4 de agosto 2013 - 18º domingo tiempo ordinario
“Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?” Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»
Si algo queda claro en Jesús de Nazaret es precisamente eso, que centra su vida en el reino de Dios, en la Buena Noticia. Es como una obsesión. La vida nueva, el estilo y manera de Dios.
Sus palabras, su actividad, su pensamiento, sus deseos e intenciones...
"De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma..." dirá en otro momento.
Es lo más opuesto posible a la propuesta que nos hace el mundo de hoy: el consumismo. Tener, poseer, conseguir, acaparar...
Resulta curiosa esa expresión que usa Lucas: "...rico ante Dios".
Los maestros espirituales de la iglesia nos hablan de "buenas obras", de "obras piadosas", de "caridad", de "oraciones"... Y no sé si es acertado hablar así. Al menos a mí me parece que todo eso es como escaparse de la realidad de nuestro mundo. Creo que es mejor retomar el lenguaje de Jesús mismo: Rico ante Dios es... el buen samaritano, el que da de comer al hambriento, el que visita al que está preso, el acoge al pobre inmigrante, el que se hace solidario con los más débiles de nuestra sociedad, con los desprotegidos, los oprimidos...
Para mí es ésa la referencia, no las recomendaciones espirituales que nos suelen dar en los sermones de iglesia.
"...y el que pierda su vida, la ganará", dice Jesús en otro momento. Porque lo importante no es "ganar la vida (=todo el consumo que nos puedan proponer)", sino perderla y entregarla siendo solidarios y poniendo compasión y ternura entre tantos hombres y mujeres que son como los condenados de la tierra.
Texto del evangelio de Lucas (12,13-21)
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