30 de septiembre 2012 - 26º domingo tiempo ordinario
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»
Creo que ha sido siempre una tentación que desgraciadamente nos ha ido alejando de la gente y de la vida...
Nuestro grupo.
Marcos lo señala y en algún otro pasaje de los relatos evangélicos aparece... Nosotros, los elegidos, los buenos, los "hijos de Dios", los que llevamos la señal en la frente, los que iremos al cielo...
Entiendo que Jesús de Nazaret tenía en mente otra cosa: un mundo nuevo, una humanidad nueva, un estilo y modo de vivir diferente... Porque, al fin y al cabo, todos somos hijos de Dios. Todos importamos a nuestro padre Dios. Es más, diría que precisamente los más alejados, los que no saben ni entienden, los que nunca han tenido posibilidades ni educación, ni formación religiosa, ni han tenido profesores especiales de religión... ésos son los preferidos de Dios.
Lo señala Jesús en más de una ocasión: los más pequeños, los niños, las mujeres, los enfermos, los leprosos, los endemoniados, los pecadores, los que no cumplen con los mandamientos, las prostitutas... Vaya grupo! verdad?
De esos habla y a esos se refiere cuando añade lo siguiente:
"Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar"...
Me temo que no hemos llegado a entender bien el mensaje de Jesús. Ser ocasión de pecado... Que nosotros, los que decimos ser seguidores del Maestro, demos más importancia al dinero que a los hermanos más débiles. Que prestemos más atención a las autoridades y a los jefes que a los necesitados. Que rechacemos a los inmigrantes y los tratemos de embusteros, ladrones, estafadores y gentes que engañan. Que nos moleste más el que hablen en la iglesia que el hambre de los pobres...
"Ser ocasión de escándalo..."
Me pregunto si tomamos en serio a Jesús de Nazaret, si es realmente nuestro Maestro.
A sus palabras, a su mensaje, contraponemos nuestros bellos discursos, nuestros razonamientos, nuestros ritos y rezos, nuestra iglesia. Y miramos a los otros grupos como la competencia: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»... "
Escribe José Antonio Pagola comentando el texto de hoy: "Sus primeras palabras son rotundas: “No se lo impidáis”. El Nombre de Jesús y su fuerza humanizadora son más importantes que el pequeño grupo de sus discípulos. Es bueno que la salvación que trae Jesús se extienda más allá de la Iglesia establecida y ayude a las gentes a vivir de manera más humana. Nadie ha de verla como una competencia desleal."
Si mi esfuerzo y mi vida entera no va dirigida a crecer en humanidad, a vivir más solidariamente, a poner en el centro de todo mi interés la vida de mis hermanos más débiles... es que no he entendido su mensaje... Y entonces soy "ocasión de pecado" para cualquiera de esos más pequeños que creen en Jesús de Nazaret.
"Papá, que mi vida, mis palabras, mis pensamientos, mis acciones, todo mi ser santifique tu nombre..."
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,38-43.45.47-48):
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»
Jesús replicó: «No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro. Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar. Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue. Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno. Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»
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