21 de abril 2013 - 4º domingo de Pascua
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano..."
El comentario al texto de hoy se ha centrado, como ya es típico, en el Buen Pastor, en los pastores de la comunidad cristiana, en los sacerdotes y las vocaciones a la vida consagrada...Acostumbrado a esos comentarios, apenas si me llamaba la atención. Es lo que siempre nos han dicho y predicado. Y tal vez tienen toda la razón. Por lo menos es una buena aplicación.
Sin embargo, hoy entiendo que este texto nos habla de otra cosa.
Jesús nos muestra el camino, nos habla, nos explica, nos señala el "reino de Dios", cómo vivir y ser hijos de Dios.
Ser seguidores de Jesús, nuestro Maestro, es escuchar su voz y seguirle. Vivir a su manera, como auténticos hijos de Dios, nuestro padre, que prefiere la ternura y la compasión antes que la ley; que pone al hombre, a la persona por encima del sábado; que nos quiere a todos hermanos con preferencia por los más débiles, por los últimos, por los oprimidos, por los despreciados...
Y así entramos de lleno en el estilo del reino de Dios caminando hacia una vida que no termina porque es la vida misma de Dios. Si nuestra razón de vivir y de ser es la ternura y la compasión, la nueva humanidad, nada ni nadie nos podrá apartar del Maestro.
Entendiendo las palabras de Jesús de esa manera se me hace difícil aceptar todo eso de los pastores de la comunidad como algo sagrado, elegido especialmente, consagrado a... Jesús nos habla a todos sus seguidores por igual. No hay ni debe haber diferencias. Y si las llega a haber que sea para ser servidores. Sólo uno es nuestro Maestro: Jesús de Nazaret. Y es a él a quien conocemos como pastor.
Creo que debieran desaparecer los pastores actuales, tal como los conocemos. La comunidad cristiana tiene que crecer y madurar. Es ella la que elige a los servidores que necesita, según sus capacidades y habilidades. Tampoco creo que tales servidores tengan que ser personas separadas, consagradas de manera especial y colocadas por encima de las demás.
Si no nos centramos, de verdad, en Jesús y en la Buena Noticia del reino difícilmente podremos significar algo que llame la atención al mundo actual. Y nuestras comunidades se van vaciando y envejeciendo al mismo tiempo.
Por eso, para mí, me parece vital "escuchar su voz", seguirle sin apelar a tradiciones, leyes y mandatos de la institución.
(Lectura del santo evangelio según san Juan (10,27-30)
No hay comentarios:
Publicar un comentario