2 de junio 2013 - Fiesta del Corpus Christi
"Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban."
A lo largo de los tiempos la celebración de esta fiesta ha servido a la iglesia (en especial a los jefes de la misma) para instruir, exhortar, enseñar y enaltecer el "sacramento de la eucaristía".
Tanto hemos hablado de la misa y del sacramento que, a mi modo de entender, hemos ido creando un verdadero ídolo. Las misas, las adoraciones, las horas santas, ciertas celebraciones... tienden a ser lo más sagrado de la religión católica.
Me pregunto si la buena noticia de Jesús de Nazaret tiene algo que ver con todo eso.
En el texto de la celebración de hoy quiero fijarme en dos palabras:
"Jesús se puso a hablar... del reino de Dios".
Es tan recurrente que, para todos los que nos decimos seguidores del Maestro, ésa debería ser nuestra gran preocupación. El reino de Dios. Porque, en definitiva, ése es el único camino. Intentar hacer de nuestra vida y de nuestro mundo un lugar y un estilo humano, solidario, justo, lleno de compasión y ternura... al estilo de Dios mismo (como nos lo muestra Jesús).
Y la otra palabra: "Dadles vosotros de comer"
Es lo que les dice el Maestro. Nos resulta más simpático contar el "milagro de los panes y los peces"; pero me creo que su primera respuesta es más importante. Y entiendo que volvemos a hablar del reino de Dios.
En una sociedad, en un mundo, en el que existen millones de personas hambrientas, oprimidas, despreciadas y marginadas... los seguidores del Maestro tenemos que ser "la sal de la tierra", "la luz del mundo"... Los que dan de comer y de beber, los que visten al desnudo, visitan al encarcelado, atienden al desvalido.
Es como enfocar nuestra vida de otra manera. Cito de memoria cuando digo que los pobres son el verdadero sacramento de los discípulos de Jesús... Y tomo prestados algunos comentarios que hace José Antonio Pagola al texto de hoy:
A lo largo de los tiempos la celebración de esta fiesta ha servido a la iglesia (en especial a los jefes de la misma) para instruir, exhortar, enseñar y enaltecer el "sacramento de la eucaristía".
Tanto hemos hablado de la misa y del sacramento que, a mi modo de entender, hemos ido creando un verdadero ídolo. Las misas, las adoraciones, las horas santas, ciertas celebraciones... tienden a ser lo más sagrado de la religión católica.
Me pregunto si la buena noticia de Jesús de Nazaret tiene algo que ver con todo eso.
En el texto de la celebración de hoy quiero fijarme en dos palabras:
"Jesús se puso a hablar... del reino de Dios".
Es tan recurrente que, para todos los que nos decimos seguidores del Maestro, ésa debería ser nuestra gran preocupación. El reino de Dios. Porque, en definitiva, ése es el único camino. Intentar hacer de nuestra vida y de nuestro mundo un lugar y un estilo humano, solidario, justo, lleno de compasión y ternura... al estilo de Dios mismo (como nos lo muestra Jesús).
Y la otra palabra: "Dadles vosotros de comer"
Es lo que les dice el Maestro. Nos resulta más simpático contar el "milagro de los panes y los peces"; pero me creo que su primera respuesta es más importante. Y entiendo que volvemos a hablar del reino de Dios.
En una sociedad, en un mundo, en el que existen millones de personas hambrientas, oprimidas, despreciadas y marginadas... los seguidores del Maestro tenemos que ser "la sal de la tierra", "la luz del mundo"... Los que dan de comer y de beber, los que visten al desnudo, visitan al encarcelado, atienden al desvalido.
Es como enfocar nuestra vida de otra manera. Cito de memoria cuando digo que los pobres son el verdadero sacramento de los discípulos de Jesús... Y tomo prestados algunos comentarios que hace José Antonio Pagola al texto de hoy:
"Es el momento de descubrir que no es posible seguir a Jesús y colaborar en el proyecto humanizador del Padre sin trabajar por una sociedad más justa y menos corrupta, más solidaria y menos egoísta, más responsable y menos frívola y consumista.
Es también el momento de recuperar la fuerza humanizadora que se encierra en la eucaristía cuando es vivida como una experiencia de amor confesado y compartido. El encuentro de los cristianos, reunidos cada domingo en torno a Jesús, ha de convertirse en un lugar de concienciación y de impulso de solidaridad práctica.
No podemos comulgar con Cristo en la intimidad de nuestro corazón sin comulgar con los hermanos que sufren. No podemos compartir el pan eucarístico ignorando el hambre de millones de seres humanos privados de pan y de justicia. Es una burla darnos la paz unos a otros olvidando a los que van quedando excluidos socialmente.
La celebración de la eucaristía nos ha de ayudar a abrir los ojos para descubrir a quiénes hemos de defender, apoyar y ayudar en estos momentos. Nos ha de despertar de la “ilusión de inocencia” que nos permite vivir tranquilos, para movernos y luchar solo cuando vemos en peligro nuestros intereses." (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Texto del evangelio Lucas (9,11b-17)
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