3 de julio 2011 - domingo 14º tiempo ordinario
"Te doy gracias, padre... porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla..."
He escuchado a los predicadores comentar estas palabras y lo que parecen entender es que Jesús hace referencia a los "entendidos y sabios" de su tiempo. Ya se sabe: los sacerdotes, los escribas, los fariseos... Y supongo que debió ser así; pero los que nos predican, los sabios y entendidos de hoy (ellos son los que casi tienen el monopolio del saber "evangélico"...), no veo que actualicen esa palabra.
Y entonces toda la reflexión se va hacia las explicaciones siguientes: Que si el hijo es el que tiene todos los secretos y la revelación; que dichosos nosotros porque hemos recibido los secretos del padre... Y, para completar, una explicación amplia sobre el párrafo siguiente: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso..."
A partir de ahí toda una reflexión sobre el cansancio y el agobio de la vida, las cargas y las enfermedades y todo aquello que hace nuestra vida más pesada... Una invitación a acercarse a Jesús (=iglesia y sus representantes) y descargar todo ese agobio y cansancio... Porque Jesús es nuestro psicólogo, nuestro curandero, nuestro amigo, nuestro padre y nuestra madre que atenderán todas nuestras quejas y problemas. Terminando con la recomendación de "cargar su yugo" y aprender de él que es manso y humilde de corazón...
Durante muchos años todas esas reflexiones las fui escuchando como la mejor recomendación y guía, el camino bueno para seguir a Jesús de Nazaret y aceptar la vida con todos sus cansancios y agobios... Y si me hacían fijar en el "yugo" de Jesús, entonces todo lo que yo pudiera pasar era poco. Y me quedaba con esa esperanza final de encontrar el descanso eterno.
¿Es válida una reflexión así? ¿Toda la dinámica del evangelio y buena noticia de Jesús nos lleva a ese punto? ¿Acaso no suena a lo que tantas veces decimos a lo largo de nuestra vida: "Hay que tener paciencia", "ya se sabe... en esta vida..."? ¿Es ésa la buena noticia del reino de Dios?
Jesús de Nazaret vive y habla del reino de Dios como de una manera nueva de hacer las cosas, de relacionarse, de construir la propia vida sobre unos valores distintos. No se apoya en la religión, ni en las normas establecidas, ni en los mandamientos (esos que decía la biblia y la tradición que Moisés había recibido de Dios), ni en las costumbres más sagradas...
Apoya y construye su vida en torno a la persona, a los hombres y mujeres (niños incluidos), a la vida... Es la humanidad lo que le importa. No lo que añadimos a la persona: como bienes, tierras, vestidos, casas, posesiones, poder, fama, notoriedad, ambición... No! la persona, su humanidad. Y decir que eso es lo que más importa: su vida humana, digna, respetada, feliz, libre de tantos cansancios y agobios...
No tenía que mirar muy lejos para ver todo eso: gentes sin tierras o esclavizados trabajando para un señor, oprimidas por el poder de unos y de otros, el abuso de los ricos, el desprecio de los sabios y entendidos, las exigencias de los "representantes" de la religión y de Dios... En Nazaret, en Cafarnaúm, en todos aquellos pueblos y aldeas lo tenía que ver a diario.
Y ahí estaba el problema. Los sabios y entendidos, los ricos y poderosos, los principales e influyentes... no querían saber nada de esa buena noticia de Jesús de Nazaret.
¡Cómo iban ellos a compartir con toda esa gente miserable, con esos desgraciados que no tenían ni dónde caerse muertos, ignorantes y estúpidos...! Ellos, sabios y entendidos, que conocían de memoria los libros de la biblia, los salmos y los profetas; ellos que conocían y explicaban como maestros todo lo revelado y recibido de Dios... ¿Hay algo más sagrado?
Pues sí!, les diría Jesús. Precisamente hay algo más sagrado: la gente, las personas, la humanidad... Y comenzando por esos a quienes dejáis de lado y despreciáis; esa gente a la que sólo le queda eso "su humanidad", su cuerpo... porque no tienen nada más.
Vosotros no lo entenderéis jamás porque tenéis demasiadas cosas... Ellos en cambio, lo entienden perfectamente. Ese gran anhelo que anida en su vida: vivir como personas dignas, respetadas, sin opresión, sin injusticia, sin abusos... porque para Dios eso mucho más importante que todas las normas, ceremonias, mandamientos y reglas que se hayan podido dar.
A partir de ahí, entiendo esa exclamación de Jesús: Que Dios hace ver y entender todas esas cosas a la gente más sencilla, a los humildes, a los olvidados, a los marginados... Ya lo creo que lo entienden. Porque ésa es su gran noticia, algo increíble. Que no puede venir de los poderosos, ni de los sabios y entendidos...
Y si es así, resulta algo bien diferente de lo que nos pueden presentar las instituciones y las diferentes religiones en las que se pone por encima de todo lo mandado, las normas, las ceremonias, los jefes y sabios, los entendidos y sus templos...
Para terminar: "el yugo de Jesús"... Me parece que no es para que nos fijemos en su cruz, en su pasión... No! Creo que se está refiriendo a su modo de vivir y entender la noticia del reino de Dios, poner por encima de todo la gente, su vida. Y así entendería mejor eso de que al desprendernos de tantas cosas, de todos esos añadidos (dinero, fama, poder, posesiones, riquezas) encontramos el verdadero valor de nuestra propia vida y "encontraremos el descanso".
Puedo decir que, sólo con intentarlo, siento y experimento algo de ese descanso.
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