25 de septiembre 2011 - 26º domingo ordinario
"Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor. " Pero no fue.
Escuchando esta escena del evangelio de este domingo me veía reflejado... Sobre todo en la primera actitud.
Me explico. Soy el mayor de los hermanos y mamá necesitaba que alguien le echara una mano... Claro, me lo tenía que pedir a mí que para eso era el mayor... Me molestaba que siempre me tocara a mí. Me quejaba, protestaba, le respondía que no había de ir y para que lo tuviera claro me ponía en un rincón con mi mala cara y con mi negativa...
Claro que mamá me conocía mejor que yo mismo. Y siempre confiaba en mi reacción última. Ella seguía con sus cosas y no me hacía caso ni me insistía. Así que en un momento que ella estaba más ocupada, yo salía corriendo a hacer lo que mandaba... Y lo hacía tan rápido que volvía y me colocaba en la misma posición que tenía... Como si no hubiera ido. Ella sonreía y no me decía más.
Ahora que intento reflexionar sobre el evangelio desde mi propia vida y con el deseo de seguir tras la huella de Jesús de Nazaret, creo entender mejor esas palabras suyas.
Hay personas que se resisten a emprender el camino y estilo nuevo de Jesús. Se quejan. Protestan. Pero, al final, van y lo hacen.
Otras, en cambio, dicen a todo que sí. Parece que aceptan todo, cumplen todo, rezan todo, siguen al pie de la letra las normas e indicaciones... Pero la gran tarea se queda sin hacer.
Jesús hace una referencia a Juan el Bautista que vino "enseñando el camino de la justicia"...
Eso es precisamente el punto que señala el trabajo y la labor que hay que hacer: la justicia. Y no creo que hable de las devociones, la religiosidad, los ritos, las normas de los dirigentes de las iglesias. Es la justicia. Y al decir justicia está pensando en la insufrible injusticia que sufren tantos millones en nuestro mundo. Jesús de Nazaret lo veía (también Juan el Bautista) y nos dicen que ése es el trabajo de la viña:
-Los miles y miles de inmigrantes e ilegales que llegan hasta nosotros (desvalidos, sin medios, sin acogida...)
-Los millones que pasan hambre en este mundo que proclama la crisis (de los ricos) y olvida a los que nacieron en crisis y mueren en la misma
-Los miles y miles de parados... porque nuestras empresas no ganan tanto como antes...
-Las mujeres que sufren violencia y opresión (en sus propios hogares)
-Los millones de personas que abandonan su propia casa y su propio país porque sus dirigentes ( y nuestros gobiernos y las multinacionales) se apropian de sus bienes y riquezas
Camino de la justicia...
Y aunque decimos "voy, Señor"... luego no nos esforzamos en que todo eso cambie, en concienciarnos y poner de nuestra parte para que "su Reino venga y llegue a nosotros y a nuestras vidas".
Y es que hemos terminado por dar más importancia a las devociones y a los ritos que a la "justicia".
Luego llegan los "publicanos" (=esos laicos medio paganos que no creen en nada) y las "prostitutas" (=las explotadas sexualmente y de muchas otras maneras) y hacen realidad una solidaridad y un apoyo a otros más débiles y desprotegidos...
Sí, ellos nos llevan la delantera... Así de claro.
Como para reflexionar y pensar, verdad?
Bueno, pues, a ello.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
–«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor. " Pero no fue.
¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»
Contestaron:
–«El primero.»
Jesús les dijo:
–«Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»
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