1 de enero 2012 - Año Nuevo - Día de la Paz
"Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón..."
Estas fiestas de la Navidad, especialmente en el ambiente religioso, tienen la característica típica del "recuerdo", de lo ya sabido y tradicional, de lo que celebramos cada año, de la repetición...
Y tal vez, perdemos la referencia, el punto que debe marcar nuestra vida: Jesús de Nazaret, la persona que significó tanto para aquel grupo de personas que formaron la primera comunidad de seguidores. Porque lo que realmente les motivó y les empujó a vivir de otra manera no fue su nacimiento, el lugar, las personas que estuvieron cerca... No! Su estilo de vida, su manera de hacer, sus palabras, su expresión, su final terrible, su cruz y su muerte.
Y es a la luz de todos esos hechos y acontecimientos que se explican muchas cosas. Jesús de Nazaret que les habló de Dios como nuestro padre o nuestro papá. Jesús de Nazaret que pasó haciendo el bien... Jesús de Nazaret que era y es la expresión misma de Dios. Jesús de Nazaret que, estamos convencidos que Dios lo exaltó que es como decir que lo tomó consigo, que su vida terrena se unió definitivamente a Dios mismo...
Todo eso fue de tal impacto que les cambió para siempre. Su manera de hacer y de vivir se convirtieron en su modo de vida, sus palabras y parábolas fueron las pistas para seguirle...
¿Cómo expresar todo eso? ¿Cómo dar a entender a los que no habían estado con Jesús toda su profundidad, su más hondo sentir...?
Echaron mano de lo que conocían: los escritos de los profetas, su biblia, lo mejor del sentimiento religioso del pueblo judío.
Si Jesús de Nazaret significaba todo eso para ellos... ¿qué mejor manera de explicarlo que atribuyéndole todo lo que dice la biblia, las mejores esperanzas depositadas en los profetas y en el pueblo?
"Y María conservaba todas esas cosas, meditándolas en su corazón..." Seguro que María, la madre de Jesús, después de toda una vida pendiente de él, guardaba tantas cosas vividas... Como tantas madres, se preguntaba mil cosas y se ponía en manos de Dios. Porque era un gozo escuchar "su buena noticia", su manera de vivir y de entender la religión, su relación tan íntima y estrecha con Dios, su sensibilidad y su entrega... Y fue un dolor inmenso ver su final como el de un malhechor con la muerte más terrible que se conocía...
Hoy, la iglesia (como institución) nos habla de María, madre de Dios... y se esfuerza en razonar y buscar explicaciones que Jesús de Nazaret nunca dio ni los primeros seguidores de aquella comunidad tuvieron mayor interés...
Los doctores de la iglesia, los sabios y entendidos, los obispos y jefes de la misma, creo yo, confundieron el seguimiento de Jesús de Nazaret con el poder y el encumbramiento. Y la cruz de Jesús, su muerte como un esclavo les pareció humillante y despreciable... Comenzaron a "exaltar" a Jesús (a su manera) y lo proclaman "rey", "señor", lo visten de túnicas sagradas, le ponen corona y lo colocan lo más alto posible... Y, con el tiempo, junto con él... a su madre, María.
A mi parecer (cristiano de a pie, sin títulos ni poder alguno), eso le perdió a la iglesia y a su institución. Fueron los primeros pasos en el alejamiento de la persona (de carne y hueso) de Jesús de Nazaret. Así, ahora es más importante el razonamiento, los argumentos, la repetición y el recuerdo que la manera de vivir de Jesús de Nazaret al que pretendemos seguir.
Y se nos llena el corazón de ternura viendo la representación del portal de Belén, de los pastores y los reyes... mientras nos deja indiferentes el pesebre de tantas familias que sobreviven con una miseria, los inmigrantes sin papeles que se ven internados en los Centros de Internamiento (que son como cárceles) -el nuevo gobierno acaba de aprobar nueve centros más-, los miles y miles de jóvenes que se ven sin futuro y que sólo pueden inscribirse en las listas de las personas en paro.
Como comenta J.A. Pagola, es HOY que se vive el anuncio de la buena noticia, del impacto de Jesús de Nazaret... Hoy se tiene que hacer realidad en mi vida, no como un recuerdo.
Y cuando entrevemos esa pequeña luz, crece la esperanza y la ilusión... Y nos felicitamos por el nuevo año, por los tiempos nuevos, porque esa luz brilla en nuestro corazón... Y, como María, comenzamos a conservar todas esas cosas, meditándolas en nuestro corazón.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,16-21):
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción..
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