15 de enero 2012 - 2º domingo tiempo ordinario
-Qué buscáis?
Ellos le contestaron: -Rabí, ¿dónde vives?
-Él les dijo: Venid y lo veréis
Estaba escuchando el texto de este evangelio y me preguntaba yo mismo sobre cuál sería mi pregunta.
Si alguien me dijera: Mira, ése el "cordero de Dios" o en palabras de ahora "ése nos muestra el camino, ése nos salva"... ¿Le seguiría? ¿No tendría mis dudas?
Y si le siguiera y me preguntara: -¿Qué buscas?...
Tal vez me perdería en preguntas inútiles, en doctrinas, en argumentos, en razonamientos, en religiones.
Por eso, al escuchar el texto de nuevo, me sorprende lo sencillo y lo llano que fue su encuentro. -¿Dónde vives?
Me doy cuenta de que en nuestra vida cristiana o de seguidores de Jesús de Nazaret nos hemos saltado este fragmento del evangelio. Porque ya no le preguntamos a Jesús dónde vive... ¿Lo damos por supuesto? O quizás es que no nos preocupa. Tanto esfuerzo se ha puesto en la iglesia en colocar a Jesús de Nazaret en lo más alto del universo que o bien está en el cielo ("a la derecha de Dios Padre") o bien está tan escondido ("en forma de pan y vino") en la eucaristía que todo se vuelve lejano, extraño a nuestra vida y que no puede motivarnos.
Comenta José Mª Castillo (en su libro "La humanización de Dios"): "¿Por qué en la iglesia se da tanta importancia a la correcta doctrina y no se le da la misma importancia a la correcta conducta?"
Hay como una obsesión por la doctrina, por la lección de catecismo, por las argumentaciones y razonamientos... y nos olvidamos de preguntarle: ¿dónde vives?
Como que Jesús de Nazaret nos debe tener lástima y nos mira como a aquellos sabios y entendidos judíos (escribas y fariseos) que buscaban y escudriñaban en las palabras de la biblia y perdían de vista a los hombres y mujeres de carne y hueso, sobre todo a los más humildes, a los ignorantes, a los que apenas si tenían para subsistir.
-Venid y lo veréis.
Así de sencillo. Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día...Serían las cuatro de la tarde...
Fue un encuentro de personas, vital y que les impactó tanto que corrieron a comunicarlo a otros.
Me doy cuenta de que no acabo de encontrar a Jesús de Nazaret, que no respondo bien a su pregunta: -qué buscas? Y trato de encontrar respuestas a doctrinas en lugar de saber dónde vive... Además, apoyado en mi pereza, no termino de seguirle...
Y es que si no intereso por saber dónde vive, si no le sigo y me voy con él... tampoco me quedo "ese día"... No tiene ningún impacto en mi vida y tampoco me entusiasma como para comunicarlo a otras personas.
Tal vez eso es lo que le falta a nuestra comunidad cristiana. No se trata de saber bien la doctrina, sino de interesarnos y preguntarle : -dónde vives? Luego atrevernos a irnos con él y quedarnos ese día...
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,35-42):
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús.
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»
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