4 de julio 2010 - Domingo 14º Tiempo ordinario
-Alegraos de su alegría
-Lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino criatura nueva
-Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo
Nuestro encuentro y celebración en la eucaristía del domingo tiene la intensidad y la fuerza de ser un punto de referencia para nuestra vida.
Son tantas las palabras que escuchamos a través de todos los medios de comunicación que es posible que perdamos la orientación y nos sintamos indecisos ante los acontecimientos diarios.
Pablo, en la carta que estamos leyendo (dirigida a los cristianos de Galacia), insiste en algo que debió ser un verdadero problema en aquellas primeras comunidades: Estar circuncidado no, hacerse judío o no...
Hoy no se nos plantea lo mismo; pero sí es posible que, dentro de la misma iglesia, se pongan como condiciones para ser reconocido como buen cristiano. Toda una serie de normas, ritos y mandamientos que, en teoría, nos hacen buenos cristianos... Y aquí es preciso que tengamos como referencia que "lo que importa es ser criatura nueva".
En la lectura del domingo anterior leíamos la palabra clave que les daba Pablo: "hemos sido llamados a la libertad... no para favorecer el egoísmo, al contrario haceos esclavos unos de otros por el amor". Ahí tendríamos la traducción de lo que es ser "criatura nueva".
Y es que si no cambiamos y nos convertimos en personas que viven a la manera de Dios, de nada nos sirve estar circuncidado o no, ser judío o no, haber recibido el bautismo o no... Los ritos y normas no nos salvan. Lo que importa es ser criatura nueva. Y en eso debemos insistir.
Creemos en la palabra de Jesús de Nazaret. Queremos seguirle viviendo como él. Como personas que no se atan a las cosas, que no suspiran por tener, por el poder, por la fama, por el consumo. Y pendientes del reino de Dios nos sentimos totalmente libres en la entrega intensa y cariñosa a los que tenemos cerca y en especial a aquellos más necesitados... Y repetimos las palabras de Pablo: "llamados a la libertad... haciéndonos esclavos unos de otros por el amor".
Hace muchos años un muchacho joven, inteligente, rico y de gran porvenir no dejaba de darle vueltas en su cabeza a una palabra de Jesús: "De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?" De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde él mismo= Ese muchacho era Francisco de Javier (al que hoy llamamos San Francisco Javier)...
Lo que importa es ser criatura nueva.
Y tenemos que deshacernos de tantas cosas, de tantas atadura, de aspiraciones y deseos que tienen que ver más con el tener y poseer, con enriquecerse y con la fama y poder que con nuestra propia persona...
El evangelio de Lucas nos refiere la misión de aquellos que seguían a Jesús. Detalles, instrucciones, maneras de actuar que los primeros apóstoles debieron seguir paso a paso...
Luego, la alegría de su éxito, sus anécdotas, sus encuentros... Y Jesús les comenta:..." No estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo..." Es como precisar la referencia.
Mi alegría es grande no porque explique mejor que nadie, ni porque tenga poder incluso sobre los demonios, ni por hacer milagros... No! Mi alegría es grande porque Dios me tiene en su agenda, porque al aceptar su manera de vivir, el estilo de Jesús, nuestro padre Dios no sólo me acepta sino que me tiene inscrito...
Lo que importa es ser criatura nueva.
Así, al tener ese punto de referencia, hagamos como dice el profeta Isaías en la primera lectura: "Alegrémonos de su alegría..." Alegrémonos con todos aquellos que, a pesar de todas las dificultades intentan vivir como criaturas nuevas... "porque dios les consolará como una madre consuela a su hijo pequeño..."
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario