29 de abril 2012 - 4º domingo de Pascua
"El pastor da la vida por las ovejas..."
La lectura de este texto del evangelio de Juan me trae a la memoria tantas y tantas explicaciones y comentarios que a lo largo de mi vida he venido escuchando.
Los sacerdotes y la jerarquía, en general, se han visto reflejados en esas imágenes. Presentaban, primero, a Jesús como ese buen pastor entregado a sus ovejas, capaz de dar la vida incluso. Luego seguía la explicación referente a las ovejas, o sea nosotros. Y se daban ejemplos...
El pastor, el rebaño, su voz... Entrar en el redil, escuchar su voz y seguir sus instrucciones y mandamientos.
Mi reflexión de hoy me hace entrever que todas esas reflexiones, válidas en teoría, serían excelentes si todos los seguidores de Jesús de Nazaret nos centráramos en su buena noticia y en su estilo y manera de vivir.
Jesús que vivió de tal manera que llegó a dar su vida... Una buena noticia que le comprometió y le arrastró hasta la cruz. Porque vivir a la manera de Dios le empujó a proclamar que el reino de Dios era para todos, incluidos los extranjeros, los paganos... (un solo redil). Que el gran templo de Jerusalén, los sacrificios de animales, el poder y el dinero era servir a otros señores y desconocer a Dios, nuestro padre...
Con su vida y con sus palabras nos invita a cambiar, a vivir como hermanos..., en grupos o comunidades en las que el que quiera ser el primero sea vuestro servidor. En las que los más débiles y desfavorecidos son los primeros y hasta Jesús mismo se presenta como el que sirve (y lava los pies a sus seguidores). Que lo que importa es la vida "de las ovejas" y llega a dar su vida por ellas... Y cuando habla de la vida, no se está refiriendo a la vida futura, al más allá, a la vida de su alma.
Y esa nota y detalle que mira más allá: "Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer..." Judíos, griegos, romanos, etíopes... Hoy diríamos europeos, americanos, blancos, negros, indios, chinos, hombres de todas las clases y condiciones... Para que todos escuchen el mensaje de la buena noticia, esa nueva manera de enfocar la vida... Que entiendan bien que lo que importa no es su poder, su dinero o su saber... sino su vida, su humanidad. Y que si tienen medios medios, menos saber, menos poder..., si se encuentran marginados por los que mandan y poderosos, ellos también están llamados a formar parte de esa comunidad nueva. Es más ellos son los preferidos de Dios, nuestro padre.
Seguidores de Jesús de Nazaret, comunidad de hermanos, que intentan vivir a su manera. Y todos atentos a su voz...
Con esa perspectiva es difícil comprender una institución en la que abundan los jefes y señores, los que mandan, los que saben, los que tienen poder y dinero... y una multitud de gentes a la que se le trata como a inferiores ignorantes cuya única obligación es obedecer y seguir sus doctrinas y mandamientos.
Me resisto a aceptar una institución así. Es como falsear el mensaje de Jesús de Nazaret. Al mismo tiempo siento que es más importante escuchar y seguir su estilo de vida... tratando de seguir su ejemplo: "dar la vida por las ovejas", tener en cuenta a tantas personas que viven como abandonadas, despreciadas y oprimidas. Ir entregando mi propia vida en las pequeñas situaciones de cada día... porque Dios nos ha dado esta vida para vivirla intensamente y alcanzar una humanidad más justa, más solidaria y fraterna.
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»