18 de diciembre 2011 - 4º domingo de adviento
-"Alégrate!... para Dios nada hay imposible"
Leo y releo este relato que hace Lucas.
Es uno de esos relatos que hemos escuchado tantas veces que lo sabemos de memoria. Por otra parte, la devoción y los comentarios que nos han ido dando a lo largo de los años hacen que centremos nuestra atención en esa narración llena de belleza y de encanto que más parece una estampa o una pintura...
Lo que digo, las explicaciones y los muchísimos cuadros y pinturas nos han llevado a tomar la narración como un acontecimiento histórico narrado por el periodista de turno que cubrió la noticia para los periódicos de aquellos tiempos... Estamos muy lejos de comprender el método y las maneras de presentar y explicar que tenían los primeros seguidores de Jesús. Los judíos explicaban todo de una modo que llamaban "midrash", que es una forma de interpretar las historias bíblicas. Y, tanto Lucas como los otros evangelistas lo van a utilizar para hablar de Jesús.
Y es que lo que está claro es que Jesús de Nazaret (con su vida, con su estilo, son sus maneras, con sus convicciones...) les impactó tanto que, a pesar del desastre final (su muerte violenta, su fracaso más total a nivel humano...) fue apareciendo claro en su corazón que todo lo suyo era tan grande y tan especial que no terminaría nunca, que seguía adelante, que era cosa de Dios... "Y Dios lo exaltó...", dicen los primeros seguidores...
A partir de ahí, cómo explicar y contar la existencia misma de Jesús de Nazaret? De dónde le venía todo eso? Cómo se preparó?
Y recorren los escritos antiguos de la Biblia. Estaban seguros que volvían a revivir acontecimientos antiguos. La historia de Samuel; la historia de otros personajes importantes en la historia de Israel; narraciones y expresiones de algunos profetas; también los relatos de algunas mujeres que significaron mucho en su acontecer histórico...
Y hablan de María, la madre de Jesús. Con el anuncio, la dificultad, la resolución y la aceptación humilde de los designios de Dios...
Así me gusta leer el evangelio de hoy.
Por otra parte quería recoger una reflexión que hace José A. Pagola: «Alégrate». Es lo primero que María escucha de Dios y lo primero que hemos de escuchar también hoy. Entre nosotros falta alegría. Con frecuencia nos dejamos contagiar por la tristeza de una Iglesia envejecida y gastada. ¿Ya no es Jesús Buena Noticia? ¿No sentimos la alegría de ser sus seguidores?..."
Me parece tan acertado. Confieso que en más de una ocasión me siento atrapado por esa especie de tristeza. Miro y contemplo "mi iglesia" (quizás a mí mismo) y experimento eso que es bastante frecuente entre los jubilados: Cierto cansancio, desánimo, pocas ganas... Como si la iglesia, los seguidores de Jesús fuéramos así. Y nos conformamos con repetir historias y ceremonias que van llenando nuestros días según el ciclo de las estaciones y de nuestra propia vida.
Entiendo que hoy, y con más razón que nunca, mi comentario tiene que centrarse en ese deseo y petición: "Alégrate!..." No tanto por imitar lo que le dice el ángel a María; sino por Jesús de Nazaret, por su mensaje, por su vida, por su invitación a entrar en el reino... Porque, en definitiva, eso fue lo que experimentaron los primeros seguidores de Jesús: el entusiasmo, la entrega, la convicción, la fe en su palabra, en el reino de Dios. Convencidos de que Dios lo había exaltado, experimentaron que la vida de Jesús llenaba sus corazones y era más fuerte que todo y fueron comprendiendo todo lo que les decía cuando caminaba con ellos...
"Alégrate!" Vivir cada acontecimiento, cada día, cada momento como debió hacerlo María, mujer sencilla y humilde de un pueblo casi totalmente desconocido allá en aquel territorio, parte del gran imperio romano. Como mujer de su tiempo vivía centrada en la casa y todo lo que era tarea de mujer... y escuchaba lo que decía aquel hijo suyo. Comenta el evangelio que "guardaba todas esas cosas en su corazón..."
Quizás sea esa actitud la mejor para preparar las fiestas de estos días de Navidad. Alegrándome porque lo de Jesús es lo más sensacional que me ha podido pasar (a mí y a todos) y que Dios lo ha exaltado y su vida sigue en nosotros...
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
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