia.
Aún entendiendo que lo más entrañable de su mensaje es que Dios es nuestro padre, que nos ama, que no olvida ni siquiera a los más pequeños y humildes... Es más que da su preferencia a los que aparecen en nuestro mundo como los más olvidados y despreciados. A pesar de todo eso, nos aclara que, precisamente por eso, la buena noticia del reino de Dios no trae paz a este mundo, sino división.
Porque este mundo no acepta que esos últimos, esos desgraciados sean iguales a los demás, que tengan los mismos derechos, que merezcan respeto, atención, cuidados... Y mucho menos que sean los "preferidos de Dios".
La actitud y manera de vivir el reino de Dios creará división, sí. Creará polémica, palabras duras, acusaciones, condenas y atropellos y hasta castigos de muerte...
Este mundo nuestro, esta sociedad nuestra, que provoca y produce tanta hambre, tanta violencia, tanto abuso, tanto desprecio y tanta desigualdad... se merece el fuego. Sí, señor. Y colocarnos del lado de los últimos y desfavorecidos de este mundo provocará en nosotros verdadera angustia. Y experimentaremos división y ruptura incluso con las personas más cercanas porque iremos descubriendo que el reino de Dios afecta hasta lo más profundo de nuestras vidas y que no vale contentarnos con palabras piadosas y reflexiones espirituales.
"¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división."
Texto del evangelio de Lucas (12,49-53)
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