23 de octubre de 2011 - 30º domingo tiempo ordinario
"Cuál es el mandamiento principal?"
Repasando y reflexionando sobre las palabras del evangelio de este domingo me queda la sensación de que, demasiado a menudo, se ha planteado nuestra vida de cristianos como un código del que hay que dar cuenta: Mandamientos, preceptos, normas, reglamentos, leyes, exhortaciones, novenas, oraciones...
Es como volver a la "religión", a cumplir con la Ley.
En los sermones y predicaciones se reniega de la religión judía; pero se cae en la "religión" cristiana. Se dice que los sacerdotes de la religión del Antiguo Testamento cargaban un montón de normas y preceptos a los judíos; pero los sacerdotes (Papa, cardenales, obispos, monseñores, canónigos, sacerdotes y frailes) han ido cargando a sus fieles de otras tantas leyes, normas y preceptos.
Y, al explicar el evangelio de hoy, se llena la boca de explicaciones, interpretaciones y sentidos de las palabras de Jesús: «”Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.” Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.» Y nos quedamos tan a gusto con los bellos discursos que nos llegan. Todo muy bien dicho, hasta poético...
A veces leo otros comentarios sobre el evangelio. Y no puedo decir que estén mal. Tampoco soy yo quien para juzgar su doctrina... Pero me suenan a algo demasiado "espiritual", elevado, etéreo, como de quien no pisa el suelo; aún cuando se hable de personas y de cosas que tenemos cerca, que tocamos con nuestras manos. Como diría yo, es como si nos situaran en un nivel superior, en una nube... donde uno "ama a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser..." y añade, al final, la coletilla "y al prójimo como a uno mismo". Pero, claro, lo importante... "amar a Dios con todo el corazón..."
Y, quizás, (así lo entiendo yo) Jesús de Nazaret al responder a su pregunta lo que hace es centrar la pregunta, tratar de explicar la dirección a seguir.
Es cierto que la Ley dice eso: "«”Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.” Sí, eso es lo que leemos; pero lo que de verdad importa, lo que en realidad podemos hacer es los siguiente: "El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
Porque, como dirá Juan en una carta suya, "a Dios nadie le ha visto... y si no amo al hermano que veo, cómo voy a amar a Dios a quien nadie ha visto".
El mundo que nos rodea es un prójimo que grita su miseria y su dolor: Hambre, desnudez, enfermedades, desnutrición, abandono, violencia, desprecio, injusticias, opresión... Una mayoría de personas (entre las que no me cuento) que presenta un auténtico cuerpo leproso, moribundo, sucio y asqueroso... Ante ese panorama, cómo hablo yo de "amar a Dios" con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser... sin fijarme en todos esos hermanos, sin tenerlos presentes continuamente, sin que el corazón se me ablande...
Sólo sin amo a mis hermanos, amo a Dios. Lo demás son palabras aunque sean muy bonitas. Suena a falso, a algo que decimos para consolarnos.
Al amar a mi prójimo... cumplo la Ley entera.
Hasta Jesús nos lo advierte: El que atiende a esos más desgraciados (a los que llamamos inmigrantes, marginados, extranjeros, enfermos de SIDA, prostitutas, drogadictos...) es a Dios mismo a quien cuida y atiende. Son los que entran en el reino de Dios.
¿Seremos capaces de entenderlo?
Resulta fuerte darse cuenta uno de que Jesús no está hablando de espiritualidad, de devociones, de otras normas y preceptos. La ley entera concentrada en esa actitud humana a mis hermanos, hacia esos prójimos que me voy encontrando en este mundo.
Al final, si trato de resumir la noticia de Jesús de Nazaret, me quedo con esta palabra de hoy: Amar al hermano, fijarme en él, tenerlo en cuenta, tratar de atenderlo... es la Ley entera. Es lo que importa, es la única manera de seguir las huellas de Jesús.
Y a eso me apunto.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (22,34-40):
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo: «”Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.” Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.»
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